Requiem por Helena Castillo Zapata

Ahora que ya tú no estás aquí
siento que no te di
Lo que esperabas de mí.

Ahora que ya todo terminó
a quien de mi te alejó
Yo le quisiera pedir.

Que me deje sólo un día más
para poder hablar
De lo que eras para mí.

Que me deje disfrutar
de tu voz, y contemplar
Tus ojos una vez más.

Te escribo estas líneas
en papel,
espero que donde estés
El correo llegue bien.

Por aquí todos estamos bien
luchamos por seguir
como aprendimos de ti.

Echo de menos
el charlar y oír tu voz,
echo de menos
No tener tu apoyo, ¡no!

No creo en el más allá,
no sé dónde buscarte
Y aquí no estás.

No creo en la eternidad,
necesito encontrarte
Y estar en paz.

Necesito terminar
lo que un día empezamos
A planear.

Lo que quiero es tenerte
y no recordar.

No creo en el más allá,
no sé dónde buscarte
Y aquí no estás.

No creo en la eternidad,
necesito encontrarte
Y estar en paz.

Necesito terminar
lo que un día empezamos
A planear.
Lo que quiero es tenerte
y no recordar.!

Espera donde estés
pues tengo que vivir
y cuando muera iré
A charlar junto a ti.

No he apreciado
lo que he tenido,
no lo he apreciado
Hasta que lo he perdido.

No he apreciado
lo que he tenido,
no lo he apreciado
Hasta que lo he perdido.

Y si la fortuna o el azar
me dan la oportunidad
De volvernos a ver.

Juro que jamás te ocultaré
lo que hay dentro de mi ser
Te abriré mi corazón.

Te echo de menos,
Un beso, adiós, cuídate.
No nos olvides, muy pronto,
Nos volveremos a ver.

No creo en el más allá,
no sé donde buscarte
Y aquí no estás.

No creo en la eternidad,
necesito encontrarte
Y estar en paz.

Necesito terminar
lo que un día empezamos
A planear.

Lo que quiero es tenerte
y no recordar.

No creo en el más allá,
no sé donde buscarte
Y aquí no estás.

No creo en la eternidad,
necesito encontrarte
Y estar en paz.

Necesito terminar
lo que un día empezamos
A planear.

Lo que quiero es tenerte
y no recordar.

Ahora que ya tú no estás aquí…

«Requien». Mago de Oz.

(Helena tenía en papel, guardado, la letra de esta canción. Tenía subrayado lo que está escrito en negrita)

El alcohol que otro tomó a ella la mató en un mal llamado accidentes de tráfico. Tenía solo 20 años.

Helena Castillo Zapata, muerta el 17 de Abril de 2005, por la acción de un conductor borracho.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Calas, sus flores, de las que sería su ramo de novia, según decía.

Calas, Sari

Calas, Virtu

 

Calas, Manuela

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Cadena de favores en las víctimas de accidentes de tráfico

Mari Carme Corral es madre de Rebeca, una joven que aún arrastra las importantes secuelas de uno de esos mal llamados accidentes de tráfico. Un desalmado se la llevó por delante en una marquesina de la parada del autobús. Sigue pleiteando por esas secuelas.

Mari Carmen, cada vez que los médicos salían del quirófano diciendo que no podían hacer nada por su hija, ella les obligaba a entrar para que siguieran intentándolo. Y se salvo. Mari Carmen, prometió que prestaría parte de su tiempo a ayudar a otras víctimas.

Meli, madre de Guille, que murió en una moto, aún su caso está por resolver, tiene también un blog, es sobre duelo. Algunas madres llegan hasta él.

Isabel Hoyos, madre de Juan Ramón, que murió de cáncer de médula en mayo de 2010, unos años antes atropelló a un coche. Algún médico le dijo que ese cáncer había sido como consecuencia del fuerte golpe recibido en este atropello. Isabel llegó hasta Meli buscando consuelo. Meli se enteró de que no solo había perdido a su hijo sino que la justicia le había considerado culpable, al niño, y ahora tenía una deuda inmensa por el pago de las costas que iban subiendo, subiendo, y a la que no podía hacer frente de ninguna forma, debido a su situación actual y a los gastos contraídos durante los años de enfermedad de su hijito.

Meli me lo contó para que lo hiciera público a través del blog. Buscábamos la forma de conseguir el dinero para pagar esas malditas costas.

Al igual que en el caso de Esther, la madre de Juan, este blog fue, en principio, la forma de dar a conocer ambas historias.

Puse en contacto a Isabel con algunos periodistas y su noticia se pudo ver en muchas televisiones.

