Un bebé de diez meses muere, y su hermano de siete años resulta herido, en un siniestro de tráfico en Gerindote, Toledo. Parece ser, que la madre conducía bajo los efectos del alcohol y la cocaína. Esta es la información facilitada por periódicos y autoridades.
Lo único que difiere es el titular, porque en todos los medios aparece «muere en accidente de tráfico». Sigo sin entender cómo la palabra siniestro solo se utiliza para el coche, para algo material. Todos ya conocéis mi lucha para que se utilice el término «siniestro» en lugar de «accidente», máxime cuando hay resultado de muerte.
Si se confirman con los contraanálisis que la madre conducía con alcohol y otras drogas (alcohol doble del permitido, en primera prueba de aire expirado, y cocaína en test de drogas), y que esta ha sido la verdadera causa del siniestro, no es un accidente, porque se pudo evitar.
Parece ser, también, que los sistemas de seguridad de los niños, no eran los más adecuados. Un elemento más a tener en cuenta.
Alguna publicación profundiza más en explicaciones sobre esta madre. Yo no quiero pronunciarme sobre ello hasta que no se confirmen las verdaderas causas que, de momento, son tan evidentes.
Si es una madre, ya tiene suficiente condena. Sobrevivir a un hijo crea un sentimiento de culpabilidad, que se sumaría al verdadero. Perder a un hijo te condena de por vida. Convertirte en «Madres sin hijos», porque aunque tenga otro, siempre serás una «madre sin hijos», te descoloca para toda la vida.
Perder un hijo te puede hacer mejor persona, o no. Si esta mujer tenía algún problema de adicción, no quiero pensar que puede suceder.
Pero mi pensamiento, sobre todo, está con ese pequeño bebé, Carlos Omar. Otra víctima inocente. Muy probablemente, otro que murió por el alcohol que otro tomó.
Y me desangraré en el intento,
viviré rota
por el resto de mi vida
procurando que
tú no seas el bebedor pasivo (Flor, madre de Helena)
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.