Quién rompe y qué

 (Post escrito el 26 de abril de 2008, por FZ madredHelena)

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Llevaba varios días intentando escribir un comentario sobre el mal llamado accidente de Málaga, pero quería documentarme para expresar la vergüenza que sentía pensando en los finlandeses y un país que no tiene nada que ver con nuestra accidentalidad, educación y forma de conducir.

 

Sólo había manifestado mi emotividad hablando de una princesita, otra princesa muerta en la carretera (pulsad sobre el texto en azul que acabáis de ver y comprobaréis la belleza de una princesita rota)

 

Pero la lectura ayer del artículo «la vida rota de un chico normal» ha desencadenado este post.

 

El periodismo, a veces, lo único que quiere es crear polémica, inquietar, remover, y a veces se confunde, hace más daño de lo que pretendía o simplemente se equivoca. En este caso, con este artículo, no le ha beneficiado al joven autor de ese mal accidente.

 

Cuando ocurrió este hecho, se me removieron nuevamente las entrañas. Era tan parecido a las circunstancias de la muerte de hija, coincidían casi en el aniversario, motivos, etc. que no podía evitar comparaciones. Hasta la descripción de mismo me recordaba la descripción en el proceso judicial contra el culpable de la muerte de mi hija.

 

Sí, era cierto que el índice de alcohol se diferenciaba mucho en relación con el autor de la muerte de mi hija, pero el resultado era igual, la muerte de personas.

 

En Málaga se aliaron los guardarrailes, esos cuchillos asesinos que cada vez comienzan a llevarse a más personas de las que no conducen una moto.

 

Hasta ahora, parecía que por el hecho de conducir un coche era normal que te quedases en una carretera, era un accidente y los moteros morían por lo guardarrailes, porque eran moteros, son los gajes del oficio.

 

Pero. por fin, se va viendo que en la carretera, todo nos afecta a todos.

 

En los juegos con efecto dominó, sólo es necesario un primer impulso para que todo prosiga con el efecto mariposa. Este joven dio el impulso, el resto de piezas no tuvo nada más que desplazarse.

 

Cuándo buscaba información para este comentario, bueno el que pensaba escribir en un principio, incluso ya tenía título ¡Qué vergüenza!, me encontraba con la diferencia que existe entre este país y Finlandia en accidentalidad (datos del año 2004: España 155.821 accidentes con 5.516  muertos, en Finlandia 8.571 accidentes  con  415 muertos) la diferente forma de enseñar a conducir en un país en el que sólo por su clima extremo, podría producir una accidentalidad mayor  y con las declaraciones de su ministra de transporte.

 

Pensaba hablar de todo eso y de Goya, que fue lo que me dio el título, ¡Qué vergüenza! Acaba de asistir a una conferencia sobre las estampas de los desastres de la guerra y quería relacionar las desgracias de este país que no está en guerra, pero que cada año pierde unas 5000 vidas y bastantes miles de heridos en una guerra en la que las bombas son los coches, el alcohol, las infraestructuras y los hombres.

Desde hace casi 2 años, escribo este blog con un objetivo muy claro, aunque el título del periódico 20 minutos, donde se habla de este blog no haya sido del todo afortunado.

Mi objetivo es que los que llevan una máquina de matar,  comprueben lo que puede suceder a ellos y al resto de mortales.

Es cierto que muchas cosas se rompen, que muchas vidas se pierden, pero ¿Quién rompe a quién? Pues el que rompe está claro, clarísimo. Qué rompe, también. Qué debería morir él también, pues en algún caso más le habría valido, pero lo que está claro es que, los autores, hasta hoy, lo más que habrán roto en relación con sus vidas es algunos días que serán retirados a un lugar de donde no podrán salir, pero sólo por unos días.

A los que han roto, no podrán salir del lugar donde hemos depositado sus pedazos, nunca, jamás.

Y los que los hemos perdido, viviremos, andaremos, reiremos, lloraremos, durante el resto de nuestras vidas, unas vidas que en muchos casos se acortará por las secuelas físicas y psíquicas que nos ha producido el golpe de esta pérdida, como cristales rotos y pegados para seguir siendo utilizados.

Todos estamos en la carretera. Todos podemos ser rotos. Todos podemos producir rotos, pero algunos compran papeletas para ser rompedores. Esos, no pueden quejarse después, si en ese hecho les afecta alguno de los cristales rotos producidos por ellos mismos.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductro con alcohol.

Mi comentario en El País en «La vida Rota…

 

 La madre de Helena ( http://www.quieroconducirquierovivir.com ) – 26-04-2008 – 01:29:13h
Yo soy una madre rota. Una madre que ha perdido su futuro, una madre que ya no puede disfrutar de los placeres de esta vida. Una madre sin hijos. A mi hija la mató el alcohol que otro tomó. Puede que él que lo hizo viera como se le partía la vida, pero a mi hija se la rompieron sin llegar a haber vivido. El culpable de la muerte de mi hija dijo en su alegato final que él era una buena persona y nunca había hecho daño a nadie. Él jamás podrá saber el daño que ha hecho y las vidas que ha roto. El chico de Malaga puede que sea tan bueno como quieren hacernos ver, pero cometió un error y tuvo mucha suerte. Sobrevivir. El padre de la niñita de 7 años estará ya muerto por mucho tiempo.

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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