A estas alturas de la historia ya no recuerdo cómo llegó la historia hasta Mari Carmen, de Málaga.

Mari Carmen, desde el principio, se volcó con esta familia. Recuperó documentación del caso, vio que había sido un caso mal gestionado y llevado,  buscó ayuda en Itrassa y en el abogado Pérez Tirado, un abogado que se dedica a las víctimas de accidentes de tráfico, al que he escuchado hablar en más e una ocasión pero al que nadie me ha presentado, ni siquiera sé si tiene alguna relación directa como afectado, pero sé de su buen trabajo en este ámbito.

Y finalmente esta cadena, especialmente con el eslabón de Pérez Tirado, ha conseguido que la aseguradora, a la que Isabel debía esa fortuna que quizás ya estuviera por los 20.000 Euros, haya perdonado la deuda.

Por primera vez, Isabel y su familia han sonreído.

A mí todo esto me ha recordado mucho la famosa película «Cadena de favores» aunque en este caso solo tengo la certeza de que Mari Carmen hizo esa promesa.

En mi caso puedo decir que cuando mi hija murió por un conductor borracho me dije que haría todo lo posible por evitar que les pasara a otras madres, y me puse a escribir.

Creo que si todos  formáramos parte de una cadena de vida se conseguirían muchas cosas, sobre todo, que muchos no la perdieran.

Mil gracias a todos los que han hecho posible esta historia con un final mediofeliz. Gracias a todos los que estaban dispuestos a colaborar para ayudar a pagar la deuda. No ha sido necesario.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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El armario de un ángel. Cuentos del Hada Helena

 

El Armario De Un Ángel

(Cuentos del Hada Helena)

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena

Había decidido que hoy sería el día e intentaba sacar fuerzas para comenzar esa dura tarea. No soportaba más que todo el mundo le fuera diciendo que ya era tiempo. Pero, quién sabe cuándo es tiempo, quién puede determinar el tiempo necesario, y lo que es más, ¿por qué se empeñan los demás  en cambiar cosas que ellos no tienen ni idea el bien que pueden producir?

Entró en la habitación y abrió el armario. ¿Seguía su olor o eran imaginaciones suyas? Lo que sí permanecía era todo tal como él lo había dejado: las camisas, la roja, la azul, la estampada, la sudadera verde, los polos, los jerséis…

 

Abrió uno de los cajones llenos de boxes. En el de al lado, calcetines. En el siguiente, los pijamas. Todo seguía colocado, ordenado, limpio.  Ya se encargaba ella. Ahora nadie le impedía su paso. No había nadie que dijera “no me toques nada que lo descolocas”, y precisamente, el tocar, acariciar, colocar su ropa, era un consuelo.

Algunas madres, aturdidas por el dolor, dejan que personas de la familia entren en esos días y arramblen con todo, con su mejor intención. Piensan que con su acción le evitarán más dolor a la propia madre, que  si desaparecen las cosas de su amado hijo  el recuerdo será menor. ¡Qué error!

Otras madres creen que deben darlo todo, regalarlo, quizás en su afán de que perviva en el recuerdo de quien pueda aprovecharlo. ¡Otro error! Solo aquellos que han querido enormemente a esa persona y son fuertes, querrán darle utilidad a esas ropas o decidirán llevarlas como una caricia sobre su piel. Y así, los familiares más cercanos, padres, hermanos y primos, se convierten en candidatos de esa herencia textil. Y en último lugar, está la beneficencia.

Pero si la entrega de esa herencia se hace pronto, muy pronto,  después, muchas madres se arrepienten porque lo que a primera vista les parecía una fuente de dolor, pasado un tiempo les resultará un tesoro perdido.

 

Cuando ya había sacado del armario gran parte de la ropa, sentía que se ahogaba. No hay en este mundo tarea más dolorosa que tener que recoger las cosas de un hijo. Siempre se piensa quién recogerá nuestras cosas, quién leerá nuestro testamento, quién nos dará el último adiós, quién llevará flores a nuestra tumba, pero jamás se piensa en que tengas que hacer todo eso con un hijo. El orden natural se pervierte, se afea, revienta,  y se produce un cataclismo en nuestro interior que arroya nuestra vida, produciendo una riada de rabioso dolor.

 

Salió al jardín  para tomar aire para poder continuar, y se dirigió al árbol que él mismo había plantado, estaba en flor.

(Durillo, árbol sembrado por Edu)

 

También las calas, que bello le habría parecido en otro momento pero ahora…

Una mariposa estaba posada sobre una de las calas.

