El pasado día 31 de mayo tuvo lugar en la escuela municipal de adultos Valle Inclán de Alcorcón, una jornada de seguridad vial, la segunda en la que participo. Una jornada dedicada a los alumnos de la mañana (la anterior fue en enero, para los alumnos de la tarde), esos alumnos que tienen una segunda oportunidad de enganchar con los estudios y terminar aquello que en su día no pudiero o no tuvieron ocasión. Jóvenes mayores de 18 años y adultos.
Hasta ahora, de las veces que he podido hablar sobre los accidentes de tráfico, es el foro más interesante al que dirigirse: padres e hijos.
Sí, porque se tratan de jóvenes, pero también de adultos que han vuelto a los libros y que en casa tienen hijos, y estas charlas las necesitan todos, jóvenes y mayores.
Una vez más, invitada por la asociación PAT, he tenido la oportunidad, junto a Alfonso Sánchez, policía local de Alcorcón, encargado de la enseñanza de Seguridad Vial, de hablarles sobre lo que producen esos malditos y mal llamados accidentes, y tratar de implicarles en su disminución.
Y quiero pensar, que al igual que tienen una segunda oportunidad para seguir con los estudios, con su formación, con estas charlas tienen una segunda oportunidad para no matar ni morir en el asfalto.
Y si esta escuela realiza una magnífica labor en el ámbito de la enseñanza de adultos, propiciando este tipo de jornadas se supera aún más.
Es mi segunda vez y no puedo nada más que dar las gracias por lo enriquecedor de la experiencia. Esta vez, conocí a Roberto, un chico muy especial, del que hablaré en mi blog de Madres sin hijos, porque él es un hijo sin padre.
Muchas gracias a Elena, la responsable del colegio en esta ocasión, Alfonso, que permite que alguien sin la profesionalidad suya se una a él, y a Amelia, que perdió a su marido en la carretera y propia este tipo de encuentros. Una compañera más de las víctimas que luchamos por la seguridad vial. A todos ellos, por darme la oportunidad, y a los alumnos, por permitirme presentarles una de las caras de esas frías cifras de muertos en las carreteras. La de Helena.
Y así, entre todos, hacemos posible la frase de Benjamin Franklin:
«Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo»
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por la acción de un conductor con alcohol.