Amigos, sólo hasta la muerte.

 (Post escrito el 9 de enero de 2009, por FZ madredHelena)

Cada fin de semana, algún joven encuentra la muerte en compañía de sus amigos. Normalmente, se produce en el regreso a casa y el medio o el escenario es el coche. Pero no todos los ocupantes de un coche corren la misma suerte y así la mayoría de padres que pierden algún hijo en estas circunstancia se preguntan ¿Por qué mi hijo y no otro?

En muchos de los casos, el culpable del accidente, el conductor, es justo el que se salva, produciéndose así una mayor injusticia y un mayor dolor para los padres que pierden a sus hijos.

Pero no perdamos de vista que todos los que ocupaban el coche eran, normalmente, amigos. Que en algunos casos, el estado que llevaba el conductor era el mismo que llevaban el resto de ocupantes y que ninguno le recrimino que tomara el coche. En una palabra, que todos son jóvenes, demasiado jóvenes e irresponsables.

En diciembre de 2006 escribía un spot titulado “Los jóvenes no piensan morir”, uno de tantos en los que mostraba mi dolor por el resultado de muertes de jóvenes  cada fin de semana. Pero en este post, hacía referencia a un accidente que acababa de ocurrir y en el que se daba una circunstancia especial. El conductor, que lo hacía bajo los efectos del alcohol, no dijo que en el coche viajaban otros dos jóvenes. Estos habían salido disparados del coche por no llevar el cinturón. Al socorrer al coche siniestrado, no vieron a los dos jóvenes despedidos y les dejaron abandonados.

Posteriormente, los encontraron. Eran dos jóvenes de 17 y 18 años. Dos familias más destrozadas.

Ayer, en un programa de televisión, podía ver a la madre de uno de ellos, Fernando (por cierto ¡qué coincidencia con el personaje de mi cuento de navidad!).

Esta madre está desesperada porque, con toda la razón, se plantea que su hijo podría estar con vida si el conductor y el otro ocupante hubieran dicho que viajaban dos personas más.

Esta madre trata de que al culpable se le juzgue por conducción temeraria, homicidio imprudente y negación de auxilio.

En mi anterior post yo misma me decía que probablemente no advirtieran de los otros ocupantes porque en el estado que podrían ir ni se acordaban, ni lo sabían.

Hay una tónica en los accidentes de jóvenes,  y lo sé porque he hablado con muchas madres de víctimas de accidentes en los que otros jóvenes han sobrevivido,  y es que se produce un pacto de silencio. Silencio que no sé si es totalmente voluntario, para no perjudicar al resto de ocupantes o es producido por el trauma del accidente.

La mayoría de ellos dicen no acordarse de nada. No hay forma de sacadles detalles: cómo iban, qué habían tomado, qué pasó…

Lo que no saben los jóvenes es que,  para los padres que pierden a sus hijos, ellos, los que sobreviven, no son sus amigos. Incluso comienzan a dudar que fueran amigos de sus hijos.

El dolor por la pérdida de un hijo es tan brutal, tan intenso, tan inexplicable que cualquier padre que haya pasado por esta situación comprenderá y se identificará con que su única razón de vivir se convertirá en la obsesión de encontrar un culpable por la muerte de su hijo y hará lo posible e imposible para que pague por ello.

Por eso, jóvenes, no penséis que cuando lleváis a vuestros amigos en vuestros coches, en vuestras manos, todo estará permitido porque sois amigos. Sólo sois amigos hasta la muerte.

Si tenéis corazón, la pérdida de vuestro amigo os dejará marcados de por vida, pero, además, los padres de éste os perseguirán y harán todo lo posible por romperos la vida tal como habéis hecho vosotros con la de su hijo.

Porque ellos no entenderán de amistad. Solo entienden del dolor que habéis producido.

Y vosotros, si verdaderamente queréis a vuestros amigos, demostradlo conduciendo con responsabilidad. Sin velocidad, sin alcohol, sin drogas…

Querida María, madre de Fernando, ¡Cómo te comprendo!

A veces, digo que tengo mucha suerte de no tener ningún lazo de unión con el culpable de la muerte de mi hija. No le conocía. No era su amigo. Solo tuvo la mala suerte de ir por delante de él, en la misma carretera. No quiero pensar  si al dolor que siento tuviera que unir el de que un amigo, un conocido, fuera el culpable de su muerte.

Prometo guardarte en el fondo de mi corazón

Prometo acordarme siempre de aquel raro diciembre
Prometo encender en tu día especial una vela
y soplarla por ti…
Prometo no olvidarlo nunca

Tenia tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

Tenía tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

Camino despacio pensando volver hacia atrás,

No puedo en la vida las cosas suceden no más…
Aún pregunto que parte de tu destino se quedó conmigo,
Pregunto que parte se quedo por el camino

Tenía tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

Tenía tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

Tenia tanto que a veces maldigo mi suerte..

A veces la maldigo…
Por no seguir contigo…

Tenía tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

Tenía tanto que darte

Tantas cosas que contarte
Tenía tanto amor,
guardado para ti…

(Nena Daconte,” Tenía tanto que darte”)

Hasta no escuchar esta canción de la boca de una niña, el día de Reyes, no he sido consciente de su letra.

Dedicada a nuestros hijos. Los que perdimos. Por las acciones de otros, por la desidia de tantos, por la culpa de todos.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

www.quieroconducirquierovivir.com

 

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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