Inventarse la vida

Hasta hace 4 años no sabía que me gustaba escribir. Sabía que siempre recurrían a mí para preparar la despedida del compañero que se jubilaba, del que se iba o del que ascendía. Pero siempre pensé que era porque era la única que estaba siempre dispuesta, tenía medios y recursos y era creativa.

 

Hasta hace poco no recordé que, cuando era aún niña, una profesora de Literatura me hizo un halago público, en relación  a una redacción que había realizado en un examen.

 

Siempre imperó en mí más mi falta de confianza por tener faltas ortográficas que mi forma de contar las cosas.

 

Cuando mataron a mi hija sentí una necesidad imperiosa de escribir. Miedo por que les pasara a otros jóvenes, deseos de concienciar, necesidad de denunciar, expresión de locura, terapia contra el dolor… llamadlo como queráis, pero el otro día supe que era mi forma de “Inventarme la vida”.

 

Sí, eso es lo que hacemos la mayoría de los padres que perdemos a nuestros hijos.

 

Necesitamos inventarnos una nueva vida si seguimos vivos. Una forma de salir de la locura que produce el dolor. Un flotador que nos ayude a no naufragar, una vez que no nos hemos ahogados en nuestro dolor. Y son muchos los padres, especialmente las madres que son las que más conozco, que a partir de ese momento, intentarán ahogar su dolor en esa nueva vida inventada.

 

Cada día son más las madres que tienen páginas o blogs en Internet, en recuerdo de sus  hijos perdidos:

 

http://deyanirawinter.wordpress.com/

 

http://www.alejandromartingea.blogspot.com/

 

http://www.mipequediego.es/diego.html

 

http://adaycabreramacias.blogspot.com/

 

http://www.raulmoredadominguez.blogspot.com/

http://www.youtube.com/watch?v=-gNDccNoiCg

http://ainhoaeresmiluz.blogspot.com/

http://www.empresas.mundo-r.com/NachoFragueiro/

Que se asocian, unen o  luchan por los motivos por los que murieron sus hijos o sus seres queridos:

«Vida en la Carretera», aún sin página web

http://www.pat-apat.org/

http://www.comevitarunaccidentdetransit.com/

Stop Accidentes

Madres contra la conducción en estado de embriaguez:

http://www.madd.org/About-Us/About-Us/Spanish.aspx

Asociaciones en Sudamérica:

http://www.madresdeldolor.org.ar/

http://www.transitoporlavida.blogspot.com/

http://www.tragediadesantafe.com.ar/

Madres que luchan con sus escritos:

dolor e indignacion, lucha de una madre

laasesinam607cartaagallardnyaguirre

celiacartadeunamadre 

http://stopaccidentes.org/sentencias/carta-de-la-madre-de-amaia/gmx-niv101-con200.htm

 

Otras asociaciones:

http://www.asociacion11m.org/asociacion.php

http://www.josecouso.info/

http://mzc.org.es/

Y por qué no, los míos:

http://comunidad.terra.es/blogs/mamyhelena/default.aspx (sin actividad)

http://comunidad.terra.es/blogs/fzhelenmamy/default.aspx (sin actividad)

http://quieroconducirquierovivir.wordpress.com/(sin actividad)

Ahora, www.quieroconducirquierovivir.com

Que crean fundaciones con el nombre de sus hijos, con los temas que ellos amaban o por lo que estudiaban y vivían:

http://www.carolinatorres.org/index.php

Que intentan dar consuelo y sentido a las pérdidas:

http://calcetinreves.wordpress.com/

http://www.renacer-barcelona.com/

“Por ellos”, aún sin página web

En definitiva, que se inventan la vida.

(Disculpa a los que no nombré. Podéis recordármelo)

 

madressinhijos

 

(Madres con la espiral de ternura. Autora Celsa Sánchez)

 

Mi locura intenta curarse con la escritura y, día a día, procuro inventarme imágenes sin dolor. Aún son muy pocas, porque sigo escribiendo sobre lo que más me preocupa y lo que me cambió la vida, pero cada vez van saliendo más.

 

Aún sigo siendo una aprendiza de escritora. Dicen que, mientras no escriba cosas que no tengan relación con Helena, no lo conseguiré, pero es tan difícil abandonar el dolor, separar de tu mente lo único que te persigue, te absorbe y ocupa las 24 horas del día.

 

 

La semana pasada el programa “El ojo crítico”, uno de los pocos programas culturales que existen, proponía en su concurso de relatos un tema muy evocador: “Cine de verano”. Yo mandé un relato. Por supuesto no fue ganador. Se titulaba “Los Pericones”.

 

Hoy, quiero traer hasta aquí algo distinto que el dolor que nos revuelve cada día. Y permitidme que se lo dedique a una madre que también perdió a su hijo, en esta ocasión por el maldito cáncer, porque esta madre, no tiene una página en Internet, pero cada día invade los buzones de muchas otras madres que como ella hemos perdido algún hijo, con sus mensajes, esperanzadores, musicales, de imágenes, de consuelo, de ánimo…

 

Ella, por su cercanía al lugar donde se desarrolla mi relato, creo que será la que más lo comprenda, incluso quizás lo reconozca.

 

Para Carmen, madre de Rubén, “Los pericones”:

 

No era la primera vez que mi padre me iba a llevar al cine. Lo hacía muchas tardes. Nos trasladábamos hasta el pueblo en su bonita moto. Él, con su casco y sus gafas de motorista. Yo, con otras más pequeñas y subida en el deposito de gasolina. Y esa era la tarde más fantástica que se pueda imaginar.

 

Llegábamos pronto y hacíamos algunas compras, encargos de mamá. Dábamos un paseo, bebíamos agua en la “fuente agria”, ese agua amarga y con burbujas y después, una bolsa de palomitas. ¡Cómo me gustaban!

 

Papá, que era un gran aficionado al cine y además le encantaban todas las máquinas, me contó que iba a prender a echar cine. ¡Mi papá iba a hacer cine! Tendría que estar un ratito sola, me dijo. Él estaría en esa casa que tenía agujeros y por donde salía un haz de luz. ¡Mi papá aprendiendo a hacer cine!

 

El cine de verano estaba recién regado. Sus paredes blancas casi cubiertas por unos grandes arbustos repletos de campanitas de distintos colores que desprendían un olor muy especial. Mamá, cuando venía con nosotros, los llamaba con un nombre que parecía un taco: “pericones”.

 

El recinto estaba lleno de sillas metálicas. Papá me sentó en una de ellas, la más cercana a la casa  de los agujeros. Me dijo que desde arriba me estaría viendo, pero si necesitaba algo, podía ir y llamarle.

 

Al principio no me importó, aunque no podría preguntarle quién era el malo, quién iba ganando o cuándo llegaba el final. Pero cuando las luces se apagaron…

 

Primero le pedí agua; después ir al lavabo; más tarde una gaseosa y por último: “Papá, es que no me gusta y me da miedo”.

 

Esa fue la última vez que fui con papá si él tenía que echar cine. Pero no fue mi última vez en ese cine de verano.

 

Y era tan agradable la vuelta a casa, en la moto, con el aire pegando en mi cara y papá diciendo: “cierra bien la boquita que no te entren mosquitos”.

 

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(El echador de cine ante los mandos de una máquina muy importante. La máquina de la mina «Pozo Calvo Sotelo. Foto privada)

 

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

 

Publicado lunes, 24 de agosto de 2009 12:36 por FZ_madredHelena

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