Hoy ha comenzado el juicio contra el conductor del autobús que provocó la muerte de Lola Velayos y una persona más, así como dos heridas, en el carril Bus VAO el 3 de febrero de 2012.
Está acusado de dos homicidios imprudentes y dos lesiones, y según algunos testigos, conducía con una mano y manejaba el móvil con otra.
El acusado lo niega y alega que el coche no estaba señalizado y a él le parecía que estaba en marcha.
Pero después de esta declaración, han venido la de las dos pasajeras que se salvaron, ochos testigos y el número de la Guardia Civil, que realizó el atestado, y todos coinciden que el autobús no hizo ningún intento de esquivar el coche, ninguna maniobra para evitar el choque, y siguió su dirección y curso a pesar de que el carril izquierdo estaba completamente vacío en ese momento. Vamos, que tuvo tiempo y espacio suficiente para poder esquivarle y no lo hizo (tal como se ve en el vídeo).
Una jornada dura para los familiares de Lola y para todos los que allí estábamos y hemos podido escuchar el relato de las dos jóvenes que resultaron heridas, y de los testigos.
Y, como siempre, difícil de escuchar y tragar, las preguntas del abogado defensor y de las aseguradoras o de la empresa del autobús (Larrea), todas encaminadas a presentar como culpable a la conductora del coche siniestrado, tratando de hacer ver que no señalizó la avería del coche o que era culpable de que el coche se hubiera parado, como si eso justificara que se produjeran esas muertes.
Y una que ya lleva unos cuantos juicios de este tipo, sumados al de mi hija, cada día siente más asco de cómo puede haber abogados que defienden lo indefendible, y como las aseguradoras pueden producir tanto dolor en pos de escatimar unos cuantos euros.
Pero hoy, además, he podido comprobar con gran extrañeza, y pena, como algunos abogados, porque me imagino que ha sido una cuestión de mal asesoramiento, pueden llevar a algunas víctimas a no reivindicar más allá de las indemnizaciones y no cuestionarse y perseguir la culpabilidad del causante de una desgracia. Y no me estoy refiriendo al caso y a la familia de Lola Velayos, sino la de la otra víctima de este mismo siniestro, una mujer que deja dos hijas huérfanas.
Me ha resultado bochornoso escuchar a un abogado que solo hacía referencia a la maleta que se había perdido, la cesta de la compra realizada, a un gato que se había salido de su jaula después del golpe, o a la pérdida de un cuaderno de apuntes. Éstas eran las cosas importantes a preguntar a sus defendidas. Ningún tipo de alusión al daño psicológico y a la verdadera pérdida de dos seres humanos, madre o amiga respectivamente.
Mañana continuará la sesión con la declaración de más Guardia Civil, y personal más técnico (peritos), pero para mí, el núcleo central del caso está más que claro: el conductor del autobús iba distraído con algún tipo de cosa y no vio ni se percató de la existencia del coche en el arcén, en el escaso arcén que existe en este carril, pero que podría haber evitado perfectamente.
Según la declaración del número de la guardia civil, la distancia desde el punto de posible percepción del coche, hasta el mismo, había unos 280 metros. Distancia más que suficiente para haber frenado o desviado al otro carril.
Me quedo con una frase de la hija de una de las víctimas, para expresar todo el horror que sufrieron estas cuatro personas, metidas en el coche, durante unos 20 minutos, sin poder salir ni para poner los triángulos, ni para ponerse a salvo de un lugar tan peligroso, que hasta el propio miembro de la benemérita ha llegado a decir que si le hubiera pasado a él, tampoco se habría atrevido a salir para señalizar el coche: Esta chica, que iba en el asiento del copiloto, estaba mirando para atrás cuando vio acercarse al autobús y grito «¡no va a torcer, no va a torcer!
Y me quedo con el dolor de Oliva, la madre de Lola, al escuchar estas palabras y pensar lo que habría sentido su hija Lola.
Después de dos años y de conocer todos los pormenores de este caso y saber del dolor de otra familia rota, sigo pensando que el carril Bus vao es una ratonera mortal.
Y solo espero que la familia Velayos consiga algo de justicia. Y digo «algo» porque aunque la propia fiscalía pide cuatro años de cárcel y seis de pérdida de carnet, mi pesimismo es tan grande como la realidad de todas las sentencias que llevo leídas.
Mañana, cuando se produzca la frase «visto para sentencia», ojalá se produzca una conjunción de astros que produzca un poquito de paz a esta familia víctima de un siniestro vial, porque no es un accidente, si se pudo haber evitado.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
12 de Junio de 2014