Casi todos los días cojo el autobús número 611 en el Intercambiador de Moncloa. Me dirijo a la Universidad por la carretera de la Coruña. Cuando voy en este bus, según vamos avanzando suelo ver el cartel de la estación de Cercanías de Las Matas. En el kilómetro 26. Entonces retrocedo casi tres años en el tiempo y recuerdo la vuelta a casa después de clase. Primer año de carrera, a la una y media se acabó la clase. Miguel Ángel nos deja a la altura de la estación de Las Matas. Allí tenemos que cruzar al otro lado de la autopista. Sobre las dos menos veinte, más o menos. Para llegar al lado opuesto, dónde se encuentra la estación, hay que pasar un puente largísimo y muy alto.Helena siempre coge mi mano y la aprieta fuerte para que yo no tenga miedo. Ella sabe que tengo vértigo y esa sensación de vacío a nuestro alrededor y bajo nuestros pies es horrible. Todos esos coches, de vez en cuando un camión, pasan feroces por debajo. Es una sensación horrible si eres una persona que tiene vértigo.
Ella me cogía de la mano y la apretaba bien fuerte. Cantábamos alguna canción para olvidarnos del miedo y de esa desagradable sensación de vacío bajo nuestros pies. Al ritmo que íbamos acelerando el paso, acelerábamos también el ritmo de la canción. Cada vez más rápido. Más y más rápido. Más y más…
Luego llegábamos al andén de la estación, exhaustas, entre risas y nervios. Así todos los días. Como un ritual.
Cada vez que cojo el autobús número 611 en el Intercambiador de Moncloa hacia la Berzosa, siento cómo aprieta mi mano con la suya y cantamos.
Todos llevamos un recuerdo personal de Helena en nuestro corazón. Y este es uno de los míos. Uno de tantos buenos. Un abrazo para los dos.
Ana.
Esta es una muestra más de una amiga de Helena. ANA ALEJANDRO, amiga y compañera de Universidad. Este relato me conmovió de una forma muy especial.
Otra persona que ha sufrido la pérdida de Helena. Gracias Ana.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.
Un recuerdo precioso que perdurará en su mente de por vida.
Me ha emocionado Flor.
Un abrazo.