-Anda, el hada Helena está por aquí– dijo. Se le escapó una pequeña sonrisa que le transformó la cara triste  y casi sin respiración con la que  había salido de la habitación. Extendió la mano con el ademán infantil de que la mariposa se posara  sobre ella, y ante su sorpresa, ésta así lo hizo.

 

(Mano de Adrián, hijo de Virtu)

-Manue, mira que mariposa- entro en la casa para enseñársela a su marido. Pero nada más hacerlo, la mariposa voló  internándose por el pasillo y desapareciendo por las habitaciones.

 

 

(Mariposas de la habitación de Helena)

-¡Vaya por Dio! A ve ahora cómo la echo fuera.

Siguió a la mariposa que salía y entraba de las habitaciones hasta que se adentró en la de su hijo. Tardo un momento hasta que localizó dónde estaba. Se había posado sobre una camisa roja. de las que había sacado del armario y reposaban sobre la cama.

-Venga fuera que aquí dentro te va a vorve loca y te va a dar un gorpe con las paeres– blandía su delantal con las dos manos con afán de empujarla la mariposa  hasta la ventana que estaba abierta. Pero la mariposa iba de la ropa colocada sobre la cama, a la puerta del armario que aún estaba abierta de par en par.

Así estuvieron ambas durante un buen rato. Manuela detrás de la mariposa y la mariposa de la ropa al armario, del armario a la ropa.

-Ya está bien, venga que me va a emporca to.- Y en uno de esos lances con el delantal, la mariposa salió por la ventana.

Terminó de poner la ropa sobre la cama, cerró la puerta del armario y nuevamente tuvo que salir al jardín. Por mucho tiempo que hubiera pasado la tarea seguía siendo dolorosa. ¿Quién dijo que el tiempo todo lo cura? Se volvió a preguntar, ¿por qué tenía que hacer aquello? No necesitaba esa habitación, para qué pasar ese mal rato. Entro nuevamente en la casa con la firme determinación de dejarlo estar, volvería a intentarlo en otro momento.

Volvió a la habitación con la intención de cerrar la puerta para que no se viera toda la ropa por encima de la cama, y cuando iba a hacerlo, descubrió que las puertas del armario estaban abiertas.

-¡Vaya, yo juraría que lo había serrao!

-Manue- Volvió a llamar a su marido pero esta vez saliendo al exterior porque estaba claro que dentro no estaba.

Al día siguiente, hizo el segundo intento. Por ella lo dejaría todo como estaba un año más pero su marido, la familia, los amigos, siempre le preguntaban que cuando iba a cambiar la habitación.  Le sugerían  que la podía utilizar para coser, para colgar esos bonitos vestidos de gitana que cada año hacía para la feria.

(Los vestidos que hace Manuela)

 

 

También podía utilizarla para cuando practicaba su nueva afición: la pintura.

 

(Calas pintadas por Manuela, para Edu)

Incluso podía utilizarla para cuando Cintia venía, hacer los deberes.

Abrió la puerta de la habitación y se encontró que las puertas del armario nuevamente estaban abiertas.

-Pero bueno, ¿esto que e?- Se acercó al armario, volvió a cerrarlo, presionó una y otra vez para asegurarse de que las puertas encajaban perfectamente.

-Manue, ¿Ha abierto tú el armario der niño?- Grito.

– Pero que hago hablando sola si Manue no está.

-¿Abuela, ónde estas?- Era Cintia que entraba por la puerta.

-Estoy aquí en la habitasión der tito Edu- dijo Manuela, asomando la cara desde la misma  puerta.

¿Qué hase? Preguntó la niña.

-Ea, que voy a sacar la ropa del armario y ver lo que se pueda aprovechar y el resto dallo a la iglesia.

-¿Y pa qué, abuela? Dijo la niña dándole un beso.

-Pa utilisa esta habitación pa nosotras, tú puees estudia y hase los deberes, y yo cosé y azi que ce queen tranquilo tos con la lata de la habitación. Y volviéndose, se dirigió a la cama para ir sacando ropa de la habitación, pero entonces…

-Pero que demonio pasa aquí, si acabo de serrar las puertas y otra ve están abierta.

No lo habrá serrao, abuela.

-Hija, que una está ya tonta pero no tanto, que te digo que lo acabo de serrar y no es la primera vez que me lo encuentro abierto.

-¿Abuela, ha vizto que hay una mariposa en la puerta?

-¿Qué? ¿Otra ve? Que joia, si ya la eche aye de la habitasion. ¿Será posible?

-Po eso es que le ha gustao la habitasión, abuela.

