Estoy expectante hasta que llegue el capítulo de Jordi Évole en el que va a tratar o entrevistar, a las personas que están en las cárceles por delitos de tráfico, en su nuevo programa «Lo de Évole».
Y esa expectación viene dada por lo que hasta ahora, en las entrevistas de promoción de su programa, ha declarado.
Lo he escuchado en dos programas diferentes, y las dos veces me ha dejado muy preocupada.
Ayer decía algo así como que, sin llegar a ver su programa, porque aún no se ha emitido, había ya personas que se estaban metiendo con él, que pensaban que por hacer determinadas entrevistas la gente ya pensaba que se había vuelto como el entrevistado.
Quiero darle el margen de confianza hasta que emita el programa sobre delincuentes viales, pero sus declaraciones, hasta ahora, son de lo más desafortunadas.
Dice que todos estamos más cerca de la cárcel de lo que pensamos, en relación con temas de tráfico. Que personas normales como él, como yo, como tú, podemos cagarlas en un determinado momento y perderlo todo, y entrar en la cárcel por un accidente de tráfico.
Esta declaración, si lo ha hecho para crear polémica, ha dado en el clavo, porque cualquiera de los que somos víctimas, o de los que estamos implicados en la seguridad vial, sabemos que cualquiera no es un victimario o un asesino en potencia.
En la gran mayoría de los siniestros viales con muertos o heridos, está por medio el alcohol u otras drogas, la velocidad, la violencia y el desprecio de la vida de los demás y la propia.
Y yo y otros muchos, no conducimos con drogas o alcohol.
Reconozco, y yo misma he utilizado en muchas ocasiones en las que famosos, deportistas, políticos, les han pillado conduciendo con alcohol, la expresión «la has cagado», porque así es, pero también debería haber acompañado a esta expresión, la atención de que por esa cagada han podido dar muerte o morir. No se concibe que en estos tiempos no haya hecho más incidencia en el valor de la vida y la tragedia que son los siniestros de tráfico, porque eso sí que es una tragedia, no el ir a la cárcel.
Muy desafortunado señor Évole. Esperemos que su entrevista a esos delincuentes viales, y a pesar de que usted dice que empatiza siempre con aquel al que le hace una entrevista, deje ver alguna gota de empatía por las miles de víctimas que, como en mi caso, hemos perdido todo. No me refiero al trabajo, a la mujer, al marido, como usted enfatizaba, sino a lo más importante: los seres queridos.
He de reconocer que, por supuesto, no hablo con objetividad, porque soy víctima, pero en mi caso, aunque me lo pidieron, no he sido capaz de ir a las cárceles para dar charla a esos delincuente viales, pero sí conozco otras víctimas que a pesar de su dolor, se prestan a ver la cara de estos presos y se reunen con ellos. Lo siento pero mi Resiliencia la he llevado por otros derroteros, y recuerdo que en una de mis charlas de concienciación coincidí con un condenado que trataba de lavar su culpa con estas charlas y para mí fue la peor experiencia que he podido tener, pero es que a mí no me consuelan las lágrimas del culpable porque su arrepentimiento no me va a devolver a mi hija.
Señor Évole, un día estuve dispuesta a contarle mi historia y prestarme a una entrevista, y contarle la historia de «Madres sin hijos», un grupo de casi trescientas madres que han perdido algún hijo, a cambio de que (después de haber conseguido que se reabriera el caso del metro de Valencia), ayudara a una compañera a que la muerte de su hijo, al que no se le ha hecho justicia, se reabriera también su caso. Al final decidí no regalarle la historia de tantas madres de un grupo de dolor porque no estaba segura de que realmente lo considerase como tal.
Le escribí de todas formas contándole la historia de esta madre, pero su anterior Salvados nunca nos mostró interés o atención. Ahora pienso que, usted, como el resto de la sociedad, siguen hablando de accidente, porque no somos importantes, no les duele nuestro dolor. Y mientras que los medios de comunicación no nos consideren víctimas, no den importancia a estos hechos, a esta otra violencia, las muertes en el asfalto seguirán.
No le impacte tanto la vida de los que están en la cárcel por haber producido un siniestro de tráfico, pasé un día con alguna de nosotras que hemos perdido un hijo, algunas dos, y ya verá lo que es vivir en la cárcel de la vida.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.