Si hay un colectivo que pueda entender y solidarizarse con el dolor de las víctimas del accidente aéreo de Barajas, ese es el colectivo de víctimas de accidentes de carretera, porque cada día, cada fin de semana, sufren el mismo zarpazo inesperado, doloroso, traumático y entran en una tragedia que les cambiara la vida.
Pero es curiosa la reacción de nuestra sociedad ante eventos semejantes.
Nuestros seres queridos se van quedando en las carreteras, en este año, a una media de 20 por fin de semana.
En lo que va de año, hasta el 10 de Agosto, esta tragedia había producido más de 1.300 víctimas. Los heridos lo son también en gran número y muchos de ellos con secuelas para toda su vida.
Algunos de estos siniestros puede que se produjeran por fallos humanos y afecten a los propios causantes, pero en una gran mayoría, miles de víctimas se ven involucradas, afectadas, por las acciones de otros, convirtiéndose en víctimas sin culpa.
Cada fin de semana, unos 20 padres se ven privados de sus hijos. Se ven golpeados por la muerte inesperada. No se han despedido de ellos, no les dio tiempo. Algunos no pierden a un hijo, sino a 2 y a los amigos de sus hijos.
Pero para la sociedad esto es sólo una estadística. Algo que le sucede a los demás. Un mal menor entre los millones de desplazamientos que se producen por las carreteras. El tributo que hay que pagar en estos tiempos modernos de las prisas, la velocidad, el ocio y el mundo en que vivimos.
Es un goteo al que nos hemos acostumbrado y ya no nos impacta como una tragedia aérea, donde de un sólo golpe 154 personas pierden la vida y en algunos casos familias enteras, como en las carreteras.
Nuestros muertos nunca tendrán un entierro casi de estado. Rara vez los políticos pasarán por nuestro tanatorio. No será necesario formar un gabinete de crisis o un grupo de estudio, para investigar los motivos por los que se produjo ese accidente. La mayoría de nuestros muertos se van a la tumba con el secreto de por qué se produjo ese accidente y en las noticias sobre el mismo aparecerá la mayoría de las veces «se desconocen las causas».
La sociedad no guardará un minuto de silencio por esas más menos 20 personas que tan solo en un fin de semana se han quedado en el asfalto. Ni siquiera uno los que lo hacen en vías urbanas y que no son contabilizados en esas negras listas. Tampoco se manifestarán cada tercer domingo de Noviembre, en el día de las víctimas de movilidad vial, declarado por la Organización Mundial de la Salud como tal, dada la repercusión en la sociedad y el número de víctimas producidas, que sólo se realiza en algunas ciudades y con mucho trabajo y esfuerzo por parte de algunas asociaciones de víctimas y familiares.
Los que perdemos a nuestros seres queridos no tenemos en los momentos de más dolor, ayuda psicológica. Sólo algunos y en algunos lugares tienen este privilegio. Algunos nos encontramos un mensaje en nuestros teléfonos.
Como seres humanos, nosotros también pedimos explicaciones, negamos nuestra pérdida, buscamos responsabilidades y, a veces, tenemos que esperar 3 años para poder enterarnos de lo que pasó, a través del juicio al responsable, eso si con un poco de suerte conseguimos conocer si ha habido un responsable y sólo con nuestros medios le llevamos ante la justicia.
Incluso tenemos que luchar con jueces que ponen impedimentos con sus comentarios o sentencias, para que con los pocos medios que tenemos a nuestro alcance, podamos tratar de impedir o evitar que se sigan produciendo víctimas en accidentes que son evitables.
Por eso, además del dolor que siento por la pérdida de estas 154 vidas, cada una con su historia y cada uno dejando un reguero de dolor y porque desde hace 3 años sé por lo que se pasa, se sufre y cómo te cambia la vida, tengo envidia. Y no es sana, porque la envidia nunca es sana, es envidia. Tengo envidia de los familiares de víctimas de accidentes aéreos, porque ellos pueden que consigan que les den explicaciones, apoyo, consideración y puede que consigan que en este medio de transporte se lleven a cabo medidas que aseguren la vida.
Nosotros, los que perdemos a nuestros seres, de uno a uno, de dos a cuatro o cinco, seguiremos lamiéndonos nuestras heridas como mejor podamos y aquellos que después de un hecho tan espantoso sacamos pequeñas fuerzas, seguiremos luchando para que a otros no les suceda, sin grandes ayudas ni promesas por parte de políticos y gobernantes. Sin grandes manifestaciones de esta sociedad. Sólo con la ayuda de los afectados. Pero así es la vida, los muertos solo cuentan cuando son muchos y a la vez.
Reitero mi pesar a todos los familiares de las víctimas. Siento en lo más profundo tener que daros la bienvenida a este mundo de dolor.
Flor Zapata Ruiz, madre e Helena.
P.D. En este fin de semana se han producido 23 muertos. En Vejer de la Frontera han perdido la vida 4 jóvenes. Sin hacer grandes estudios, parece ser que la culpa ha sido de la velocidad y de no utilizar cinturón en dos de ellos. Esta es la versión primera. Pero esto no justifica 4 muertes. En el primer lugar de donde saqué la noticia, pueden observarse los comentarios pidiendo una Autovía ¡ya! No sólo los jóvenes son los únicos responsables. Las medidas de seguridad se tienen que llevar a todos los medios de transporte. El coche particular es también un medio de transporte. A veces, nos vemos obligados a su utilización para paliar los defectos de las propias infraestructuras del resto de transportes.
Vuestro dolor es también el mío, porque, antes, ya fui yo.
Entiendo tus razones para sentir envidia, pero quizás sea mejor que no se mediatice con vuestro dolor. Lo que realmente hace falta es más conciencia social y menos pose.
La palabra mediatizar existe en español, pero con un significado diferente al que yo quería darle por influencia del inglés. Me veo obligada a rectificar. Lo que quiero decir es que quizás sea mejor que antes que salir en todos los medios de comunicación que hagan más y más mella en la herida y que antes que escuchar más falsos compromisos, lo que hace falta es que la gente corriente y los políticos vayan interiorizando ciertas conductas y para ello no es necesario hacer exhibición de ello, sino realmente entender la profundidad y el significado del asunto.
Laura, muy sensatos tus comentarios. ¿Cuánto tiempo
tendremos que esperar, para despertar la conciencia social?
¿Qué hacemos para su realización?.
-¿No mediatizar? de acuerdo ,¿quién sabe de nuestras
«historias»? Los medios de comunicación, a mi manera de ver
nos hacen «justicia»y éstos medios precisamente a los re-
presentantes de la Justicia, les fastidia. Prohiben la entrada
en las salas donde se celebrará un juicio, que según ellos,
pueden impedir la serenidad necesaria para sentenciar…..
Asi ocurrió en el juicio por el atropello de mi hijo.
Laura, más mella en nuestra herida es imposible!
Hasta pronto, Tina
No dejas de tener razón, Tina, quizás la cuestión estribe más en la ética profesional de los periodistas que se hagan cargo de la cobertura de la noticia.
He visto actuaciones de periodistas en este tipo de casos de muy dudoso gusto, pero también he visto a veces como los medios de comunicación ayudaban a sacar a la luz cuestiones importantes. Es cierto, he sido demasiado extrema en este aspecto.
De todas formas, por lo que he visto, aunque sea dífícil de imaginar, creo que los periodistas poco éticos pueden hacer aún más mella en la herida.
Un abrazo,
Laura.