-Po va a se eso. Mardita sea. Sierra la puerta que intente que se vaya por la ventana– y comenzó  con sus movimientos de manos a dirigirla hasta la ventana.

– Abuela, ¿ha vizto lo que hay aquí?- y agachándose recogió del suelo una pequeña pluma.

-¡Abuela, e como la de mi cuento!

-¡Ay, Dio! Que sí, que sí, que esto va a ser cosa de tu tito. ¡Ay seño! Y esa mariposa… Si ya sabía yo que no tenía que tocar na, si yo no quería. Se acabó, mira niña, veme dando toa esa ropa que la vuerva a meté en el armario.

Abuela y nieta se dedicaron a poner nuevamente la ropa en el armario, cerraron las puertas y colocaron la pequeña pluma que había encontrado Cintia encima del pomo de las puertas.

–          Venga que te voy a dar de merendá. ¿Tienes hambre?

–          Un poco. Abuela, me deja que entre en Interné en tu ordenado

–          Bueno, pero poco, solo mientra te toma la merienda que luego me regaña tu madre.

–          Pero si tu no se lo dice, ella no se entera.

–          ¡Niña, niña!

Pasaron varios días y Manuela no había vuelto a entrar en la habitación. Estaba demasiado conmocionada para volver a  pensar en hacer mudanzas. Se asomó desde la puerta y comprobó que las puertas del armario seguían cerradas. Sonrió y se acercó a las puertas del armario, entonces, recordó que habían posado la pluma que encontró Cintia sobre el pomo pero ya no estaba. Revisó el suelo pero no la encontró –seguro que se la llevó Cintia, pensó.

–          Vale, niño, no te preocupe que ya no vuervo a saca tu cosas.

 

Volvió a presionar las puertas  y salió de la habitación. Ni se planteó qué diría cuando le volvieran a preguntar que cuándo iba a recoger la habitación de su hijo, lo que tenía claro es que eran demasiadas señales, que algo querían decir.

 

-Gracias, Helena, me has echado una mano, si no llega a ser por ti no lo consigo.

-¡Qué va! No ha sido nada, ahora sí, poco más y tu madre termina con mis alas. Pero dime una cosa, ¿por qué ese interés en que tus cosas sigan en el armario?

-Porque sé que mi madre no quiere quitarlas, solo lo hace por las presiones de los demás. Ahora tengo que convencerla para que, aunque mis cosas sigan estando ahí, ella utilice esa habitación. Que pueda coser, pintar, leer, escuchar la radio, conectarse a Internet.

-Pero de qué sirve mantener un armario lleno de ropa, sin ninguna utilidad, que se hace vieja, que solo trae recuerdos, que más tarde o temprano habrá que vaciar, que si falta tu madre otra persona tendrá que sacar y siempre lo hará con menos amor.

 -¿No lo entiendes, Helena? Muchas madres se refugian en esas habitaciones, en esos armarios, respiran nuestro perfume, acarician nuestras ropas, se tumban sobre nuestras camas, limpian el polvo y vuelven a dejar todo como estaba y todo eso, les produce un poquito de bienestar. Es como si todo siguiera igual. Es una forma de mantenernos vivos.

 -Pero es que no estamos vivos, Edu. Estamos muertos. Ya no estamos en su mundo, al menos en la forma en la que ellos nos querrían.

-Pero esa es otra forma de tenernos. Poco a poco se irán desprendiendo de nuestras cosas, ya lo verás, pero sin un dolor tan extremo.

– Si tú lo dices pero yo no veo el consuelo. Creo que con ello solo van alargando el dolor, el sufrimiento. Si es cierto que solo se muere cuando nadie ya nos recuerda, creo que una forma de expandir, perdurar ese recuerdo es dándole utilidad a nuestras cosas. Es mejor que mantenerlas encerradas en un armario, envejeciendo, apolillándose, cubriéndose de polvo.

-Yo no estoy seguro, quizás tengas razón pero ¿qué más da? Creo que lo más importante es que cada madre actúe como ella quiera y cada una tendrá un tiempo y una forma diferente de llevar la pérdida y vacíen o no esos armarios, y cambien esas habitaciones, de color, de muebles, de utilidad, siempre serán las habitaciones de… cada una tendrá un nombre y lo llevará por el tiempo que nos sobrevivan.

-Pues, en eso tienes mucha razón. ¡Ah, pero una cosa, como sigas dejando por ahí tantas plumas te vas a quedar sin alas, y un ángel sin alas…!

