El cuento de Adrián

Los cuentos del hada Helena, están en este blog y también estaban en una página llamada Soopbook. Pero esa página, sin avisar, decidió cerrar.

Casi todos, como digo, están aquí en este blog, pero algunos tenía su enlace, pero el cuento totalmente no. Este es el caso de «Adrían y Diego, los guardianes del agua». La triste noticia de la pérdida de Gabriel y el que sus padres le llamaran pescaito me ha traído tantos recuerdos de estos cuentos y especialmente el de este último, que aunque este cuento lo escribí en 2014, lo voy a traer hasta aquí en este momento.

Adrián, en mi cuento, se convirtió en un pez. No sé si seré capaz de volver a escribir, en este caso sobre un pescaito, pero ojalá les llegue a sus padres que Gabriel está con el hada Helena, y ella le va a cuidar con mucho amor.

Y ahora el cuento de Adrian y Diego, los guardianes del agua. Espero poder poner aquí todas las imágenes, aunque no saldrá tan bonito como en la publicación que envié a sus padres:

Adrian

Adrián, es un pequeño de cuatros años que vive en la tierra de D. Quijote. Esa tierra donde dice la canción  que hay “mucho vino, mucho pan, mucho aceite y mucho tocino…”

Ya tiene edad de aprender a nadar, y así lo han decidido sus papás.

Y comenzó sus clases en la piscina de su pueblo.

A Adrián le gusta el agua y todos los animales relacionados con la misma. Y le gusta ir a aprender a nadar, sobretodo porque lo hace  junto con su amiguito.

adrianycangrejos

Y mientras en un pueblo de la Mancha sucede esto, en “el país infinito” alguien se está quejando.

Diego, el guardián del ventanal, corría de un lado para otro  con cara de preocupación y estrés.

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-No, no, no puede ser. Cualquier día va a haber una desgracia.

-¿Qué te pasa Diego? Se te ve muy alterado- dijo el hada Helena.

-Porque no puede ser, yo no puedo con todo. Hay demasiado irresponsable para poder controlar  todo. Cada vez hay más peligro.

-Tranquilo, ya sabemos que no puedes vigilar a todos los niños- dijo el hada.-Y no te sientas responsable, tú puedes salvar a algunos, pero no a todos.

-Ya, pero me preocupa cuando veo el peligro, y  siento no poder hacer más.

-Pues, no lo sientas así. Los que sí tiene la responsabilidad son los de ahí abajo, tú ya haces bastante. Relájate, encontraremos una solución.

-Sí, pero tengo miedo de que algún día lleguemos demasiado tarde.

-No te preocupes, ya sabes que, de todas formas, aquellos que lleguen hasta aquí vivirán una vida agradable, y nosotros nos ocuparemos de ellos.

-Sí, lo sé, pero no es eso lo que piensas sus seres queridos. Nuestras mamás y papás se quedan tristes y angustiados- respondió Diego a Helena

 

-¡Eh, no, no, eh, tú! ¿Qué haces irresponsable?

Diego había subido el tono de voz y se podría decir que gritaba y no paraba de hacer aspavientos con la intención de llamar la atención.

-¡Eh, eh! ¿Qué haces? ¡Qué no sabe nadar!

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(El hada Helena en forma de mariposa, dibujo realizado por Helena)

La mariposa cayó en picado en la piscina. Nadie pudo verla, era demasiado veloz y  minúscula. Y con la misma rapidez que entró, también salió. De sus frágiles patas colgaba una bolsita de plástico, y en su interior, un pequeño pez de colores se golpeaba una y otra vez contra las paredes de plástico, haciendo, glup, glup, mientras que el hada volaba.

 

 

Diego, desde el ventanal, observaba como su premonición se cumplía. Un niñito era sacado de la piscina, y personas a su alrededor se afanaban por hacerle la respiración.

 

Estaba tan ensimismado con esa visión, y tan cansado de gritar, que no reparó en que Helena había llegado y se estaba transformado de mariposa a su estado de  joven hermosa, con largos cabellos.

