El bebedor pasivo

 

El 25 de Septiembre de 2006, el diario vasco publicaba en su sección de cartas, mi carta titulada «El bebedor pasivo». Ésta era una reflexión más, respuesta a un artículo de Manuel Alcántara titulada «Urge proteger a los bebedores pasivos».  Él, junto con el filósofo Jose Antonio Marina, han sido dos personas que han tratado de que este termino fuera aceptado, en clara referencia al fumador pasivo y a las muertes que produce el alcohol a otras personas que no lo beben.

Claro ejemplo, la muerte de mi hija. Unas 35.000 personas han sido condenadas por conducir con alcohol desde la reforma del código penal. Y los que han bajado su consumo a la hora de conducir, no lo hacen por ser conscientes del peligro que corren ellos mismos u otros, sino por la pérdida de puntos.

Aunque han pasado casi 3 años, creo que es un tema de plena vigencia, si tenemos en cuenta que el tema del alcohol en los jóvenes sigue siendo un problema no resuelto, en cuanto a su consumo, abuso y facilidad de obtención.

El bebedor pasivo

«Me gustaría hacer un comentario sobre el artículo de don Manuel Alcántara titulado Urge proteger a los bebedores pasivos. Es cierto que no es bueno tener una sociedad donde haya que estar continuamente prohibiendo: fumar, conducir a más velocidad de la permitida, beber antes de conducir, etcétera; pero lo realmente malo es que en pleno siglo XXI vivamos en una sociedad en la que haya que estar recordando continuamente que no vivimos solos, que vivimos en comunidad, que tu libertad termina cuando invades la del prójimo o que tus acciones pueden llevar a producir la muerte de otra persona.

Sí, señor Alcántara, tendremos que ir pensando en poner más difícil la posibilidad de beber, pero no porque sea en público, no porque afecte al hígado del bebedor pasivo, sino porque puede afectar a todos los órganos, a su vida y no digamos nada de la del bebedor no pasivo. Ya sé que es un fastidio ir a una fiesta y tener que pensar que hay que coger el coche y no se puede beber. Fácil solución: no ir en coche, tomar el transporte público o un taxi o el conductor alternativo. Lo que no tiene solución es la pérdida de la vida por haber ingerido alcohol o, lo que es más lamentable, la de otra persona que no tiene nada que ver con la fiesta.

Hasta aquí, las personas con responsabilidad estarán de acuerdo. Pero si observamos que desde la entrada en vigor del carné por puntos, de 58.128 sanciones impuestas 9.337 han sido por exceso de alcoholemia, creo que estamos en un país un poco ebrio y que esta adicción produce tantas o más muertes que el tabaco.

No sería mala idea que las autoridades vayan pensando en hacer algo para que este hábito tan poco saludable empiece a bajar y se quede en términos que sí lo sean. ¿Cómo? Si trabajas y no puedes fumar, ¿por qué vas a poder beber? Pues vayamos mirando la cantidad de bares, cafeterías, cantinas y máquinas expendedoras que hay en lugares de trabajo… Y este pensamiento y comentario no lo hago por la salud del que bebe, lo digo por mi propia salud.

Gracias al Diario Vasco por su publicación. No siempre tengo la misma suerte.»


Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que ella no tomó

 

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