La suerte del que sobrevive

(Post escrito el 11 de abril de 2008 por FZ madredHelena)

Hace unos días me encontraba con una carta en la sección de «cartas al director», sobre Trace, una asociación que se dedica a las víctimas de accidentes, que después del mismo, ya nunca vuelven a ser personas independientes.

Cuando leí esta carta, recordé unos versos que encontré en la página de «Madres en contra de la conducción en estado de ebriedad»

Cada fin de semana, en igual número de muertos y muchas veces superior, son los heridos en un accidente de tráfico. Para los que nuestra pérdida es irreparable, nos parece que los que sobreviven tienen mucha suerte, pero ¿Qué clase de suerte?

Recuerdo que yo decía es imposible que Helena haya muerto, no, hay tantas personas que se quedan en una silla de ruedas, se podría haber quedado también ella, me hubiera conformado con eso, no me importa, pero luego pienso ¿Y ella, qué habría querido ella?

Os dejo con la carta de Montserrat, publicada en El País, el 27 de marzo pasado y con el poema no me digas que soy afortunado

Ayuda oficial para los accidentados

MONTSERRAT OLIVERAS BALLONGA – Barcelona – 27/03/2008

Cada fin de semana, o después de vacaciones oigo por los medios de comunicación cómo facilitan a la audiencia el número de muertos que se han producido a causa de los accidentes de tráfico. Como madre de una hija que sufrió hace 20 años un traumatismo craneoencefálico por este motivo, que la sumió en un coma de 15 días y le ha dejado varias secuelas, me pregunto: ¿la Administración tiene en cuenta a estas personas afectadas?

La muerte de un ser querido es algo que marca para toda la vida, pero muchas de estas personas que sobreviven a los accidentes sufren secuelas con las que tienen que aprender a convivir el resto de sus vidas.

Las secuelas son muchas y variadas, todas ellas altamente invalidantes: paraplejias, afasias, trastornos cognitivos graves, pérdida del equilibrio. Los familiares tienen que hacer punto y aparte en sus vidas y cambiarlas totalmente, hay que enfrentarse a una nueva situación.

Una vez salen del centro hospitalario donde han sido tratados, los familiares tienen que estar pendientes totalmente del traumatizado, seguir terapia de recuperación, adecuar espacios en la vivienda, procurar que se relacione con otras personas, etcétera. Todo esto bajo una desprotección total por parte de la Administración.

Creo que es el momento de pensar en estas personas dependientes, pues hasta ahora son las familias, que uniéndose han creado centros, como TRACE (asociación catalana de traumatismos craneoencefálicos y daño cerebral sobrevenido), donde pueden hacer varias actividades, desde trabajos manuales hasta cuidar de un huerto ecológico. Sería una lástima que por falta de financiación hubiera que cerrarlos, ya que sin la ayuda de la Administración llegará un momento en que las familias no podrán asumir el gasto ni seguir con una tarea tan necesaria.

No me digas que soy afortunado

Yo vivo con mis lesiones,
La gente me dice, «¿No eres afortunado?»
Y ellos no entienden
Porque mi rostro súbitamente se paraliza
Y mi voz se pone tensa.

Yo puedo decir que soy afortunado
Si así lo eligiera en un día determinado,
Pero cuando otros lo dicen,
Yo siento como si
Ellos minimizaran mi dolor
Y no reconocen mi precio,
Contándome solamente como vivo o muerto
Sin importar qué tan duro puede ser
Continuar vivo.

Algunos días estoy contento
La vida en si es todo lo que importa
Y la saboreo.

Pero cuando me duele demasiado,
O me dicen que no sanaré completamente,
Cuando no puedo trabajar o jugar como antes,
O siento que soy una carga para otros,
¡Entonces no me siento afortunado del todo!
¡Me siento engañado!

Algunos días incluso deseo
Haber muerto antes que vivir así.
Por favor no me digas
Que soy afortunado
Si solamente estoy lesionado.

Dime en su lugar
Que estás contento que todavía esté yo aquí,
Y déjame saber porqué.
Dime que te interesas por
Mi pena, dolor, ira y ajustes.
Dime que con gusto escuchas una y otra vez
Mis decepciones, pérdidas y frustraciones.
Y tienes paciencia mientras yo aprendo otra vez a vivir.

Entonces algún día yo podré decirte
Cuan afortunado yo soy -de tener a alguien
Quien entiende y acepta mis pesares
Y quien también comparte mis alegrías.

Dorothy Mercer

¡Cuánta razón tienen! Mucha fuerza en vuestra lucha, porque la suerte ya se os ha venido dada.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor con alcohol.

www.quieroconducirquierovivir.com

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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