Ha comenzado el verano, tiempo de vacaciones, viajes, fiestas, diversión, y accidentes de tráfico.
Son muchos los que ya están de vacaciones, a pesar de la crisis, y muchos los que lo harán próximamente, en el mes por excelencia para ello, agosto. El mes de la mayoría de fiestas en los pueblos de España.
Este año, dicen, que muchos pasarán las vacaciones en esos pueblos, en casa de los abuelos, de la familia, posiblemente las vacaciones más económicas que se pueden permitir. Y otros lo seguirán haciendo en las zonas de playa.
Pero sea como fuere, las noches estarán llenas de verbenas, chiringuitos, discotecas y copas. Y los lugares de veraneo o los pueblos de esta piel de toro no están cercanos a una autovía o autopista, como sería seguir el consejo de la DGT, sino que son lugares a los que se llega a través de una carretera secundaria.
Esas malditas carreteras secundarias, de doble dirección, estrechas, llenas de curvas, baches, sin apenas arcén, sin farola, por las que, a veces, cruzan muchos animales, con pocos kilómetros entre población, signo de confianza, pero que están repletas de peligros y trampas.
La pericia, la paciencia, la seguridad, la responsabilidad, se adquiere con los años, y justo la mayor parte de personas que ya la tienen son los que no saldrán por la noche de pueblo en pueblo o de playa en playa. Pero sí lo harán la mayoría de los jóvenes. Muchos de ellos con pocas horas de conducción, confiados en la poca distancia, y no muy acostumbrados a conducir en carreteras secundarias.
Por no hablar de alcohol y drogas habitual en estas fiestas, pero que quiero pensar serán lo suficientemente responsables para no tomarlas y conducir, cosa que nunca sabremos si ha hecho el que viene de frente.
Por eso, tanto si estás en la playa, como si estás en el pueblo más recóndito, no quemes tus vacaciones. Conduce sin miedo, pero con vergüenza.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por un conductor borracho.