Un fin de semana, nuevamente, muy trágico. Esta vez, el dolor que más me impacta es el de dos madres y sus dos hijos en el km. 1.172 de la carretera N-340. Porque son madres, porque ha sido en una zona de recuerdos infantiles (mis veranos en Tarragona), porque los niños no llevaban cinturón, porque, según algunas noticias, pudo ser una confusión en un lugar punto negro, porque cuatro vidas se han perdido, probablemente, por la omisión de tantos, por la culpa de todos, como dice la dedicatoria de «Madres sin hijos».
Pero no han sido solo ellas, de momento, las noticias hablan de 15 muertos.
Ese goteo que no para pero al que ya se han acostumbrado. Los demás. Yo no.
Y mientras Esther y yo hablamos sobre las cosas que vamos a hacer, ella llena de euforia porque casi está recién llegada, yo las que podríamos hacer, porque ya tengo la experiencia de seis años muy lentos, porque en los accidentes de tráfico todo va muy lento, los diarios se llenan de las noticias de los muertos de este fin de semana en las carreteras.
Las madres y los niños, dos jóvenes de 18 y 24 años en Pontevedra, un atropello, un camionero, otro hombre y dos jóvenes en Valencia, y así hasta quince, que después del recuento siempre serán más.
Un lunes más, un día más, mi frase más repetida: «Vuestro dolor es también el mío porque, antes, ya fui yo»
Un fuerte abrazo para todos los afectados.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.