Manifiesto que desde abril de 2005 vivo esta locura que es perder un hijo.
Manifiesto que trato de concienciar para que no se pierdan otros hijos.
Manifiesto que las políticas siguen siendo escasas o nulas para que estas muertes se eviten.
Manifiesto que la sociedad sigue sin vernos como víctimas, hasta que no le toca.
Manifiesto que siguen llamándolo accidente para que quien lo produce no se sienta culpable.
Manifiesto que las políticas no endurecen las penas porque creen que todos podemos ser causantes.
Manifiesto que lo anterior no es cierto porque somos muchos los que conducimos con responsabilidad.
Manifiesto que sí somos culpables de que esto no cambie.
Manifiesto que me desangraré en el intento por que tú no seas el bebedor pasivo.
Manifiesto que todos debemos afear, criticar, condenar la irresponsabilidad de conducir con todo tipo de drogas (incluido el alcohol), a mayor velocidad, atendiendo el teléfono, con indiferencia hacia el prójimo y próximo, con un patinete o bicicleta por la acera, o que las administraciones no mantengan sus aceras, calles y carreteras en buen estado.
Manifiesto que hace catorce años que muero, y tú puedes ser el próximo.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor con alcohol
Los que sobrevivimos, los que nos quedamos, a pesar de las heridas, nos convertimos en “el dardo en la conciencia”. Nuestra misión, concienciar para que a otros nos les pase. Somos molestos, cansinos, locos, tristes, agoreros: “Déjame que beba lo que yo quiera. No me digas lo que tengo que correr. Yo controlo. Es solo un mensaje de nada”. Sí, somos todo eso y la voz de la conciencia, y tu familia, probablemente, se convertirá en el próximo voluntario que irá a los colegios a contar tu caso. Tercer domingo de noviembre, Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Siniestros de Tráfico. Porque en la calle, en la carretera, todos dependemos de todos.
Hacia unos años que no estaba en un acto reivindicativo por el día de las víctimas de tráfico. Casi siempre me encontraba lejos de alguno de estos eventos en recuerdo y especialmente, reivindicativos, porque es el día para ello.
Y después de catorce «días mundiales», en los que durante mucho años fui de lo más reivindicativa, este de ayer, me pareció que volvía a ser el primero.
La misma sensación de ¡pero si no hay nadie!, la misma incredulidad de que sea un tema que no le importe a esta sociedad. La misma desesperanza.
Un grupo de familiares, golpeados por el dramático hecho de perder a sus hijos, por culpa de otro, por delincuentes al volante con alcohol y drogas, o con otros motivos con clara indiferencia hacía la vida de los demás, que se han unido para pedir a los que gobiernan que endurezcan las penas, se reunían en la plaza de Callao de Madrid.
La misma desazón. La misma desesperanza. La misma indiferencia. No sé si hubo algún medio de comunicación, yo no lo vi.
Solo me alegró algo el ver que el lazo naranja, ese que un día se me ocurrió que podíamos compartir las víctimas, se hizo más presente.
Y nuevamente, mi dolor renovado con estas otras familias.
Y este fue su Manifiesto:
Violencia Vial: Muertes evitables
Buenos días, gracias
por acompañarnos en esta concentración. No sabéis lo importante que es para
nosotras y para todas los familiares de víctimas que estéis aquí, en este encuentro convocado para reclamar que
nuestros seres queridos, las víctimas de violencia vial, no sean un número más
en las estadísticas.
Hoy es el Día Mundial de Recuerdo de las Víctimas
de Accidentes de Tráfico y Siniestros Viales.
Según datos de la DGT, el
año pasado se produjeron en España 102.299 accidentes de tráfico con víctimas, en
los que perdieron la vida 1.806personas y otras 138.609 resultaron heridas. El 40% de los conductoresfallecidos habían consumido alcohol u otras
drogas pero a este porcentaje habría que añadirle las víctimas inocentes
que causan conductores bebidos y/o drogados que resultan ilesos.
Por otro lado, de las 89.264 sentencias condenatorias
dictadas por delitos de seguridad vial, 56.173
corresponden a delitos relacionados con el consumo de alcohol y drogas al
volante, y 2.797 se deben a la negación
del conductor a someterse a las pruebas de alcohol o drogas.
