Hace Catorce Años

calas Santiago

Hace catorce años era domingo. Acabábamos de llegar del pueblo. Lo primero, poner la lavadora. Al día siguiente, lunes, había que trabajar, y ese fin de semana fuera era un impedimento para las tareas domésticas que habían quedado aparcadas.

Ahora que lo pienso, ni siquiera sé que pasó con la lavadora. ¿La llegué a poner? Y si la puse ¿qué pasó después, siguió lavando, quién tendió esa ropa?

Yo nunca miraba los mensajes de teléfono. Prefería que los vierais papá o tú. Siempre se me olvidaba la clave. Eran sobre las seis y media de la tarde. Quizás las siete, y me extrañó que no estuvieras en casa esperándonos, por eso descolgué el teléfono…y escuché los mensajes.

Nunca más hemos vuelto a tener contestador.

«Le habla la guardia civil de tráfico, si son los familiares de Helena Castillo Zapata, pónganse en contacto con el siguiente número»

Era el 17 de abril. Ese año la semana santa fue en marzo. Nuestra última semana santa feliz, contigo, en un país extraño, diferente, pero en el que te gustaba y te sentías bien. Estudiando, aprendiendo, una experiencia de gran hermano, como decías tú.

Al año siguiente, las noticias de todas las televisiones habrían con tu esquela:

esquela

Esa semana santa había habido 106 víctimas de tráfico. Este año también es semana santa, y puede que más de uno encontrará en su contestador un mensaje como el que yo encontré.

Querida hija: Siempre he tenido interés en que no les pasara a otras madres lo que a mí me pasó. Me costó mucho que mi mensaje llegase, entonces las redes no estaban en las manos de todos y los siniestros viales eran «accidentes de tráfico». Y está costando que la gente cambie la forma de verlo. Pero ahora todo es más fácil. Enseguida aparece una petición change.org, una recogida de firmas virtual, y aparece una nueva ley. Yo no tuve esa suerte, pero no dejé que tu muerte fuera en vano.

Y durante un tiempo, esa lucha me ayudo a sobrevivir. Ahora, ya ni eso.

Y catorce años son pocos, cien años no sería suficientes para apaciguar este dolor.

Un dolor cada vez más interior, más profundo. Ahora ya no se nota nada. Ahora se nos ve felices, alegres, haciendo las cosas normales de nuestra edad. Y cómo no. ¿Qué vamos a hacer, seguir llorando delante de la gente? No, hija. Eso es ya solo nuestro.

Pero año tras año, no solo se acumulan arrugas, también penas, y recuerdos, que con la edad se olvida uno de lo que cenó pero se acuerda de lo que pasó hace catorce años, con todo lujo de detalles.

¡NO, MI HIJA, NO, MI HIJA, NO!

helena

Pues fue que sí. Y aún nos parece un sueño. Sigo sin creerme que un día me arrebataron a mi hija, y que ya nunca te volveré a tener. Y cada día estoy más loca de dolor, pero ahora soy una loca cuerda. Ya casi no se me nota.

TE QUIERO. TE QUEREMOS.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor borracho.

Acerca de Flor Zapata Ruiz

Ahora soy una madre sin hijos. Mi única hija murió por un conductor con alcohol en abril de 2005. Desde entonces escribo para concienciar, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros de una conducción no responsable.
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