Todos los que hayamos subido alguna vez a las atracciones de feria llamada “coches choque o coches tope”, nos podemos hacer una idea de cómo es un choque frontal. Y nada que ver con la realidad, porque ni es lo mismo, ni parecida la velocidad, pista, o el coche. Pero aunque el resultado no tenga nada que ver, la imagen nos sirve.
Y la mayoría de eso que llaman accidentes de tráfico se producen en choque frontales, con el resultado, en su gran mayoría, de muertos, y los vehículos completamente destrozados.
Estos son algunos de los siniestros que se tratan de evitar con la rebaja de velocidad a 90.
Otro tipo de siniestro que produce mortandad es por salida de la vía. Y que yo me niego a admitir como causa, porque para mí no es la causa sino el resultado, porque, ¿qué fue lo que motivo esa salida de vía?
Y luego está la colisión por alcance. Este fue el tipo de siniestro en el que murió mi hija, aunque este tipo de colisión pareciera que no produce muerte y, normalmente lo que más produce es el cuestionamiento de ¿quién ha sido el culpable?, para resolver el siniestro a nivel de aseguradora. No fue el caso de mi hija porque el causante no produjo un alcance fortuito e inevitable, sino que circulando por una autovía con dos carriles, puso la intermitencia, pero no se cambio de carril, se llevó el coche de mi hija por delante. Su estado de embriaguez no le permitió ver bien, ni realizar el adecuado cálculo de distancias.
Y sí, definitivamente, no puedo escribir, porque cada vez que escribo la frase “vuestro dolor es también el mío”, verdaderamente estoy muriendo de dolor.
Cada día tendría que escribir esa frase, y no una vez, sino varias veces al día. Porque es raro el día que no muere alguien por un choque frontal, especialmente. Y el relato de esos mal llamados accidentes siempre termina con la misma coletilla “Se desconocen las causas que lo han producido”, “La guardia civil está investigando qué lo ha producido.
Pero llevamos una racha que es impresionante. Ya he perdido la cuenta. Y no podría escribir sobre cada siniestro, aunque lo quisiera, aunque lo soportara, como lo hacía antes, porque no tendría tiempo.
Hoy, otro choque frontal. Resultado, tres muertos.
Hace días, otro choque, en una carretera que conozco bien, la A-4, con resultado de dos niñas muertas. Y este siniestro, que me quitó de escribir sobre otro que ya tenía pensado y había ocurrido antes, me tiene pensativa.
Cuando era pequeña y viajaba en la moto de mi padre, era un placer ir por ciertas carreteras bordeadas de árboles. Especialmente recuerdo una de un pueblo de mi tierra. De repente, un día desaparecieron todos los árboles: es para evitar colisiones, me explicó mi padre. Y yo ahora me pregunto ¿y que se espera de una colisión con esos bloques de hormigón que separan las vías de las autovías o autopistas? Eso es más duro que un árbol.
Sí, sí, ya sé que es una forma de evitar que un coche invada el carril contrario y produzca otro siniestro, pero, ¿y ese choque frontal con ese muro cuántas muertes va a producir?
Me llama la atención, o estoy equivocada, que los moteros han luchado y luchan contra las cuchillas asesinas, pero no les he escuchado sobre esos hormigones.
En definitiva, chocar no trae nada más que muerte, y cuando llevamos un volante en las manos lo pensamos poco. Supongo que si lo pensáramos no conduciríamos. Pero tampoco pensamos el dolor y las desgracias que producen los siniestros de tráfico. No te acostumbre a verlo como algo normal.
Vuestro dolor es también el mío.
Flor Zapata Ruiz, madredHelena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.