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 (El hada Helena. Dibujo realizado por una alumna de Laura, amiga de Helena)

En su mano todavía seguía la bolsa de plástico con un pez en su interior. Mostrándoselo a Diego le dijo:

-Te presento a Adrián, tu nuevo ayudante.

-¿Qué? ¿Es él?

-Sí, conseguí sacarlo del agua a tiempo.

El hada metió la mano en la bolsa  y  el pez que  abría y cerraba su boquita, comenzó a hablar.

-¡Por fin! Creí que me iba a ahogar dentro de esa bolsa. ¿Dónde estoy, quienes sois?

-Hola, yo soy Diego, el guardián del ventanal, y ella es el hada Helena, es la que te ha traído hasta aquí.

¿Aquí? ¿Qué es aquí, dónde estoy?

-Estás en el país Infinito. Yo soy Helena, como te ha dicho Diego, y  me encargo de traer hasta aquí a aquellos niños que son demasiados pequeños para perder la vida .  Él también tuvo un problema con el agua, mejor dicho, con los que cuidaban el agua, por eso está aquí y ahora es el guardián del ventanal y cuida a los niños para que no les pase nada con el agua.

– Sí, yo también tuve un problema con la guardiana. Helena me ayudó a pasar a la otra orilla -contó el osito, resumiendo en pocas palabras su historia.

– ¿Y yo?-preguntó Adrián con cierto tono de reproche.

-Es difícil poder cuidar a tanto niño mientras aprenden a nadar- respondió el hada.

-Él avisaba a tu guardiana de que tú no sabías nadar, de que no se olvidara de ti,  pero ella no le oyó. Es imposible que algunos humanos nos oigan, sólo podemos mandar señales, pero no todos están preparados para recibirlas, algunos,  ni siquiera las ven o las quieren ver. También se las enviamos a ella, pero las ignoró.

Adrián, estaba apoyado sobre su cola y miraba al hada y al osito, con cara de asombro. No entendía nada.

-Diego, te presento a tu nuevo ayudante, Adrián –dijo Helena, dando oficialidad al nuevo cargo y misión de Adrián.

Diego, juntos sus pezuñas golpeándolas en un intento de aplaudir y comenzó a dar saltos y a gritar- ¡Bien, bien!

Adrián, movió sus aletas y la cabeza en tono negativo.-No, no, yo soy muy pequeño para ser guardián, yo quiero aprender a nadar y estar con mi mamá, mi papá, y mi hermanita Irene.

-Sí Adrián, lo entendemos, pero eso no va a ser posible, por ahora. Los niños como tú estaréis aquí hasta que volváis a encontraros con vuestros padres. Aquí vas a estar genial. Te has convertido en un pez porque sabemos que te encantan los peces, y como logré rescatarte del agua antes de que dejaras de respirar, ahora puedes respirar dentro y fuera del agua –dijo Helena, en un intento más por hacerle comprender.

Adrián ya se había dado cuenta de que era un pez, pero no le importó demasiado. Ahora le preocupaban más otras cosas.

-Pero, Irene es muy pequeña, tengo que cuidarla, mi mamá, sola, no puede.

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(Adrián e Irene)

-Y lo harás desde aquí, ¿verdad Diego?-dijo Helena.

-Sí, sí, por supuesto. Yo vigilo desde aquí que a mis padres y a mi hermano no les pase nada, y, además, cumplo con mi misión de salvar a otros niños. Pero tengo demasiado trabajo, por eso me he puesto tan contento al saber que tú me vas a ayudar.

El pez seguía con cara de pocos amigos, pero en ese momento llegó un precioso periquito y se posó en el hombre del hada.

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(Alejandro convertido en periquito)

-Hola, ¿Qué pasa, quién es éste? -dijo Alejandro.

Helena hizo las presentaciones, y mientras  llegó Julia seguida del perrito Juan. Entre todos habían rodeado a Adrián y cada uno le explicaba cuál era su cometido en aquel país, y lo hacían con tanto ímpetu, que con el jaleo despertaron al león.

