Máquinas

(Post escrito el 27.06.2007 por FZ madredHelena)

Este es el post número 200 y quería que para esta entrada, pudieráis disfrutar de una de esas historias que, a veces, os cuento.

Mi padre desde muy jovencito siempre tuvo entre las manos unos mandos. No el mando del televisor, que por entonces ni existían. Estos mandos o mejor palancas, controlaban unas maquinas muy poderosas y cuyo manejo conllevaba mucha responsabilidad.

Para él estas maquinas fueron anteriores a la moto y los coches. Luego, ¡jóvenes que lleváis un bólido y creéis que ya sabéis conducir cualquier cosa, no tenéis ni idea!

Os lo dan todo hecho, sólo tenéis que ocuparos de un volante y un mando con 5 o 6 velocidades.

Mi padre, como ese mando, tenía 4 sobre una especie de mostrador o consola.

El panel que vosotros lleváis en vuestro coche, que os va dando toda clase de información además de la velocidad a la que vais y que casi nunca hacéis caso, es parecido al que tenía mi padre sobre esa consola, pero con una información más difícil de interpretar, porque todo era a base de agujas y números, unos cuantos, cada uno le indicaba una cosa y para terminar el no veía la carretera, de frente tenía más maquinaria.

¿Queréis saber que hacía esta máquina total? Pues subir al exterior de un pozo de muchos metros de profundidad, carbón o pizarra y en otras ocasiones, subir y bajar a los mineros que trabajaban en esas minas.

¡Eso si que era conducir! Y con los ojos cerrados.

pozo
Castillete de la mina «Pozo Calvo Sotelo»

Entonces no había monitores por los que pudieras ver el exterior o el interior de una mina. Te tenías que guiar por esos marcadores, llenos de números y agujas y parar en el sitio exacto.

Toda esta maquinaria estaba metida en un edificio enooormee, que diréis que yo lo veía así porque era una niña, pero no es cierto.  Este edificio le llamaban «la casa máquina” y efectivamente era así.

La maquinaria era creo una Siemens con una serie de ruedas o tambores enormes, pistones que subían y bajaban, con un ruido ensordecedor y unos gruesos cables que salían por un orificio para llegar a un castillete metálico con unas enormes poleas.

Las paredes estaban cubiertas de baldosines blancos, como los de las cocinas y el suelo era transparente, brillante, como si fuera un salón de baile.

¡Me encantaba entrar allí y ver cómo mi padre sentado, cogía unas veces la palanca negra, otras la palanca roja, como sonaba un timbre que a él le indicaba que podía iniciar una maniobra!.

 

Rafael

 

Este hombre que parece un actor de cine, es mi padre

El ruido era tan ensordecedor que al principio a mi padre le hacía hablar en voz alta, hasta fuera de este lugar. Después hicieron una especie de garita de cristal que amortiguaba algo el ruido.

Ese oficio se llama “Maquinista de Extracción” y mi padre fue el más joven en controlar una de esas máquinas en la provincia donde vivíamos.

Lo que subía y bajaba al interior de la mina era una especie de ascensor, que se llama “Jaula”, donde bajaban y subían los mineros y una especie de montacargas donde se subía el mineral, que después había que volcar en los vagones de un tren, procurando que quedase el punto exacto para descargar material o a los propios mineros.

¿Qué os parece? Es eso saber o no saber conducir una máquina.

Cualquier otra máquina, por supuesto con menos caballos y menos palancas de cambios era un juguete comparado con esta.

Hoy después de muchos años, mi padre deteriorado por la edad y la enfermedad, ya no tiene ninguna palanca entre sus manos, por eso ya no tiene interés por la vida.

Su coche se lo retiramos hace unos 3 años, porque no queríamos que pudiese producir un accidente. Cosas de la vida, el no produjo ninguno, pero le mataron a su nieta. Precisamente, hoy, visitando el centro de día donde va, nos comentaba la psicóloga, que aunque es difícil que exprese sus emociones, esta pérdida le ha afectado mucho.

Ahora, cuando visita algún Hospital y le sientas en una silla de ruedas, empieza a girar las ruedas y porque no le dejamos que si no, se echaría unas carreras por los pasillos. Debe ser su añoranza de llevar algo entre sus manos, de conducir aunque sea una silla de ruedas.

Así es que, no fardéis de llevar no sé cuantos caballos entre vuestras manos. No echéis la bronca al vejete que va por delante y no corre lo suficiente. No le adelantéis con mala milk, intentando asustarle, puede que si fueran otros tiempos os pudiera dar mil vueltas y enseñaros muchas cosas.

Antes se respetaba a los mayores. De ellos se aprendían muchas cosas. En todos los trabajos había una persona mayor, experimentada, que nos enseñaba sobre todo lo que es la vida. Hoy esa figura ha desaparecido. Sólo cuenta la juventud, pero como ya os he dicho en otra ocasión, la juventud es una situación que se pasa con el tiempo.

Los mayores nos pueden enseñar muchas cosas. Está todo inventado. Su experiencia te puede ayudar a retormar trabajos en el punto donde ellos lo dejaron, no tener que inventar nada.

Vosotros los jóvenes, también podéis aportar mucho, vuestra energía, la rapidez de reflejos y vuestra experiencia con el “mando” con el que casi habéis nacido, el de la televisión, el del ordenador el de la play extensión, etc.

¿Os imagináis lo que podría salir de esa unión! ¡Una máquina Total!

(Dedicado a Rafael Zapata Juaristi, maquinista de extracción, motero, conductor, carpintero, fontanero, electricista, albañil, jardinero, conserje, inventor, pintor … y sobre todo un creador y trabajador infatigable, así como mi padre)

Pido disculpas a los entendidos en minería por mis pobres descripciones. Recuerdos de una niña de pocos años.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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