D. Jesús Sendino Ortega

El pasado día 15 moría D. Jesús Sendino Ortega, cura salesiano, querido por muchos.

Sé que yo no soy, quizás, la persona más adecuada para escribir sobre él, porque yo no lo conocí desde el principio. Porque yo no pertenecía al grupo de jóvenes que el creo, pero llegué a él a través de mi marido y recibí el mismo cariño que si nos hubiéramos conocido de toda la vida. Y durante muchos años, y después de oficiar mi boda (con una paciencia infinita, para atender a mis requerimientos), con uno de esos jóvenes que le apreciaba y conocía de años, pasé a formar parte de de ese grupo, que nos hicimos mayores, pero no perdimos el contacto con él.

D. Jesús, como le llamábamos, era un cura especial. Un cura salesiano comprometido, cercano y dispuesto ayudar.

Yo le conocí ya en Madrid, pero anteriormente estuvo por Puertollano. Allí es donde formó ese grupo de jóvenes que, por entonces, cambiaban las iglesias, y consiguió que en un colegio, dónde solo estudiaban chicos, entraran por primera vez las chicas.

Pero como no tenía pelos en la lengua, en sus homilías no dejaba de reflexionar y hacer pensar a sus feligreses, en unos tiempos en los que no se podían decir ciertas cosas. Por ejemplo, echar en cara el luj0 de unos ante la pobreza de otros.

Decían que este fue el motivo por el que se marcho a Madrid. Y cuando llegó allí, pidió ir al barrio más pobre, o uno de los más pobres. Así fue como llegó al barrio de «El Pan Bendito».

Sí, el conoció al Langui. No creo que llegase a conocer al Omar Fuentes. Y D. Jesús, no fue tan conocido como estas dos figuras reconocidas de El Pan Bendito, pero seguro que más de uno le recordará como el cura que salió de la casa consistorial, junto con sus compañeros, para dejar que la ocuparan otros que él pensaba la necesitaban más. Y ellos se fueron a vivir a un barracón.

También muchos le recordarán como el cura de la lotería, que a sus antiguos jóvenes nos llenaba de participaciones para que las vendiéramos y así ganar unas perrillas para su parroquia.

Jamás perdió el contacto con nosotros, siempre había una escusa o motivo para vernos, y nunca olvidaba nuestros cumpleaños. El mío era unos días antes que el suyo y no se le olvidaba.

El estaba siempre en las bodas que había que realizar, o en los bautizos que fueron llegando. Y aquel grupo siempre festejaba el reencuentro con D. Jesús.

Pero la vida se nos acumula en el cuerpo y llega un momento en el que perdemos nuestra autonomía y nos tienen que cuidar.

Así llegó hasta León. Hasta allí nos fuimos a verlo. Aún estaba bastante bien, a pesar de cierto deterioro de salud.

Después llegó la pandemia y era difícil contactar con él directamente. Aún así, seguíamos teniendo alguna noticia.

Ayer nos enteramos de la triste noticia.

Para nosotros, siempre estará en nuestro corazón. Y, para mí, seguirá siendo el único sacerdote que denunció en una homilía el siniestro de mi hija y la culpa del alcohol. Yo que me considero una persona poco creyente, para mí siempre será la persona más importante que ha rezado por mi hija. Y si de verdad existe su Dios, y otra vida, espero que estén juntos.

Mi querido D. Jesús, descansa en paz. Nunca te olvidaremos. Un abrazo para sus familiares.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

www.quieroconducirquierovivir.com

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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