(Post escrito el 10.04.2007 por FZ madredHelena)
Por segundo año consecutivo, todos nos llevamos las manos a la cabeza, ante los resultados tan dañinos de víctimas en las carreteras, durante la Semana Santa.
El año pasado 110, este año 106.
Hay una frase que desde hace dos años resuena en mi cabeza, como si no hubiera sido yo misma quien la pronunciara: «¡No, mi hija no, no, mi hija no, mi hija no, no!»
Esa fue la frase que repetí durante no sé cuanto tiempo, corriendo como una fiera herida, de un lado para otro, sin ir a ningún sitio, cuando me enteré que mi hija estaba muerta.
Porque es así.
Nadie admite que nos pueda tocar. Nadie cree que el próximo puede ser él, yo o tú.
Ese es el origen de todo.
Si cada uno de nosotros pusieramos el máximo empeño en reducir esas cifras, éstas bajarían. Pero todos creemos estar en posesión de la verdad, en ser los buenos de la película y los malos son los otros. Los que prohiben, los que lo único que quieren es recaudar, los que no dimiten por equivocarse, los que no adoptan buenas medidas, los que no arreglan nuestras carreteras.
Todos somos un poco culpables.
Por eso, no nos llevemos las manos a la cabeza. LLevémoslas al corazón. Ahí es donde reside nuestra fuerza, nuestra capacidad para ponernos en el lugar de los otros, donde podemos sentir el dolor, el dolor que siente todo aquel que un día tiene que decir ¡No, mi hija no, no!
Podéis sustituir la palabra hija por cualquier otro parentesco.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por un conductro con alcohol.