 

(El hada Helena, según Virtu)

Y colorín colorado, este cuento  para mamás se ha acabado.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

Alcobendas, marzo de 2011.

 Notas de la autora:

Este cuento es una ficción de hechos reales. Las fotos incluidas en él tienen propietario. Pedid permiso para su utilización.

Este cuento está dedicado especialmente a Manuela, madre de Edu, por su cumple.

Y a todas las madres que se encuentran con la pérdida de un hijo y la dolorosa tarea de recoger sus cosas.

 Y a las que mantienen sus habitaciones tal y como ellos las dejaron.

Y a las que generosamente reparten todas las pertenencias de sus hijos pensando y queriendo que aquellas personas que las reciben las quieran, las cuiden, las utilicen con amor.

 Y a las que se quedaron sin ellas porque se las quitaron de su vista con la intención de que no sufrieran.

Y a las que guardaron todas las fotos porque no pueden verlas sin morir de dolor.

 Y a todas las madres que tienen en sus casas “el armario de un ángel”.

 

MIS TRES REGALOS
Un día del cielo llegaron envueltos en bendición
Tres pequeños tres regalos que fortalecieron nuestra unión
Siendo hoy mis tres motivos y mi principal razón
Llenaron mi hogar de risas y mi corazón de amor
La primera me lleno de dicha cuando al fin pudo llegar
Fue tan larga aquella espera cuanto la ansiaba abrazar
Es una niña dijo el doctor y Silvia la quise llamar
Cuando llego el segundo regalo cuanto me vino a sorprender
Es que fuera un varoncito que nunca soñé tener

 Y el corazón me hizo estremecer

Cuando supe que era niño no me lo podía creer y como era varón
Le puse José Manuel
Pero el regalo más querido aun faltaba por llegar
Teniendo a Silvia y José Manuel me volví a embarazar
Sin poderlo ni siquiera planear
Y entonces llego Eduardo Javier a terminar de ilusionar mi
vida con sus travesuras y a completar mi hogar con
estos tres regalos ya nada me podía faltar
pero una noche fría de invierno a EDU me fueron a rebatar
desde esa maldita noche ya nada será igual.

Manoli madre de EDU

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Los juicios de faltas a las víctimas

No es la primera ocasión que víctimas de accidentes de tráfico sufren, además de la pérdida de su ser querido, el paso por un juicio de faltas que aumenta su dolor e indignación.

Recuerdo el que tuvo que sufrir la madre de Álvaro, un niño de 13 años que murió arrollado en un acto deportivo por un coche que no estaba en las condiciones idóneas para participar en dicho evento.

Esta madre, llena de dolor, llamó asesino al presunto culpable de la muerte de su hijo. Fue denunciada y llevada ante el juez.

Eso fue muy rápido, pero la resolución del caso de su hijo aún está pendiente de resolver después de muchos años.

El pasado día 8 de marzo se emitió la sentencia de otro juicio de Faltas (nº317/2010) del Juzgado de Instancia nº 4 de Orihuela, sobre otro padre de una víctima que murió como consecuencia de las heridas recibidas por un atropello.

Este padre, que pide justicia para su hija, fue denunciado por alteración de orden público, pero la sentencia dice que: «debo absolver y absuelvo a Antonio Ángel Pertusa Rebollo de las faltas que se le imputaban, con toda clase de pronunciamientos favorables, declarándose de oficio las costas procesales causadas»

Este padre fue acusado de alterar el orden público en el transcurso de la procesión del sagrado Corazón de Jesús de 5 de junio y en El Corpus Christi de 14 de Junio de 2009  y de proferir insultos contra los denunciantes, pero estos hechos no han quedado probados.

Pero lo que más destacaría de esta sentencia es lo que dice la magistrada y que aparece en los fundamentos de derecho y que está relacionado con la actuación de este padre, la utilización de pancartas,  expresiones insultantes, no probadas,  y la presunción de inocencia. Dice así: …»se enmarcarían o serían fruto de un cuadro de situación familiar rota por un lamentable y dramático suceso que muestra su disconformidad más o menos exaltada pero no punible penalmente…»

¡Y cómo van a callar a unos padres que pierden lo más querido en un hecho de lo más injusto!

En este caso, a pesar del trance, este padre ha salido absuelto y fortalecido pero no ocurre así en todos los casos.

Pero no solo existen juicios de faltas a padres de víctimas, hasta hace muy poco la gran mayoría de siniestros por tráfico eran considerados y tramitados como juicio de faltas y conozco una madre que perdió a su hijo más que en un accidente de tráfico, en un acto producido con un coche, y que muy probablemente será visto en un juicio de faltas, cuando el resultado de dicho acto ha sido acabar con la vida de su hijo.

