Casi todos los padres consideramos que una parte de la formación de nuestros hijos pasa por obtener el carnet de conducir, y la mayoría de los jóvenes tienen como objetivo tenerlo, en cuanto tienen dieciocho años.
Cuando perdí a mi hija y me adentré en este mundo de la concienciación, mi primer mensaje fue para los jóvenes, con mi carta abierta a los jóvenes. Y después, muchas de mis actividades han ido encaminadas a hablarles, escribirles, y hacerles ver que un coche nos transporta, nos hacer vivir momentos especiales, nos lleva a lugares inolvidables, pero puede ser una arma de matar en unas manos inexpertas o irresponsables.
Pero siempre ha sido mi deseo, que no tuvieran miedo de conducir, creo que el título de este blog lo dice todo.
Hoy, en mi visita a la última morada de mi hija, me he encontrado una gran sorpresa.
Entre sus flores, había una “L”. Sí, ese cartelito que, antes, debían llevar los conductores noveles, con un mensaje: Tú siempre me animaste a que me lo sacara. Aquí la tienes, te la debía. Te quiero, amiga. Te necesito.
Desde lejos, cuando he visto esa “L” he pensado que quizás algún joven que conoce la historia de Helena, quizás alguna autoescuela, de las que he visitado dejando las pegatinas de ¡Quiero Conducir, Quiero vivir!, y la carta a los jóvenes, le había llevado para agradecerle por algo, pero cuando he visto el mensaje tan personal, no podía ser de un extraño sino de una amiga de Helena.
Me ha emocionado enormemente porque después de casi 11 años, son pocas las visitas de amigos de Helena. Algo completamente normal.
Me ha gustado enormemente el detalle. Es más, creo que esa placa, hace publicidad a una autoescuela que creo fue la misma con la que Helena se sacó su carnet.
Hasta que se deteriore, esa placa estará con Helena.
Queridos jóvenes, decid a vuestros padres que no os metan prisa por sacar el carnet, que no escatimen en una buena formación que os puede salvar la vida, y vosotros no tengáis miedo a conducir, pero sí mucha precaución.
Helena conducía bien y era muy prudente, y le encantaba conducir. Lástima que el que se la llevó por delante no tuviera sus mismos principios. Porque ya sabéis lo que digo: Conduce sin miedo, pero con vergüenza.
Enhorabuena, Susana, y muchas gracias por tu detalle.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.