Hoy, día de la madre, día que no podré celebrar porque soy una madre sin hijos desde hace 8 años por culpa de un conductor con alcohol, he enviado esta carta a los periódicos, si hicieran el favor de hacerme el regalo, ese que ya nunca podré tener, de publicarla:
El alcohol que mata a otros
Ha llovido mucho desde que un expresidente de gobierno pronunciara aquella frase de que a él nadie tenía que decirle lo que debía o no debía beber a la hora de conducir. En estos días, el exportavoz de ese mismo presidente ha sido detenido por conducir y producir un accidente de tráfico con una tasa de alcohol cuatro veces superior a la permitida. Y por estos días, también, hemos conocido la sentencia impuesta a un famoso torero por matar a una persona en otro mal llamado accidente de tráfico, pero en el que se ha desestimado la prueba de alcoholemia, por fallo en la cadena de custodia. Desde hace ocho años, tiempo en el que me ocupa y preocupa este tema, las víctimas de siniestros viales, violencia vial o accidentes de tráfico, llámenle como quieran, seguimos esperando que nuestros dirigentes políticos legislen políticas para que todos estos irresponsables que beben el alcohol que mata a otros, sean castigados con la pena que merecen. Pero no lo hacen, ¿por qué será? Exigimos la obligatoriedad de la prueba de alcoholemia en sangre sin necesidad de orden judicial. Y una equiparación de las penas impuestas por homicidio imprudente en hechos viales, similar al resto de homicidios.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
Viajando a visitar y adornar la tumba de mi amado hijo Mijáil que mañana cumple también 8 años ausente*Presente, me emocionó ver dentro del bus, pegado junto a la pantalla informativa del GPS, dos letreros diciendo: TOLERANCIA CERO. SI BEBES, NO CONDUZCAS. Vivo en el Norte de Chile, sufro por las malas carreteras incluso con cientos de kilómetros con una sola vía de circulación en medio de cuestas, y ya contamos con esta medida, pero muchas voces se alzan pidiendo derogar esta ley. Obviamente, son personas que no sufren nuestro dolor o «ya dieron vuelta la página»… sin pensar en los demás jóvenes y en sus familias que aún no lo conocen. Tú, amiga hermana mía, has elegido el duro camino de vivir creando conciencia acompañada de tu hermosa hija celestial. Por eso, te admiro y te quiero. Por Helena y con Helena, acompañadita de sus amistades celestiales, a seguir esta lucha… mira que juntitas ya han salvado muchas vidas. Gracias. Un abracito azul…