Cada vez conozco o tengo referencias de más víctimas de atropellos en pasos de cebra. Esas víctimas menos conocidas porque no se producen en una carretera y van en otro macabro computo y que en los últimos años cada vez son más numerosas.
Cuando me encuentro a la espera para poder acompañar a una reunión a una víctima: una madre que perdió a su niñito en un paso de cebra delante de la guardería, me entero del atropello de un niño de 13 años, de mi tierra, en otro paso de cebra.
Las víctimas por atropello son las única que no han descendido, cada año se producen unas 200 víctimas, y son las protagonistas en los nuevos planes de Seguridad Vial para el próximo decenio pero, mientras tantos, los ancianos, los niños y los ciclistas, siguen siendo los más vulnerables en los accidentes de tráfico de las zonas urbanas.
Anoche, cuando me enteré de este nuevo atropello, que me afectó mucho, recordé que tenía pendiente la escritura de este post, pero no sabía cómo enfrentarlo porque cada día me cuesta más compartir más dolor, y cada día tengo menos palabras para reflexionar sobre estos casos.
A veces, pienso que los pasos de cebra son solo verdaderas ratoneras que producen accidentes, porque a diferencia de los semáforos, que dan más seguridad y son pocos los que no los respetan, que también los hay, los pasos de peatones no los respeta nadie. Ya pueden estar elevados, pintados, señalizados, ¿quién no se los pasa o se los ha pasado? Con el consiguiente peligro para el peatón que somos todos, porque ante todo somos peatones.
(Un mal ejemplo de paso de cebra en La Manga, zona de Ayuntamiento de San Javier. Murcia)
El mismo miedo me producen esos semáforos en ámbar, que el luminoso indicativo de quién tiene el paso está de forma que el conductor no lo ve y el peatón sí. Sé que están puestos así para que el conductor tenga que detenerse pero eso díselo tú a todos los conductores.
No me fío de los pasos de cebra. No me gustan. No me producen seguridad. Entiendo que la solución no es quitarlos pero siguen siendo muy peligrosos y no es la primera vez me he visto en peligro.
Los conductores seguimos marchando a más velocidad de la que indican las señales de las calles, la verdad es que a 30 casi se va más deprisa andando, y aún así, se sigue atropellando, porque no es solo la velocidad lo que mata sino la falta de educación, sensibilidad, generosidad y respeto hacia el resto de las personas. A treinta seguimos sin ver a nuestro prójimo, claro que te da más tiempo de parar, pero es que a13 Km. por hora el golpe que recibes es también mortal.
¿Cuál es la solución? Muy complicada mientras que no cambiemos de mentalidad y actitud: menos coches, más educación, menos prisas, más amor a la vida.
Mi solidaridad para esos nuevos padres que engrosan la lista de madres y madres sin hijos. Mi abrazo para la hermana de mi amiga que fue testigo de este nuevo atropello y lo está pasando fatal. Mi frase más repetida y que cada día me cuesta más pronunciar: Vuestro dolor es también el mío porque, antes, ya fui yo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
Desde luego más Educación Vial y respeto por los demás y quizás, más semáforos, que estos si suelen respetarlos todos (peatones y conductores).
Un abrazo para la familia del niño atropellado.
Estas situaciones me devuelven a lo vivido con mi hija. En el caso de Julia no había ningún paso de peatones pintado pero si muchas señales y paneles verticales que indicaban la existencia de una travesía con la señal triangular de «Peligro Paso de Peatones», algunas de ellas situadas en la misma puerta de la vivienda del infractor ebrio. Pero claro, el problema es cuando el paso de peatones se encuentra situado en zonas donde no existen métodos reductores que regulen las velocidades.
Hay muertes que la sociedad tiene claro que hay que reprimir y otras muertes que desgraciadamente está dispuesta a tolerar y de eso tiene gran culpa la cantidad de sentencias aberrantes de este sistema judicial que proteje al infractor y se burla de las víctimas de siniestros viales.
La ley está ahí, pero dificilmente cambiarán estas intolerables situaciones hasta que haya compromiso y ganas de aplicarla correctamente por parte de un sistema judicial que interpreta las Leyes a su antojo.
Uy, Flor, Antonio… Amigos hermanos… Mi hijo Mijáil está con vuestros hijas, está sonriente hoy con Helena y Julia… Duele recordar, revivir sus muertes… Creo que la fuerza para estar aquí ha sido puesta en nosotros por ellos… Con su amor, nos hacen más fuertes. Un abrazo azul, siempre con nuestros Niños Hermosos…
Flor, ojala algun dia tambien podamos leer que todas estas muertes tan «injustas» desaparezcan,pero sabemos que queda mucho….Siento mucho lo del niño, siento mucho que mi hermana viera la muerte tan cerca…y siento que otra familia esta rota de dolor, su hijo que salio de casa para dar el paseo a su mascota no volvio a casa, es duro. Gracias Flor, por tenerlo en cuenta, y dedicarle estas lineas…un abrazo.
Carmen-madre de Ruben
Gracias Flor por sacar a relucir los atropellos en los pasos de cebra. Es una problemática cada vez más acentuada del que por desgracia aún falta mucho tiempo para que se logre conseguir una adecuada convivencia entre l@s peatones y los vehículos.
A mediados de Febrero en Pamplona tuvimos otra víctima mortal por esa causa.
Cuando sea mayor la concienciación al cumplir las normas de circulación tanto por parte de l@s conductores como por l@s peatones menor será el numero de atropellos.
Es necesario un verdadero respeto a la vida (si no es a la suya, si ha de serlo a la de los demás) y se lograría que disminuyeran los atropellos, Que los datos de esta índole cada vez son mayores y en mi humilde opinión alarmantes y escalofriantes.
El dolor que sufre la familia de la víctima mortal u herid@-s no tiene que ser el precio de la carretera sino la excepción que rompa este binomio.
Se logrará la disminución de atropellos cuando entre tod@s tengamos y logremos una mejor concienciación en materia de seguridad Vial.
Mi más sentido pesar a la familia del niño y del resto de las familias de las víctimas.
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