Jonatan y su silla de ruedas

 (Post escrito el 12 de junio de 2008, por FZ madredHelena)

La otra mañana, cuando me disponía a tomar la línea C-1 cercanías de Renfe, al llegar al andén me encontré con un joven en una silla de ruedas. Lo primero que pasó por mi mente, un accidente de moto.

Lo segundo que pensé ¿Cómo va a subir al tren?

Al lado del joven otros 2 jóvenes, pero guardando cierta distancia. Si eran amigos no parece que tuvieran conversación que compartir.

Cuando llegó el tren, tenía especial curiosidad por ver cómo subiría, me hice un poco la remolona para ver su subida y cual sería mi sorpresa cuando comprobé que la forma de subir fue cogiendo ambos jóvenes, los que estaban a su lado pero con cierta distancia, la silla y al joven y, a pulso, depositarla en el interior del tren. ¡Nada fácil!

Más tarde compruebo que los jóvenes que le ayudaron no están a su lado, cada uno se ha sentado en asientos distintos. No le acompañan, me digo.

Y con mi timidez superada desde que perdí a mi hija, me voy hacia él.

 – Hola, he visto como te subían ¿No hay ningún coche del tren donde puedas subir de una forma más fácil?

 – No

 – ¿Ningún tren?

 – No

– ¿Has escrito a RENFE?

 – Sí

 – ¿Y cómo te arreglas?

 – Pidiendo ayuda a los viajeros

 – ¿Y si no hay nadie?

 – Me arriesgo sólo en esta línea y porque voy a la estación de Atocha que sé hay muchos pasajeros y sé que alguien me ayudará.

 ¡No me lo puedo creer!

– Hay un sistema. Desde esta estación llaman a Atocha y dan aviso de que voy para que cuando llegue haya una persona con una rampa y pueda bajar, pero a veces, la persona no está, el tren tiene que esperar y entonces lo más fácil es que me bajen los viajeros.

Así conversamos durante unos 25 minutos.

Jonatan se desplazaba hasta Vallecas, para recibir rehabilitación en la asociación a la que pertenece. Para los que no conozca demasiado Madrid, podemos decir que iba desde el Norte casi hasta el Sur.

 Me confirmó que había sido un accidente de moto en un momento de demasiada juventud. Pero me consolaba diciéndome “pero estoy bien, yo estoy bien. Pero Ud. no lo está”.

Enseguida se dio cuenta.

Me contó que era padre. Tenía un niño de 6 años. Se le iluminaba la cara.

Le pregunté si no le venía mejor tomar el metro y me contestó.

– Por supuesto que tenemos un metro maravilloso ¿No lo ha visto? Con su ascensor, se accede al vagón fenomenal, pero ¿A qué parada de metro de Madrid voy? No todas tienen ascensor, casi sólo puedo ir a Nuevos Ministerios.

Es cierto que nuestra ciudad, Alcobendas, ha inaugurado hace poco la línea 10 con una infraestructura casi perfecta, pero para empezar, llegado a un determinado punto hay que cambiar de andén, que sigo sin explicarme por qué y efectivamente, el resto de estaciones de Madrid, cuando llegas, ¿Cómo subes las escaleras?

 Cuando llegamos a la estación de Atocha, uno de los jóvenes que le había ayudado a subir, le hizo un gesto de asentimiento, estaba dispuesto a bajarle. Me pareció que era un chico extranjero. No necesitaba palabras. A este se unió otro y al final tuvo que echar una mano un tercero para saltar los 2 escalones del vagón.

Le pregunté si había un ascensor para salir, me sonrió y me dijo: no, ahora me tengo que buscarme la vida hasta salir a la calle.

Nos despedimos y desde la escalera mecánica, volví la cabeza y vi a Jonatan y su silla alejándose por el andén, no sé hasta dónde. Ya no quise saber cómo se buscaría la vida. No quise pensar que quizás llegara hasta un punto donde atravesara las vías, espero que no.

No he podido olvidar a Jonatan desde ese día y como le prometí, he escrito sobre el tema.

 ¡Tanta inversión sería para RENFE que en cada convoy hubiera un vagón con fácil acceso para Jonatan, las personas mayores, los invidentes, el carrito de los niños, las mujeres embarazadas, en definitiva todos los que tenemos problemas de movilidad en determinados momentos de nuestra vida?

Estas son las cosas por las que se distinguen unos paises de otros, unos gobiernos de otros, unas sociedades de otras.

Jonatan lo lleva bien, dice. Yo lo llevo muy mal.

Gracias por tus palabras para intentar consolarme.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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