Porque un coche no se ve como un arma de matar y porque las víctimas de siniestros de tráfico siguen sin verse como verdaderas víctimas.

Padre de Julia, supongo que esta victoria sigue siendo amarga por el origen. Es una fase más de las que, por desgracia, muchos padres tienen que pasar para llegar a esclarecer unos hechos que en la mayoría de los casos se consideran fortuitos, porque una vida cortada en el asfalto, para muchos, sigue siendo un hecho de fatalidad.

Mucho ánimo.

Flor Zapata Ruiz,  madre de Helena, que murió por la acción de un conductor con alcohol.

(Los datos para hacer este post han sido facilitados por los padres de Julia)

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Los indultos por delitos de Seguridad Vial

 

Un lazo naranja para identificar a las víctimas de accidentes de tráfico

 

Otro día hablaré sobre las sentencias de los delitos de Seguridad Vial, de plena actualidad, pero hoy quiero traer hasta aquí los indultos que se piden por los delitos cometidos contra la seguridad vial, y que causan a las víctimas mayor dolor.

Accidente.- lo que puede aparecer y desaparecer sin destrucción del sujeto. Definición según diccionario de la Legua.

Víctima.- Persona que sufre por culpa ajena o por causa fortuita. Definición según diccionario de la Lengua

Víctimas viales.- Víctimas como consecuencia del progreso. Víctimas de accidentes. Víctimas invisible. 

Las víctimas de accidentes de tráfico siempre se ven modificadas y en muchos casos, desaparece el sujeto

Más de 1.300.000 personas, en todo el mundo, son víctimas viales y más de la mitad son peatones, motoristas y ciclistas.

No se sigue viendo a las víctimas de delitos contra la Seguridad Vial como tales y así, alguien que ha matado a una persona con un arma no se le ocurriría pedir un indulto, en los delitos de tráfico sí lo hacen. Y no importa el número de víctimas que hayan causado, ni las circunstancias en las que fueron.

En 2004, en Mérida, fueron cinco personas las que fallecieron, cuatro de ellas de una misma familia. Pues el causante de tal desastre, pidió indulto. Por supuesto, no le fue concedido, pero eso no fue problema para que, una vez entrado en prisión, instituciones penitenciarias, estudiara el caso y después de cuatro meses, le pusieran en su casa con una pulserita de maltratador. Así, una sentencia de cuatro años de prisión (año por vida eliminada, que no es para tanto), se convirtió en un total de cuatro meses de prisión efectiva.

Pero llegamos al año 2010 y el tema es parecido.  En julio de 2010, el culpable del atropello de Petra Serradilla en julio de 2008, en un paso de peatones, con el agravante de conducir bajo los efectos del alcohol, sentenciado a «dos años, seis meses y un día de prisión», habiendo conseguido que otros seis meses de prisión por el delito de omisión de socorro le fuera revocado por la Audiencia de Cáceres por el atenuante  de embriaguez, pide indulto, alegando esta vez que la pena privativa de libertad impuesta al sentenciado (A.J.M), pone en serio peligro esta «cotidianeidad de vida» en la que, como cualquiera de nosotros, se desarrolla como persona, viéndose con ello truncadas, sin duda, sus expectativas laborales…” Y que a los familiares de Petra ya les han resarcido económicamente.

(Petra Serradilla)

Por si alguien piensa que las víctimas nos enriquecemos con las indemnizaciones que recibimos por nuestros seres queridos, la vida de Petra vale 43.079,20 Euros, cantidad oficial según la Ley, la menor cantidad pagada en relación con otros países europeos, cantidad que, de momento,  paga la aseguradora no el culpable, y de la que los familiares destinan a pagar los servicios de abogados, procuradores, y peritos si los hubiera.

Pero volvemos al asunto: ¿Y la vida de Petra dónde ha ido a parar?

¡Ah, se me olvidaba, qué tontería, si ya está muerta! ¡Hace dos años!

Nos venden coches con confortabilidad, seguridad, rentabilidad, grandes prestaciones, velocidad de crucero, navegador, GPS, radio, de cero a cien en… pero no nos explican que también lleva incluido piloto automático al cementerio para el conductor, pasajeros o resto de especies, como daños colaterales, si el conductor no hace un buen uso de él.

Y después,  argumentamos en nuestra defensa, ha sido un despiste, es una buena persona, trabajador, sin antecedentes penales, tiene una familia que mantener, a todos nos puede pasar, su privación de libertad le transformará, se trata de rehabilitar y reinsertar… ¡Pero quién piensa en los muertos! ¿Y en los vivos muertos por ese dolor?

