La muerte del piloto de Moto2, Tomizawa, me impactó y me hizo reflexionar sobre lo deprisa, deprisa, que va esta sociedad.
Ha sido publicada en elPeriodico.com, diariovasco, diariodenavarra y en El País de hoy:
Una vida muy corta (original 6.09.2010)
En el mismo informativo de una cadena de televisión, hoy podía ver la noticia y las imágenes de la muerte del piloto de Moto 2, Shoya Tomizawa, de tan solo 19 años , y un poco antes, un reportaje sobre jóvenes conductores de cars, futuros pilotos de la formula uno y que con pocos años emulaban a los llamados grandes. Incluso algunos padres de estas jóvenes promesas se mostraban encantados con las proezas de sus hijos.
Supongo, por el contrario, que a pesar de ser conscientes de los peligros de las carreras de motos, los padres de Tomizawa, que corría en moto desde la edad de tres años, no estarían hoy tan contentos. Tampoco los padres de los dos jóvenes de Montellano (Sevilla), que ayer también perdían la vida, chocando entre sí, con sus motos.
Y cada día, nuestros jóvenes son saturados con imágenes de éxitos de pilotos de carreras de coche y moto. Pilotos muy jóvenes, cada vez más. Y los receptores de estas imágenes, algunos, serán conscientes de que estas carreras sólo se pueden llevar a cabo en circuitos específicos, pero otros simularan, imitarán, probarán suerte en alguna de nuestras carreteras.
Me llama la atención que, así como surgen grupos que piden la prohibición de las corridas de toros, no existen grupos que pidan la prohibición de estas carreras que ponen en peligro la vida de los pilotos, y fomentan el gusto por la velocidad entre los jóvenes.
Así es la vida: incomprensible. Y corta, muy corta, para muchos de nuestros jóvenes.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena. Miembro de la asociación de víctimas de violencia vial “Vida en la carretera”.