Tendría unos 11 años cuando fui por primera vez a Comarruga ( Coma-ruga en catalán.Tarragona). Era la primera vez que iba a la playa y a partir de ese momento, durante varios veranos, mis vacaciones fueron por playas de esa zona, y se convirtieron en alguno de los mejores recuerdos que tengo.
Ayer, leía con gran estupor una noticia relacionada con esa playa, pero el tema no me traía buenos recuerdos como mis veraneos de niña, sino recuerdos de los estragos que hace el alcohol.
La noticia habla de la sentencia a una joven que siendo menor y desde el asiento del copiloto, atropello a un hombre casado y padres de un hijo. Esta joven había salido de una discoteca de Comarruga y, según la noticia, había salido rabiosa por que se había enfadado con los amigos.
La joven, que curiosamente no conducía, triplicaba la tasa de alcohol. ¿Qué tasa? ¿La tasa para matar, la tasa para bailar, la tasa para destrozar una vida?
La noticia no especificaba si a la persona que atropelló dando un volantazo desde el asiento del copiloto era conocida o no para la joven, si tenía algo que ver con su enfado. Supongo que no. Fue solo la víctima de tantas copas.
Han condenado a la joven, por “homicidio previsto”, a dos años de internamiento y otro de libertad vigilada bajo asistencia educativa.
Un día antes de leer esta noticia, me llamaba la atención, también, el artículo titulado “La última Copa” de la sección “El acento” de El País. Este artículo que se titula casi como mi eslogan “La última copa siempre la pago yo”, hablaba también de los estragos que produce el alcohol. Claro que últimamente, desde lo de Pozuelo, todo el mundo opina sobre el botellón. Pero recuerden que hace unos años, la ministra Elena Salgado, por entonces ministra de Sanidad, quiso hacer una ley para regular el consumo de alcohol de los jóvenes y todo el mundo puso el grito en el cielo. Incluso altas personalidades como un expresidentes de gobierno.
Más de dos años después de este intento, seguimos sin ley y con botellón. Ahora, la organización médica colegial pide que se recupere el proyecto. Algunos municipios prohíben o se plantean prohibir el botellón y todos nos cuestionamos el tipo de educación que tienen nuestros jóvenes.
Tal como anunciaba Elena Salgado en la entrevista de El País del 22 de Febrero de 2007: “espero que este tema se convierta en los próximos meses en una inquietud social”, la inquietud social ha aparecido, pero ha tardado más de dos años
¿Por fin vamos a hacer algo al respecto?
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que otro tomó
(Cartas al director relacionada: el alcohol, el botellón y la ley que no se parió)
elena mi mas sentido pesame por la muerte de su hija ya que creo que enterrar a un hijo es lo peor
pero uste opina de el caso del accidente de comarruga desde la informacion del corre ve y dile osea de lo que dicen que no es verdad
por lo menos en este caso
porfavor no enterremos ala gente en vida
sin saber toda la verdad no opine
constanza una madre
Creo que me he limitado a la noticia, ´tal como apareció. Si no es real eso yo no puedo saberlo.
El post tiene un tono general de crítica al alcohol.
Creo que me lo puedo permitir por el dolor que tengo que sufrir al haber perdido a mi hija por el alcohol que alguien tomó.
No sé si es la madre de esa joven, o si la conoce, o si tiene algo que ver con ella, pero estoy de acuerdo que puede cambiarle la vida y entiendo que lo que los hijos hacen nos repercute directamente. Muchos de los jóvenes no son conscientes de cómo se complican o se pueden complicar sus vidas por el alcohol.
Pero también es cierto que, como en el caso del que mató a mi hija, pueden tener la oprtunidad de rectificar o cambiar su vida.
Mi hija no. Mi hija ya no tiene ninguna oportunidad. Ni de mejorar ni de empeorar su vida, porque ya no la tiene.
Flor, madre de Helena.