Hacia unos años que no estaba en un acto reivindicativo por el día de las víctimas de tráfico. Casi siempre me encontraba lejos de alguno de estos eventos en recuerdo y especialmente, reivindicativos, porque es el día para ello.
Y después de catorce «días mundiales», en los que durante mucho años fui de lo más reivindicativa, este de ayer, me pareció que volvía a ser el primero.
La misma sensación de ¡pero si no hay nadie!, la misma incredulidad de que sea un tema que no le importe a esta sociedad. La misma desesperanza.
Un grupo de familiares, golpeados por el dramático hecho de perder a sus hijos, por culpa de otro, por delincuentes al volante con alcohol y drogas, o con otros motivos con clara indiferencia hacía la vida de los demás, que se han unido para pedir a los que gobiernan que endurezcan las penas, se reunían en la plaza de Callao de Madrid.
La misma desazón. La misma desesperanza. La misma indiferencia. No sé si hubo algún medio de comunicación, yo no lo vi.
Solo me alegró algo el ver que el lazo naranja, ese que un día se me ocurrió que podíamos compartir las víctimas, se hizo más presente.
Y nuevamente, mi dolor renovado con estas otras familias.
Y este fue su Manifiesto:
Violencia Vial: Muertes evitables
Buenos días, gracias por acompañarnos en esta concentración. No sabéis lo importante que es para nosotras y para todas los familiares de víctimas que estéis aquí, en este encuentro convocado para reclamar que nuestros seres queridos, las víctimas de violencia vial, no sean un número más en las estadísticas.
Hoy es el Día Mundial de Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico y Siniestros Viales.
Según datos de la DGT, el año pasado se produjeron en España 102.299 accidentes de tráfico con víctimas, en los que perdieron la vida 1.806 personas y otras 138.609 resultaron heridas. El 40% de los conductores fallecidos habían consumido alcohol u otras drogas pero a este porcentaje habría que añadirle las víctimas inocentes que causan conductores bebidos y/o drogados que resultan ilesos.
Por otro lado, de las 89.264 sentencias condenatorias dictadas por delitos de seguridad vial, 56.173 corresponden a delitos relacionados con el consumo de alcohol y drogas al volante, y 2.797 se deben a la negación del conductor a someterse a las pruebas de alcohol o drogas.
Estas cifras apuntan a que, en muchas ocasiones, los mal llamados accidentes de tráfico, son en realidad consecuencia de conductas negligentes, irresponsables, y voluntarias. Por ello tenemos claro que estas muertes NO son accidentes, y NO son imprudencias. Son muertes evitables fruto de la causalidad y no de la casualidad.
Por todo ello las familias que hemos perdido a nuestros hijos, parejas, hermanos, padres, madres como consecuencia de la violencia vial, proclamamos el siguiente MANIFIESTO:
- Exigimos que se diferencien los accidentes de tráfico que son fruto de una casualidad circunstancial e inesperada de los delitos de violencia vial, fruto de la causalidad provocada por la conducción bajo el efecto de alcohol, otras drogas y/o psicótropos, de la velocidad extrema o de cualquier otra circunstancia que se cometa de forma voluntaria. Consideramos que en el caso de los accidentes no hay culpabilidad penal, pero sí que la hay en el caso de los delitos de violencia vial.
- Proponemos desterrar el término de “homicidio imprudente” para los casos de violencia vial y que pasen a ser denominados homicidios dolosos según viene recogido en el artículo 138.1 del código penal tal y como se aplica ya en otros países.
- Aun tipificándolo como homicidio imprudente CONSIDERAMOS necesario una modificación del artículo 142.bis del Código Penal para elevar al menos en un grado la pena máxima por matar a otra persona como consecuencias de la conducción bajo los efectos del alcohol o/y otras drogas, independientemente del número de víctimas (con la nueva reforma debe haber más de una) y además exigimos que esas condenas se cumplan en su totalidad.
- Solicitamos la obligatoriedad para los fabricantes de coches de incorporar en sus nuevos vehículos sistemas de detección de alcoholemia, sistemas que existen y que están funcionando en otros países.
- EXIGIMOS que dada la alta reincidencia que existe en los delitos graves de seguridad vial, se someta al infractor a una encuesta sobre el riesgo de reincidencia futura tal y como han solicitado los Colegios Profesionales de Criminología en diferentes Comunidades Autónomas y que esta encuesta resulte vinculante a la hora de la toma de decisiones complementarias a la pena.
- Como víctimas de la Violencia Vial EXIGIMOS un trato digno e igual al que se le da a cualquier otro tipo de víctimas. Por ello solicitamos ser atendidas en las oficinas de atención a las víctimas del delito con apoyo de un psicoterapeuta desde el momento cero en el que se produce el delito y asesoría jurídica ante el largo y doloroso proceso por el que nos vemos obligados a pasar.
- Así mismo solicitamos y EXIGIMOS ser atendidos y recibidos en las diferentes instituciones del estado, como cualquier otra víctima, bien sea de violencia de género, violencia terrorista etc… No hay que olvidar que la Violencia Vial es la Violencia que mayor número de muertes anuales produce en nuestro país. También sería deseable que los jueces, políticos y legisladores, mejoraran en el abordaje de este problema para escuchar con empatía a la vez que establecieran medidas activas para atajar un problema cada vez más prevalente.
Familias, amigos, instituciones, representantes de los medios de comunicación, paseantes, muchas gracias por ayudarnos a visibilizar la Violencia Vial.
Ojalá encuentren eco en sus peticiones. Otros anteriormente lo hemos intentado, sin mucho éxito.
También es verdad que ahora cuentan con el apoyo de las redes y es más fácil difundir la voz.
Quisiera transmitirles esperanza, pero también es cierto que yo llevo catorce años clamando en el desierto. Pero no desfallezcáis. Merece la pena si esta lucha sirve para salvar una vida. Así me lo planteé yo, y aquí sigo, sobreviviendo, solidarizándome con vuestro dolor, porque vuestro dolor es el mío.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, víctima de un conductor borracho.
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