Hace doce años que me quedé sin mi única hija. Un conductor borracho la mató en una autovía. En su estado, quiso adelantar el coche de mi hija pero no calculó bien, no se cambió de carril y se la llevó por delante. Dio positivo en alcohol con una tasa de 1,07 en la primera prueba y 1,08 en la segunda medición. Entonces no se hacía prueba de drogas.
Llevo doce años expandiendo el mensaje de «mi hija murió por el alcohol que otro tomó».
En estos último días, con varios casos de atropellos de ciclistas, en los que detrás aparece el alcohol y otras drogas, han surgido varios planteamiento para evitar estos siniestros: retirar el carnet si eres reincidente, poner límite de alcohol cero, cero, para los conductores noveles y profesionales, y la bajada del límite de velocidad en aquellas carreteras más transitadas por los ciclistas, que ya se comunicó a principio de año.
Yo creo que conducir con alcohol y otras drogas es un peligro para los ciclistas, para los motoristas, para los peatones, y para otros conductores y usuarios de las vías publicas. ¿Por qué no imponer límite de alcohol cero, cero, como en otros países? ¿Qué diferencia hay ente un conductor novel y otro experimentado si se mezcla alcohol con gasolina.
Siento que hayan tenido que morir unos 400 ciclistas, en la última década, para que La DGT y las autoridades, comiencen a plantearse que hay que hacer algo para parar esta sangría.
Ya es hora de conducir sin alcohol y otras drogas. ¡Sí, sí, cero, cero! ¿Por qué nos da miedo imponer esta tasa? ¿Es porque todos bebemos?
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.