(Post escrito el 22 de octubre de 2008 por FZ madredHelena)
El otro día me contaba Inés, la madre de Álvaro, una situación que tuvo que ver, oír y soportar, con el correspondiente dolor que trajo a su memoria, el recuerdo de la situación vivida en el momento de llegar al hospital para ver en el estado que se encontraba su hijo después de ser rescatado del coche en el que sí se quedó Helena.
Se encontraba en un hospital con un familiar y durante su espera llegaron un grupo de jóvenes, chicos y chicas, que habían sufrido un accidente de tráfico.
Un accidente en el que parecía ser no se había visto implicado ningún otro vehículo y, por suerte, tan sólo uno de los jóvenes había salido más perjudicado.
Mientras esperaban a que se les practicaran las pruebas necesarias al amigo, el resto de los jóvenes hablaban y comentaban sobre el suceso.
Como suele suceder cuando se juntan varios jóvenes, en la mayoría de los casos, no tienen ningún pudor en que aquello sobre lo que están hablando sea oído por todos los que están a su alrededor y la madre de Álvaro, sentada casi a su lado, no podía hacer nada por no ser testigo de lo que comentaban.
Risas nerviosas, quizás producidas por el susto, el miedo, resultado de la subida de adrenalina después del incidente y comprobar que algo que podría haber sido grave, al final no había tenido tal resultado. Hasta que de repente, una de las jóvenes, cae en la cuenta de qué pasará si al compañero le hacen un análisis de sangre y detectan algún elemento de lo que han introducido por su boca horas antes del accidente.
– Jo tío, como le hagan un análisis, la hemos cagao.
– Y menos mal que no fue fulanito el que cogió el coche
– Joder si se enteran mis viejos.
– Y ¡Cómo ha quedado el coche!
– ¡Madre mía, como le hagan el análisis!
– ¿Nos lo harán también a nosotros?
Pero enseguida surgió la voz de “él que controla”, él que suele haber oído mil veces que tiene derechos, pero nadie le ha hablado de sus obligaciones: – No te jode, si se les ocurre hacer un análisis sin nuestro permiso, les meto un paquete que se van a enterar.
La madre de Álvaro, testigo mudo de esta situación, teniendo que recordar la situación dolorosa, vivida hace tres años, cuando veía a su hijo, vivo, pero sin que nadie le pudiera dar información de en qué situación se encontraba Helena y dónde, se horrorizaba nuevamente, pensando en unos padres ignorantes de esta situación y del peligro que habían corrido y corrían sus hijos, cada fin de semana. Y unos jóvenes que no eran conscientes del dolor que podían haber producido y lo que podrían haber perdido.
Sólo les preocupaba que les detectaran la sustancia que habían consumido.
Creo que si hubiera sido yo la testigo de esta situación y dada la falta de vergüenza que desde la muerte de mi hija me ha cubierto, en relación con este tema, me habría dirigido a esa joven y le habría dicho: “Perdona bonita, pero es por tu vida”
“Los médicos que están aquí no lo hacen por joder, es por tú vida, por la vida que habrías podido perder y por la vida de tus padres que se habría roto si en vez de traeros hasta aquí os hubieran tenido que llevar a la fría sala de un tanatorio”.
– 18.000 jóvenes menores de 21 años, han muerto en accidentes de tráfico en la última década.
– 450.000 europeos han muerto en accidentes de tráfico y 23 millones de personas han resultado heridos en las carreteras de la Unión Europea.
– Alrededor de 1.500 personas mueren al año en accidentes de tráfico producidos por el consumo de alcohol y drogas. Unos 1.000 son jóvenes.
– Entre 30 y 50 de cada 100 accidentes mortales están relacionados con el consumo de alcohol.
– Los jóvenes y sus hábitos. Los jóvenes no ven peligro en el consumo de drogas.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió en un accidente de coche, producido por un conductor bajo los efectos del alcohol.