Mi última carta al director, publicada en El País de ayer día 10 de Septiembre
Ya se ha producido el macabro recuento de este verano. Y como en otras ocasiones, también con gobiernos anteriores, se habla de menos muertos. Descensos optimistas. ¿Alegría para quién? ¿Quién se alegra de pertenecer a esos 62 muertos menos si nunca pensó que pudiera tocarle? ¿Y los familiares de los que sí han muerto?
Las víctimas de siniestros de tráfico nunca son menos, siempre son más. Son más muertos que se unen a los del año anterior, y a los del otro, y al otro. Muertos que tienen padres, hermanos, familia, ilusiones y un nombre.
No son solo un número. Y para los que los quieren, el sufrimiento es el mismo, aunque hayan muerto por exceso de velocidad, por no llevar el cinturón puesto, por salirse de la vía en un punto negro o por el mal estado de las mismas.
Esas víctimas, en su gran mayoría, habrán muerto por las acciones de otros, por la omisión de tantos, por la culpa de todos. Porque todos debemos estar implicados para que no existan esos mal llamados accidentes de tráfico.
Esos fríos números que nos ha facilitado la DGT son: Marta, Irati, Ibai, Antonio, Alejandra… y así hasta 262 nombres, y eso, solo, en julio y agosto.— Flor Zapata Ruiz, madre de Helena. “Vida en la Carretera”, Asociación de afectados por la violencia vial.