De todos es sabido que los niños y las personas mayores son los más vulnerables en este mundo. Y así pasa también en el ámbito de los accidentes de tráfico.
No se necesitan estudios ni estadísticas para demostrarlo, pero últimamente hay bastante interés en remarcarlo.
Los niños son los más perjudicados en los accidentes de tráfico si no llevan una buena retención o una mano que los sujete y los guíe. Y si en el coche no se pueden escapar de esa retención, no pasa lo mismo en la calle. Cualquier niño se soltará de una mano si ve un balón, un lindo perrito, un amiguito en la cera de enfrente o cualquier otra cosa que llame su atención.
Por no hablar de aquellos otros hechos ajenos a su voluntad que pondrá en riesgo su vida como cruzar por un sitio equivocado, siguiendo a unos padres insensatos o cruzar por un paso de peatones que algún otro insensato no respetó porque ese día de clase se la salto en la autoescuela o a él, de pequeño, nunca le explicaron que un paso peatones es una cebra extendida en el suelo para que los niños puedan cruzar la calle pisando sus rayas (extracto de los cuentos del hada Helena, «Juan y los pasos de cebra». Flor Zapata Ruiz)
Pero, ¿y los mayores?
Según las estadísticas las muertes de mayores de 65 años aumentan más que en otros sectores de población tanto en vías urbanas como en carreteras. Todos nos llevamos las manos a la cabeza cada vez que vemos a una persona de edad avanzada cruzar por el peor sitio, máxime cuando su estado físico no le permite echar a correr en un momento de apuro.
Y, ahora, además, la DGT tiene una especial preocupación por los conductores en el tramo de esta edad que parece ser es el que más accidente sufre. Y me parece una buena señal ese interés por salvar vidas, si no fuera porque intuyo, también, otros intereses.
Es cierto que los mayores vamos perdiendo facultades, tenemos enfermedades y estamos más cercanos a la muerte que un joven, pero también es cierto que se pierden unas cosas y se ganan otras.
Sí, perdemos reflejos, vista, ímpetu, pero ganamos experiencia, serenidad y cordura, temas muy necesarios, también, a la hora de conducir. Nuestra velocidad se adapta a nuestra serenidad y no vamos comiéndonos el mundo ni el culo del coche que va delante.
Estoy de acuerdo que debemos pasar nuestras revisiones médicas para poder seguir conduciendo. Yo fui la primera que le quité el coche a mi padre cuando comprendí que ya no debía conducir por si producía un accidente. Pero fui yo, y no los médicos que le pasaban el reconocimiento y le seguían renovando el carnet. Y mi padre estaba ya más cercano a los 75-80 que a los 65 de los que habla la DGT.
Si este interés que muestra la DGT por velar por la salud de los mayores de 65 años se transforma en un mayor y mejor control médico, bienvenido sea, pero no se anden sacando un curso de reciclaje que tendremos que pagar o una nueva tasa por ser mayor al volantes. O tendrían que hacerlo también con los más jóvenes, exigiéndoles un curso de urbanidad, educación y buenas prácticas.
Recelo de estos informes que últimamente se dedican a los mayores, y de sus buenas intenciones. Es cierto que algunos mayores pueden ser un peligro en las carreteras, pero también lo son algunos jóvenes.
No estemos tan pendiente de estadísticas que muchas veces son sesgadas y hagamos cosas que verdaderamente pongan a salvo la vida de los ciudadanos. Pero eso supondrá un nuevo capítulo al que probablemente titularé «Los dineros de la DGT».
Ah, y para los titulares de los periódicos: Una persona de 65 años no es un anciano. Al menos en estos momentos en los que nos están pidiendo trabajar hasta los 67, son los encargados de mantener la mayoría de los hogares de España, mantienen la economía del país o son los responsables de la educación y cuidado de gran mayoría de los niños españoles, para que sus padres puedan trabajar.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
Mejor no lo podías haber explicado. Más vale y se centraran en intentar paliar todos estos temas, y no exprimiendo los bolsillos, que es lo único que van buscando.
Un abrazo Flor.