Post escrito el 27.01.2007 por FZ madredHelena.
A nadie le gusta que le prohíban, todos queremos ser libres, pero ninguno nos planteamos que nuestra libertad se acaba cuando afecta, cuando llega, cuando invade la libertad de otra persona. Si no fuera así, todos no tendríamos derecho a la libertad, sólo unos pocos.
Las personas más juiciosas y razonables entenderán esto, pero qué pasa cuando el ejercicio de esa libertad puede poner en peligro la vida de los demás o producir la muerte de otra persona.
En cada persona está que vivamos en un mundo en donde no haya que prohibir
Pero como los seres humanos somos así, siempre tiene que haber alguien que ponga un poco de cordura en el caos.
Entiendo que los que no han tenido la desgracia de la pérdida de un ser querido por la acción de conducir un coche, les parece toda prohibición desmesurada, patética e insoportable. Pero todos tenemos que pensar que llevar entre la manos un volante no es ninguna tontería.
A nadie le gustaría cuando sube a un avión que el piloto fuese con una curda importante, que cuando tiene que aterrizar o despegar se ponga ha enceder un cigarrillo o cualquier otra cosa que le produzca una distracción de la maniobra que está realizando.
Mientras que nosotros, los que conducimos, no lo hagamos con todos los sentidos que tenemos, alguien nos irá prohibiendo aquellas cosas que nos pueden producir un despiste.
Y lo digo con conocimiento de causa. Conozco víctimas de accidentes por la siguientes causas:
El conductor del otro coche encendió un cigarrillo
Se salio de la carretera al coger el móvil
El conductor del otro coche se durmió.
El perro que llevaban iba armando mucho ruido y se volvió a mirar que pasaba.
Y así muchos. Personalmente me atropelló una bicicleta porque el chico que la llevaba se puso a beber una coca cola, imvadió la acera, era de noche, yo no le vi y me tiró, además de las magulladuras, me provocó una lesión de cervicales que ya la tengo para toda la vida.
Y mi hija, mi hijita … ¡qué más os voy a contar de mi hija!
En nuestra mano está ¡Qué no te tengan que prohibir!
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.