Carta a los Reyes magos en 2008

(Post escrito el 4 de enero de 2009, por FZ madredHelena)

Este año no he escrito a los Reyes Magos. Ya sabéis que me cuesta porque de eso se encargaba Helena. Pero, aún así, otros años lo he hecho.

 

Pero como los Reyes Magos son magos y mágicos, aún sin escribirles, ellos han sabido lo que yo les pediría. Y me lo han traído.

 

Hoy ha sido un día muy especial. EL País ha sido el medio para que yo recibiera unos reyes adelantados.

 

Hoy, El País, no olvidaba los accidentes de coche y su editorial, estaba relacionado: Carreteras más seguras Después, un  magnífico artículo de Elsa Granda: ¿Cuántas vidas más puede salvar tráfico?

 

Y la apoteosis venía en El País Semanal. En su sección de Correo, publicaba mi carta titulada “Blogs que salvan vidas”, como replica a un artículo de Javier Marías titulado “Una región ocultamente furibunda”.

 

La publicación de esta carta traía nuevos amigos a mis blogs y comentarios y experiencias de lo más cariñosos.

 

¡No se me habría ocurrido pedir tanto a los Reyes Magos!

 

Supongo que este año, la tradición, nuestra tradición de un disco con mensaje en el día de los Reyes Magos, se va a romper, pero no importa. Han sido ya muchas cosas las que se han roto con la pérdida de Helena.

 

Hoy estoy contenta porque muchos y nuevos amigos se han acercado hasta aquí. Gracias a todos. Gracias por vuestros comentarios, vuestras palabras de apoyo, vuestros buenos deseos y por vuestra generosidad.

 

Gracias, por haber perdido un poquito de vuestro tiempo en leer mi carta. Habéis hecho posible un regalo de Reyes Magos, inesperado y adelantado.

 

¡Que nunca se os acaben Los Reyes Magos!

 

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

 

Editorial de El País:

 

Carreteras más seguras

 

El descenso en el número de víctimas confirma que se pueden combatir los accidentes

 

04/01/2009

 

Los accidentes de tráfico no son una fatalidad contra la que todos los esfuerzos resultan inútiles: ésa es la principal lección que debe extraerse del descenso de muertos en carretera durante 2008, que todavía rebasan los dos millares pero que son un 20,3% menos que los del año anterior. Es el quinto año consecutivo en el que se reduce el número de víctimas en las carreteras y habría que mirar más de cuatro décadas atrás para encontrar una cifra inferior, con la diferencia de que el parque móvil ha pasado en este tiempo de uno a 30 millones de vehículos.

 

El reconocimiento de este avance puede resultar, sin embargo, un arma de doble filo, bueno si sirve para convencer a quienes se ponen al volante de que está en su mano reducir el riesgo de accidente, malo si se interpreta como prueba de que la mortalidad en carretera es un problema susceptible de ser resuelto de una vez y para siempre. En primer lugar, porque sigue estando ahí: la cifra de vidas perdidas en carretera no deja de ser escalofriante, y más si se suma la de quienes arrastrarán secuelas físicas y psicológicas. Pero, en segundo lugar, porque la tendencia de estos últimos años puede invertirse si los conductores y la administración bajan la guardia. No ya cada año, sino cada mes y hasta cada jornada en la carretera debería constituir un objetivo en sí mismo, en el que todas las precauciones tienen que ser adoptadas como rutina. Porque el riesgo de accidente no es una abstracción que se conjura y desparece, sino una posibilidad que se actualiza cada vez que alguien se pone al volante.

 

Las medidas adoptadas de manera sostenida por el Gobierno están dando resultados, desde la aprobación del carné por puntos hasta el reforzamiento de la vigilancia. Pero convendría avanzar con más decisión en el siguiente paso, que consiste en mejorar las infraestructuras para eliminar los puntos negros y facilitar la conducción en las vías secundarias, donde se sigue produciendo el mayor número de accidentes. Por fortuna, los hábitos de conducción están cambiando, pero habría que proponerse su radical transformación hasta desterrar cualquier comportamiento imprudente. Cada conductor tiene que saber que realiza una actividad no por cotidiana poco peligrosa, que exige tanta atención en el manejo de su vehículo como disposición para facilitar el que realizan los otros. En carretera, el destino de uno afecta a todos.

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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