Querida Petra, hija, yo creo que esta petición de indulto no tiene futuro y espero que así lo contemplen las personas que tienen que decidir sobre ello, pero también te digo que no pongan tus esperanza  en que el cumplimiento de la condena de este culpable de la muerte de tu madre palie tu dolor, porque esos dos años, seis meses y un día, en el mejor de los casos, se convertirán en ocho o nueve meses de prisión efectiva y el resto segundo, tercer, grado, y a la calle. Si no le ponen, también, una pulserita.

Dicen que los jueces, una vez comprobado el mal cometido, y cuando los resultado son irrevocables y sin ninguna solución, optan por el menor mal al que sí queda vivo. Con esa premisa, poco nos queda por hacer a «los muertos en vida». Por mucho que nos desgañitemos en pedir condenas más severas, más justas según las víctimas, los beneficiarios serán siempre los sentenciados, y nosotros, las víctimas.

Un fuerte abrazo, amiga. No dejes de luchar para que este indulto no sea concedido.

(Los datos para elaborar este post han sido facilitados por la hija de Petra Serradilla Núñez, muerta  el 12 de julio de 2008, en un paso de peatones por la acción de un conductor con alcohol, que no espero ni a que llegara la policía ni los sanitarios y la abandonó y dejó tirada en el mismo lugar)

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de otro conductor con alcohol

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Pagar por morir

 

En este caso son 1.300 Euros. El próximo día 22 a las 10 de la mañana, comienza el juicio para pedir a los padres de David Bagudá Bahí la módica cantidad de 1.300 Euros, por los destrozos ocasionados  por el cuerpo de su amado hijo, en una furgoneta modelo Berlingo.

Esta es la segunda vez que les piden pagar por la muerte de su hijo. Primero fue La Generalitat, por los daños causados en la carretera, petición que fue retirada una vez comprobado que el niño había muerto. Hay que ver la cantidad de destrozos que puede generar un cuerpo todavía tan joven. Y que vergüenza tan grande, para quien no la tiene. Y que dolor tan tremendo para los padres que tienen que pasar por esto además de por la pérdida.

David iba con su moto cuando se encontró con un coche que había chocado con otro, parado, en una carretera que no dispone de arcén, y que no estaba señalizado. Como David fue quien murió, pues él es el responsable de todo.  Y no es la primera vez que esto ocurre, acordaros de el caso de Enaitz.

Que iba a mucha velocidad, dicen. Eso se puede demostrar si es cierto o no y se demostrará. Lo que es imposible de demostrar es que el coche no estaba señalizado ni tan siquiera con los intermitentes de peligro y que lo hicieron una vez que ya había pasado el desastre.

Y yo me pregunto, los que fueron testigos como pueden callar. ¿Por un seguro, por presiones familiares, por estatus, por el qué dirán de una ciudad pequeña donde todos se conocen,  por 1.300 Euros?

Queridas madres, mandad mucha fuerza a Marta, madre de David. Queridos moteros, que fuisteis apoyo de esta familia en los peores momentos, mandadles muchas VVVVVVVVV, ya no serán de vida pero si de «victoria», por que la «verdad» debe establecerse.

Un fuerte abrazo, padres de David. ¡Qué lastima no estar más cerca para acompañaros!

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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Un regalo para el día del padre

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(Felicitación de Helena en el año 1994. Tenía 10 años)

 

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Mañana muchos padres recibirán felicitaciones como éstas. Son realizadas por los niños en los colegios y van cargadas de mucha emoción y amor.

El padre de Helena debería tener doble celebración en este día: por padre y por ser su santo. Pero ninguna de las dos se producirán, al menos en relación con su hija, porque  a ella le quitaron la vida y a él la posibilidad de seguir disfrutando de días como éste.

Sé que muchos padres mañana tampoco recibirán una felicitación así porque les falta un hijo pero tendrán otro que no suple esta pérdida pero la suaviza con su presencia. En nuestro caso, tampoco existe esa posibilidad.

Tendremos que conformarnos con los recuerdos de Helena, guardados, sacados de el baúl de los recuerdos y que pocos se podrán explicar como pasados tantos años los hemos seguido guardando. Casi tampoco yo pero ahí están y tengo para muchos años. Para que a su padre nunca le falte su felicitación.

cumplehelena
(El recordatorio en la agenda de Helena)

Felicidades, José María, padre de Helena. Felicidades, padres sin hijos.

