Las pertenencias de las víctimas en un siniestros de tráfico

A todos nos impactó el relato que hizo hace unos días, el periodista Juan Diego Quesada, con su artículo «Una vida destrozada por un kamikaze», en El País.

No estamos acostumbrados a este tipo de relatos, sino al frío titular de fallece una persona en un accidente de tráfico.Que no es fallece, sino que lo han matado. No hay nombres, por supuesto, menos aún el del causante, ni los detalles, ni la historia de la víctima.

También hay quien no quiere este tipo de artículos porque les llaman «morbo». Pero el caso es que cuanto más cosas y detalles sabemos de un siniestro, que no es accidente, como en este caso, más podemos entender el dolor que producen estas muertes, y se crea una empatía que quizás sirva para concienciar.

Ese artículo ha sido uno de los más compartidos, pero no sé si muchos se habrán dado cuenta de algunos detalles de su contenido:

Dice Juan Diego Casado en un párrafo: Por la tarde, los tíos de Víctor fueron al desguace en busca de sus pertenencias. Entre los restos de su coche destrozado, un Citroën C4, rescataron la pulsera de un reloj Apple Watch, pero no su esfera, una cartera y una mochila. Un empleado del desguace les llevó también una bolsa de plástico con una toalla de playa dentro. La miraron extrañados, hasta que cayeron en la cuenta de que por error les habían entregado las cosas de Cui, el kamikaze. El descuido les incomodó.

Este siniestro me hizo recordar el de mi hija: la misma edad, alegría, sueños, estudios… Pero sobre todo me llamó la atención ese párrafo del periodista.

La guardia civil mantuvo los dos teléfonos de Helena (uno de España, el otro de Holanda), conectados, y nos los entregó cuando acudimos a la casa cuartel. Debió ser porque como no nos localizaron cuando llamaron a casa y nos dejaron un mensaje en el contestador, debían esperar que en algún momento nosotros llamáramos al móvil de Helena.

Pero el resto de pertenencias de nuestra hija, nos dijeron que las podíamos recoger en el desguace. Casi lo mismo que en este caso: «un reloj, en este caso roto; una mochila con los álbunes de fotos que se había hecho en Holanda; un monedero, vacío, sin dinero.

No entendí que estas cosas nos la tuviera que entregar el personal del desguace. Pero en ese momento no estaba para pensar mucho.

Del amasijo de hierros recogimos el poncho que llevaba, que lo había hecho yo, estaba agujereado; los zapatos, unas merceditas que acababa de estrenar; y el autorradio.

Más tarde, siempre me extrañó que el monedero de mi hija no contuviera nada más que unas monedillas. No me creo que no llevara nada de dinero, máxime cuando mi madre me comentó que le había dado dinero para comprarse unos zapatos, y unas merceditas no cuestan tanto.

Pero volviendo a la historia de Víctor, también han publicado que a Víctor le robaron al auxiliarle. No es la primera vez que sucede esto. Las gafas de sol de mi hija no aparecieron, en otros siniestros de otras madres que conozco no aparecieron móviles de ultima gama o tablet.

Yo no estoy culpando a nadie. En un golpe tan tremendo es muy posible que salgan cosas del coche y se pierdan, pero me estoy preguntando ¿Por qué las cosas personales de una víctima no son recogidas por la Policía o la Guardia Civil? ¿Por qué las tiene que entregar el personal del desguace? ¿Esto sucede siempre? Hace catorce años yo pensé que me había pasado solo a mí porque no me pudieron localizar, pero veo que sigue pasando.

¿Qué menos se merece una víctima de tráfico que recojan sus cosas con las debidas garantías?

Estamos de acuerdo que siempre va a ver desaprensivos que se disfrazan de buenos samaritanos, pero si las cosas personales se quedan en el coche, y la grúa tarda en llegar y recogerlo, su interior siempre va a estar vendido. Y las víctimas, incluso las heridas, en esos momentos no están para recoger nada.

Alguien me puede explicar si existe un protocolo para recoger las pertenencias de una víctima de tráfico. Y si no existe, ¿no va siendo hora de que se haga?

Siento mucho el dolor de esa familia, especialmente el de esa madre, porque siempre me digo que hay algoaún peor que perder un hijo, y es perder dos, y esa madre, no sé si tendrá más hijos, pero ya hace tiempo que se convirtió en una madre sin hijos como yo.

Vuestro dolor es el mío.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por la acción de un conductor con alcohol.

www.quieroconducirquierovivir.com

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
Esta entrada ha sido publicada en Historias, Muertes en carretera, Quieroconducirquierovivir, Reflexiones, Seguridad Vial, Sentimientos, Solidaridad y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *