Raro es el día que no hay un nuevo atropello, pero la gran mayoría no salen en las noticias si el fatal resultado no es de muerte. Como si quedar gravemente herido o con secuelas para toda la vida no fueran motivo suficiente para mandar a la cárcel a aquel o aquella que lo produce, mucho más si ha sido como consecuencia de un delito vial.
Hace más o menos un mes, mi amiga, desde la infancia, compañera de trabajo durante toda mi vida laboral, acompañante en mis peores momentos de duelo, fue atropellada en un paso de peatones en la localidad de Tres Cantos, Madrid.
Al principio, ni siquiera quiso decirme nada para no renovar mi dolor. Y me ha costado mucho escribir sobre ello. La verdad es que cada vez me cuesta más escribir. Al principio pensaba que era porque no quiero llorar, y escribir es llorar.
Hoy, escuchando las noticias me he dado cuenta que lo que me hace no escribir como antes no es solo el dolor, es el cabreo y la rabia que me produce esta sociedad y especialmente, la actuación de la justicia. Y no digo aquello de «…..de justicia» porque ya hubo una persona condenada por esa afirmación, pero es lo que me saldría.
A mi amiga, el conductor que la atropelló ni siquiera paró para auxiliarla. Le ha rotado tres vertebras, otra aplastada, y el coxis roto. Y tanto la policía local como la guardia civil, dicen que no pueden hacer nada. Parece ser que no hay testigos (aunque sí hay alguien que la recogió, aunque no sepamos qué pudo ver), y tampoco se han tomados demasiado interés. Y mi amiga ya se ha rendido. Ella, desde su estado, ha investigado más que todos juntos, pero con tan poca ayuda, ella misma ya lo define como «un atropello sin culpable».
Yo estoy segura que sí hay un culpable, por eso no aparece, por eso no se paró.
Y hace unos días, una conductora drogada ha arrollado a un grupo de ciclistas. En un anterior post ya explique que la palabra «arrollamiento» se utiliza para los siniestros de tren y la de atropello para los siniestros de tráfico, pero en casi todas las noticias del atropello de esta conductora, lo describen como arrollamiento. Bueno, incluso algunas noticias hablan de que un todoterreno arrolla a un pelotón de ciclistas, como si el coche fuera solo.
Esta individua, que resultó conducía bajo los efectos de sustancias, en principio, no fue detenida. Solo cuando uno de los ciclistas murió.
Pero el colmo es cuando hoy conocemos que esta conductora tenía antecedentes, también por conducir con drogas, y en 2015 se la condenó a un año de retirada de carnet y una multa. Y el «requetecolmo» es que, parece ser, según he escuchado en la tele, esa retirada de carnet nunca se hizo efectiva
¿De qué mierda estamos hablando?
¿A quién le importan las muertes en siniestros de tráfico? ¿A nuestros legisladores? ¿A la justicia? A nadie. No le importa a nadie.
Las multas si tienes dinero, LAS PAGAS. Los puntos si se pierden, SE RECUPERAN. Los carnés si se retiran, SE CONDUCE SIN ELLOS. Y la prevención… no existe.
Lo de mi amiga, lo del atropello de Capdepera, y la cercanía del día 17, cuando se cumplen 13 años de la pérdida de mi hija, por culpa de un conductor borracho, me tienen rabiosa.
Sí, señores. Esto es una mierda. Una mierda de sociedad, una mierda de vida, y una mierda de todos los que se deberían implicar en la disminución de víctimas de tráfico y no lo hacen. Pero no se preocupen, «lo llaman accidente para que los culpables no se sientan culpables», y mañana puedes ser tú.
Disculpen la mierda que he expandido en este escrito, es lo más suave que me ha salido.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, a 8 días del décimo tercer aniversario de la muerte de mi hija, por un conductor borracho.