Querida hija, si los cielos se hundieran, si la tierra se abriera a mis pies, si los mares se secaran, y los ríos de desbordaran, no me sentiría peor de lo que ya me siento.
Tierra, tierra, tierra,
demasiado pronto para tenerla por morada,
demasiada pena para soportarla.
Tierra, tierra, tierra,
déjame llorar para regarte,
y que broten calas.
Flor Zapata Ruiz, madredHelena. “Tierra”.
El que te quitó la vida hace dieciséis años, no puede imaginar el mal que nos causó. Es probable que si alguna vez se acuerda, lo siga llamando “accidente”, para no sentirse culpable. Seguro que también dirá que él ya ha cumplido con la ley, y cuenta zanjada. Seguro que en ningún momento sentirá arrepentimiento, ya que quiso ocultar que era él el que iba conduciendo. Alguna vez lo he pensado, ¡qué haría yo si me pidiera perdón! Eso que ahora llaman justicia restaurativa. También lo hacen con víctimas de ETA. Y yo siempre me digo que no quiero verme en esa situación. Quizás porque las víctimas somos demasiado buenas y podríamos flaquear.
Nadie sabe cómo me siento, porque doy muy buena cara, y ahora, incluso, esa cara es solo la mitad. Nadie puede saber cómo se rompen las entrañas cuando pierdes a un hijo, solo aquellos que lo han pasado.
Nadie me ve llorar, ni siquiera tu padre, porque nos guardamos mucho de entristecer uno al otro, al revés, si uno decae, ahí está el otro para hacer una broma, forzar una risa, contar algo agradable y bonito de ti.
«…Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor….»Canción de otoño en primavera. Rubén Darío
Y así llevamos dieciséis años. Uno tras otro. Pasito a paso hacia el final.
Y es tontería eso de que te digan “no digas eso, ella no querría verte así”. Yo tampoco querría verme así, ni a ella ahí, en ese jardín pintado de verde, repleto de flores y con el silencio de los cementerios.
Ahora casi ya no puedo escribir. Me rompo de tal manera que prefiero no hacerlo.
Este blog dedicado a ti, a tu memoria, y lleno de lucha, se va apagando.
Y me desangraré en el intento,
viviré rota
por el resto de mi vida
procurando que
tú no seas el bebedor pasivo (Flor, madre de Helena)
Hoy hemos estado en tu morada. Te hemos puesto todas las calas que hemos recogido en estos días. Este año han estado dando flor desde diciembre y cada flor que abre nos trae el recuerdo de tus palabras: “¡Ay, mis calas, que preciosas, así será mi ramo cuando me case!
Y las calas se siguen multiplicando y yo en mi locura ya no sé cuántas macetas tengo.
Las flores y las piedras
la vida y la muerte,
solo la tierra nos separa.
Flor, madredHelena.
Te quiero, te queremos, te querremos, lo que nos quede por vivir, esta mala vida.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, a la que mató el 17 de abril de 2005, un conductor borracho.