-¿Qué está pasando aquí, es que uno no se puede echar una siesta?

Todos querían explicarle la historia de Adrián y unos a otros se quitaban la palabra.

-Vale, vale, no organicéis tanto escándalo. Ya sé quien es Adrián.

Adrián, se fijó en aquel león y,  al principio,  sintió un poco de miedo, pero enseguida se dio cuenta que a lomos del mismo iban dos lindos gatitos y, tanto éstos, como el resto de componentes se acercaban a él sin ningún miedo a su fiereza.

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(Ruth y José, los guardianes del fuego)

Pero entonces, el pez, con cara de pánico, grito- ¡Gatos!

Casi había iniciado el impulso para salir corriendo, pero  Julia, más veloz que él gracias a sus alas, le agarró  y lo depositó sobre su vestido.

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(Julia en su columpio)

-¿Qué haces? Aquí no pasa nada con los gatos -dijo Julia.-Ellos son los guardianes del fuego.

-Pero yo soy un pez -respondió Adrián.

-¿Y qué? –contestó Helena. Esto no tiene nada que ver con ese mundo que acabas de dejar. Aquí no hay diferencias, ni riñas entre nosotros. Nos queremos, nos ayudamos, y somos una gran familia.

Entonces, habló Melenao,  el león, con la autoridad que siempre le precedía.

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(Dibujo de “El guardián del ventanal”, según David)

-Así es,  Adrián, aquí estarás bien. Seguirás formándote y te harás mayor. Desde aquí podrás ver a tus seres queridos  y te convertirás en su guardián. Pero lo más importante es la misión que tendrás desde ahora: ayudar a que a otros niños no les pase lo que a ti.

-Entonces, ¿esto es como en los cuentos? ¿Mágico como el cuento de Pinocho que me leía mi mamá?-preguntó Adrián.

pinocho

-Más o menos. En el país Infinito todo es posible. Tendrás algunas de las cosas que tanto te gustaban en la Tierra, y jugarás con el resto de animales que habitan en  este prodigioso país.

Y corriendo una roja y pesada cortina, el león le mostró una sala llena de cuentos y con una pecera.

 Adrián, no salía de su asombro, allí estaban todos los cuentos que a él le encantaban, y acercándose a la pecera exclamó -¡Pero si son Chip y Chop, mis peces! Jajaja.

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(Adrián con sus peces)

– Ahora soy como vosotros, hacedme un hueco –y diciendo ésto, se metió en la pecera.

Chip y Chop se asustaron mucho y pensaron que, con uno más en ese diminuto espacio, serían una multitud.

Adrián se movía, como pez en el agua. Dio unas cuantas vueltas y, al final, con un envite quiso salir de la pecera. Diego, que estaba cerca del borde de la misma, le cogió y le dijo:

 

-Venga, pececito, vamos al ventanal, tenemos mucho que hacer.

Adrián, movió las aletas, sacó la lengua, y siguió a Diego, sonriente y feliz.

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Y colorín colorado, este cuento sobre un pez llamado Adrián, se ha acabado.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Notas de la autora:

-Este cuento está dedicado a Irene, la hermana de Adrián, en el día del cumpleaños de éste,  un pequeño que murió en la piscina de su pueblo, por la irresponsabilidad de quien debía haberle cuidado mejor.

 -Las fotos de Adrián han sido cedidas por la mamá de éste.

 -Otras fotos son de mi propiedad.

 -Alguna foto es de autor desconocido. Si su autor no quiere que aparezcan en el cuento, por favor que me lo indique para quitarla inmediatamente.

 -Todos los derechos de este cuento son de Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, su autora, y pertenece a la serie “Los cuentos del hada Helena”.

 Se finalizó en Alcobendas, Madrid, el 27 de febrero de 2014.

 -Los cuentos de Helena son cuentos sin ánimo de lucro. Haz buen uso de ellos.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

www.quieroconducirquierovivir.com

mamydehelena07@yahoo.es

 

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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