Otro día hablaré sobre las sentencias de los delitos de Seguridad Vial, de plena actualidad, pero hoy quiero traer hasta aquí los indultos que se piden por los delitos cometidos contra la seguridad vial, y que causan a las víctimas mayor dolor.
Accidente.- lo que puede aparecer y desaparecer sin destrucción del sujeto. Definición según diccionario de la Legua.
Víctima.- Persona que sufre por culpa ajena o por causa fortuita. Definición según diccionario de la Lengua
Víctimas viales.- Víctimas como consecuencia del progreso. Víctimas de accidentes. Víctimas invisible.
Las víctimas de accidentes de tráfico siempre se ven modificadas y en muchos casos, desaparece el sujeto
Más de 1.300.000 personas, en todo el mundo, son víctimas viales y más de la mitad son peatones, motoristas y ciclistas.
No se sigue viendo a las víctimas de delitos contra la Seguridad Vial como tales y así, alguien que ha matado a una persona con un arma no se le ocurriría pedir un indulto, en los delitos de tráfico sí lo hacen. Y no importa el número de víctimas que hayan causado, ni las circunstancias en las que fueron.
En 2004, en Mérida, fueron cinco personas las que fallecieron, cuatro de ellas de una misma familia. Pues el causante de tal desastre, pidió indulto. Por supuesto, no le fue concedido, pero eso no fue problema para que, una vez entrado en prisión, instituciones penitenciarias, estudiara el caso y después de cuatro meses, le pusieran en su casa con una pulserita de maltratador. Así, una sentencia de cuatro años de prisión (año por vida eliminada, que no es para tanto), se convirtió en un total de cuatro meses de prisión efectiva.
Pero llegamos al año 2010 y el tema es parecido. En julio de 2010, el culpable del atropello de Petra Serradilla en julio de 2008, en un paso de peatones, con el agravante de conducir bajo los efectos del alcohol, sentenciado a «dos años, seis meses y un día de prisión», habiendo conseguido que otros seis meses de prisión por el delito de omisión de socorro le fuera revocado por la Audiencia de Cáceres por el atenuante de embriaguez, pide indulto, alegando esta vez que la pena privativa de libertad impuesta al sentenciado (A.J.M), pone en serio peligro esta «cotidianeidad de vida» en la que, como cualquiera de nosotros, se desarrolla como persona, viéndose con ello truncadas, sin duda, sus expectativas laborales…” Y que a los familiares de Petra ya les han resarcido económicamente.
(Petra Serradilla)
Por si alguien piensa que las víctimas nos enriquecemos con las indemnizaciones que recibimos por nuestros seres queridos, la vida de Petra vale 43.079,20 Euros, cantidad oficial según la Ley, la menor cantidad pagada en relación con otros países europeos, cantidad que, de momento, paga la aseguradora no el culpable, y de la que los familiares destinan a pagar los servicios de abogados, procuradores, y peritos si los hubiera.
Pero volvemos al asunto: ¿Y la vida de Petra dónde ha ido a parar?
¡Ah, se me olvidaba, qué tontería, si ya está muerta! ¡Hace dos años!
Nos venden coches con confortabilidad, seguridad, rentabilidad, grandes prestaciones, velocidad de crucero, navegador, GPS, radio, de cero a cien en… pero no nos explican que también lleva incluido piloto automático al cementerio para el conductor, pasajeros o resto de especies, como daños colaterales, si el conductor no hace un buen uso de él.
Y después, argumentamos en nuestra defensa, ha sido un despiste, es una buena persona, trabajador, sin antecedentes penales, tiene una familia que mantener, a todos nos puede pasar, su privación de libertad le transformará, se trata de rehabilitar y reinsertar… ¡Pero quién piensa en los muertos! ¿Y en los vivos muertos por ese dolor?
Querida Petra, hija, yo creo que esta petición de indulto no tiene futuro y espero que así lo contemplen las personas que tienen que decidir sobre ello, pero también te digo que no pongan tus esperanza en que el cumplimiento de la condena de este culpable de la muerte de tu madre palie tu dolor, porque esos dos años, seis meses y un día, en el mejor de los casos, se convertirán en ocho o nueve meses de prisión efectiva y el resto segundo, tercer, grado, y a la calle. Si no le ponen, también, una pulserita.
Dicen que los jueces, una vez comprobado el mal cometido, y cuando los resultado son irrevocables y sin ninguna solución, optan por el menor mal al que sí queda vivo. Con esa premisa, poco nos queda por hacer a «los muertos en vida». Por mucho que nos desgañitemos en pedir condenas más severas, más justas según las víctimas, los beneficiarios serán siempre los sentenciados, y nosotros, las víctimas.
Un fuerte abrazo, amiga. No dejes de luchar para que este indulto no sea concedido.
(Los datos para elaborar este post han sido facilitados por la hija de Petra Serradilla Núñez, muerta el 12 de julio de 2008, en un paso de peatones por la acción de un conductor con alcohol, que no espero ni a que llegara la policía ni los sanitarios y la abandonó y dejó tirada en el mismo lugar)
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de otro conductor con alcohol
Hola Flor. De nuevo me entra la rabia en el cuerpo al leer lo que has escrito arriba. ¿ En qué sociedada vivímos… ? ¿ Alguien me lo puede explicar ? Es muy injusto que en casos así se anteponga el » supuesto » daño que pueda sufrir el causante que lo que de verdad sufre la familia del fallecido. En multitud de casos , a los que causan accidentes hasta se les pone un psicólogo para ayudarles a superar lo ocurrido…¿ Y a las familias del que ya no está ? ¿ Quién piensa en ellos ? Es indignante que sigan pasando éstas cosas. Me indígna de verdad. Yo sufrí la muerte de mi hijita de 2 años por un atropello y en el juicio, la víctima era la conductora no mi niña. Oir éstas cosas sólo hace que me hierva la sangre.
Es una verguenza.
Gracias Flor por escribir sobre las peticiones de indulltos en los casos de violencia vial y referirte, en concreto, al atropello y muerte de mi madre por la conducción violenta de un conductor ebrio.
A mí, que la ley condene y esa misma ley brinde al conductor homicida la posibilidad de que no se ejcute dicha sentencia me provoca dolor ,desasosiego, angustia, temor, me quita el poco sueño que me queda, pero sobre todo me produce alarma porque, de concederse este indulto, ¿qué ejemplo estaría dando la ley y la justicia de este país a ese 62,9% de conductores que son bebedores habituales?.
Un abrazo
Salo, hija de Petra.