Feliz día del padre, sin regalo.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por la acción de un conductor con alcohol.

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Dos madres y dos hijos, en el km. 1172 de la N-340

Dos madres, María Mercedes y María Delfina, y sus dos hijos, un niño de 8 años y una niña de 1, murieron en la Nacional 340, a la altura de Artafulla, Tarragona. Eran vecinos de Torredembarra.   Leer más…

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Accidentes de tráfico fin de semana 13 de Marzo 2011

Un fin de semana, nuevamente, muy trágico. Esta vez, el dolor que más me impacta es el de dos madres y sus dos hijos en el km. 1.172 de la carretera N-340. Porque son madres, porque ha sido en una zona de recuerdos infantiles (mis veranos en Tarragona), porque los niños no llevaban cinturón, porque, según algunas noticias, pudo ser una confusión en un lugar punto negro, porque cuatro vidas se han perdido, probablemente, por la omisión de tantos, por la culpa de todos, como dice la dedicatoria de «Madres sin hijos».

Pero no han sido solo ellas, de momento, las noticias hablan de 15 muertos.

Ese goteo que no para pero al que ya se han acostumbrado. Los demás. Yo no.

Y mientras Esther y yo hablamos sobre las cosas que vamos a  hacer, ella llena de euforia porque casi está recién llegada, yo las que podríamos hacer, porque ya tengo la experiencia de seis años muy lentos, porque en los accidentes de tráfico todo va muy lento, los diarios se llenan de las noticias de los muertos de este fin de semana en las carreteras.

Las madres y los niños, dos jóvenes de 18 y 24 años en Pontevedra, un atropello, un camionero,  otro hombre y dos jóvenes en Valencia, y así hasta quince, que después del recuento siempre serán más.

Un lunes más, un día más, mi frase más repetida: «Vuestro dolor es también el mío porque, antes, ya fui yo»

Un fuerte abrazo para todos los afectados.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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Todo A 110

He ido y vuelto a Valencia a 110. He visto todos los discos de limitación de velocidad con esa nueva numeración. He visto coches entre largas colas de camiones porque no se atrevían a adelantar por no rebasar esa velocidad. He visto como otros coches nos adelantaban a los que íbamos a 110. Hemos tenido que ir frenando para no acercarnos demasiado al coche que nos precedía.

No estamos preparados para ir a 110.

Y lo digo porque, aunque defienda que a menor velocidad más posibilidad de supervivencia, antes de esta rebaja de velocidad hay que hacer otras muchas cosas.

Hemos pasado «de cero a cien en un segundo», «de porque yo lo valgo», «yo puedo, y el que no pueda que trabaje y compita con el resto», de pensar que ser solidario es solo pertenecer o colaborar con una ONG que tenga su actividad en el tercer mundo, a que «si tu puedes, España no», también, en un segundo, y eso es imposible.

Hacen falta muchos años para convencer de que el coche no es lo más importante y que el transporte público es y debe ser un bien común y social del que todos nos beneficiemos, económicamente y en salud. Pero como convencer de esto si la realidad se impone.

Hace falta mucho tiempo para cambiar la idea de que Valencia está a dos horas de coche si ahora se tarda más, aunque merezca la pena contemplar el paisaje. Y es imposible sustituir por el AVE porque no habría AVE para todos, ni todos se pueden permitir pagar el AVE si cuando viajan son toda una familia.

Nos falta mucha educación, concienciación, solidaridad, responsabilidad  e infraestructuras para ponernos todos a 110. Mientras tanto, unos se desesperarán en las carreteras y otros seguirán pasándote como si fueran un rayo. La gasolina seguirá encareciéndose y pocos notarán el ahorro, aunque España puede que sí. Algunos pueden que salven su vida, aunque otros morirán aún a velocidad menor. Pasados unos meses esto pasará y se seguirá pidiendo un aumento de velocidad, como ya existían muchas voces. Y seguiremos con las mismas prisas.

Porque el «110» de hoy solo tiene una base económica, no educadora, ni de concienciación y la enseñanza y la educación se comienza desde niño y con el ejemplo del padre, y, ni somos niños fáciles de cambiar, ni nuestros padres (y me refiero a los actuales y los futuros) nos dan buen ejemplo.

A pesar de que hemos tardado mucho más, mereció la pena, especialmente por conocer a otras madres y padres que también perdieron a sus hijas por esa falta de educación que es «beber y conducir». Algo para lo que tendrá que pasar, también, mucho tiempo.

Un beso, Lydia, madre de Carolina y Sari, madre de Mar, muertas en por la acción de un conductor con alcohol en 2002.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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