Querida hija, un cumple más. Cuarenta y uno. Te haces mayor, aunque tu rostro será siempre joven.

Intento imaginar cómo serías ahora, cual sería tu vida; tu estado; tus sentimientos; cómo serias de feliz; cuántos hijos tendrías; cuales seguirían siendo tus aspiraciones… y solo soy capaz de contestar a aquellas cosas que me encantaría que fueran realidad y que, por supuesto, sería a mí a quien más felicidad me daría.
Perdóname por ser tan egoísta.
Y solo me puedo conformar con llevarte flores al cementerio. Las que más te gustaban, tus predilectas. A veces, me cuesta encontrarlas, pero aunque sea difícil, no desisto. Y me cobran demasiado por ellas, pero no me importa, es el único gasto que tengo contigo, el único regalo que puedo darte.

Y nunca te faltan las de la tía Rosario y Margarita. Tampoco las de la tía Luisa Fernanda, que me las va dando poco a poco y yo las voy administrando.


Hace cuarenta y un año yo estaba muerta de miedo. Me enfrentaba a algo muy esperado pero lleno de incógnitas. ¿Cuánto dolería? Nada comparado con el dolor que ahora siento. ¿Cómo serías? Entonces no había esas ecografías en tres dimensiones en las que se distinguen algunos rasgos. Ni siquiera teníamos seguridad en el sexo hasta que saliste. Pero ahí estabas, entera, no te faltaba de nada, y, aunque cuando te pusieron encima de mí casi no me atreví a tocarte, te abracé y tu sangre se pegó a mi piel, para toda la vida.
No entiendo esta vida, no sé qué sentido tiene dártelo todo para después quitártelo.
Hoy, coincidencias, por fin hemos conocido a otra personita que ha venido a este mundo y va a llevar tu nombre, para que no se pierda. Espero que la protejas.

El hada Helena
Os llevaréis cuarenta y un años y tenéis el mismo mes de nacimiento.
En fin, seguimos con mucho dolor porque te perdimos demasiado pronto y te disfrutamos muy poco, pero seguimos hablando de ti como si acabaras de nacer, como si ese día que te conocimos, que nos elegiste como padres, fuera ayer.
Nuestra vida tiene tres etapas, seis años antes de tenerte, veinte teniéndote, y veinte sin tenerte. Y creo que lo que nos quede por vivir será, siempre, contando desde que no te tenemos.
Querida hija, gracias por elegirnos como padres. Ojalá algún día podamos estar juntos. Te queremos.

Cada año es uno más,
para recordar,
para calmar,
para esperar,
el principio, o el final.
Cada año. Flor, madredHelena
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, a la que mató un conductor borracho.
www.quieroconducirquierovivir.com
Feliz cumple sin velas… Vives en las flores, en los escritos y,sobretodo, en los recuerdos de aquellos que te quisieron🩷