Estas cifras apuntan a que,
en muchas ocasiones, los mal llamados accidentes de tráfico, son en realidad consecuencia
de conductas negligentes, irresponsables, y voluntarias. Por ello tenemos claro
que estas muertes NO son accidentes, y NO
son imprudencias. Son muertes
evitables fruto de la causalidad y no de la casualidad.
Por todo ello las familias
que hemos perdido a nuestros hijos, parejas, hermanos, padres, madres como
consecuencia de la violencia vial, proclamamos el siguiente MANIFIESTO:
Exigimos que se diferencien los accidentes
de tráfico que son fruto de una casualidad circunstancial e
inesperada de los delitos de violencia vial, fruto de la causalidad provocada por la conducción bajo el efecto de alcohol, otras drogas y/o psicótropos, de
la velocidad extrema o de cualquier otra circunstancia que se cometa de forma
voluntaria. Consideramos que en el caso de los accidentes no hay culpabilidad penal, pero sí que la hay en el caso de los delitos de violencia vial.
Proponemos desterrar el término de “homicidio imprudente” para los casos de violencia vial y que pasen a ser denominados homicidios dolosos según
viene recogido en el artículo 138.1 del código penal tal y comose aplica ya en
otros países.
Aun tipificándolo como homicidio imprudente CONSIDERAMOS necesario una modificación del artículo 142.bis del Código Penal para elevar al menos en un grado la pena máxima
por matar a otra persona como consecuencias de la conducción bajo los efectos
del alcohol o/y otras drogas, independientemente del número de víctimas (con
la nueva reforma debe haber más de una) y además exigimos que esas condenas se
cumplan en su totalidad.
Solicitamos la obligatoriedad para los fabricantes de coches de incorporar en sus nuevos vehículos sistemas de detección de alcoholemia, sistemas que existen y que
están funcionando en otros países.
EXIGIMOS que dada la alta reincidencia que
existe en los delitos graves de
seguridad vial, se someta al infractor
a una encuesta sobre el riesgo de reincidencia futura tal y como han
solicitado los Colegios Profesionales de Criminología en diferentes Comunidades
Autónomas y que esta encuesta resulte vinculante a la hora de la toma de
decisiones complementarias a la pena.
Como víctimas de la Violencia Vial EXIGIMOS un trato digno e igual al que se le da a
cualquier otro tipo de víctimas. Por ello solicitamos ser atendidas
en las oficinas de atención a las víctimas del delito con apoyo de un psicoterapeuta desde el momento
cero en el que se produce el delito y asesoría jurídica ante el largo y doloroso proceso por el que nos
vemos obligados a pasar.
Así mismo solicitamos y EXIGIMOS ser atendidos y recibidos en las diferentes
instituciones del estado, como cualquier otra víctima, bien sea de violencia de género, violencia
terrorista etc… No hay que olvidar que la Violencia
Vial es la Violencia que mayor número de muertes anuales produce en nuestro
país. También sería deseable que los jueces,
políticos y legisladores, mejoraran en el abordaje de este problema para escuchar con empatía a la vez que
establecieran medidas activas para atajar un problema cada vez más prevalente.
Familias, amigos,
instituciones, representantes de los medios de comunicación, paseantes, muchas
gracias por ayudarnos a visibilizar la Violencia Vial.
Ojalá encuentren eco en sus peticiones. Otros anteriormente lo hemos intentado, sin mucho éxito.
También es verdad que ahora cuentan con el apoyo de las redes y es más fácil difundir la voz.
Quisiera transmitirles esperanza, pero también es cierto que yo llevo catorce años clamando en el desierto. Pero no desfallezcáis. Merece la pena si esta lucha sirve para salvar una vida. Así me lo planteé yo, y aquí sigo, sobreviviendo, solidarizándome con vuestro dolor, porque vuestro dolor es el mío.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, víctima de un conductor borracho.
Existen otras víctimas de tráfico que apenas son mencionadas. En las noticias sobre siniestros, el relato siempre comienza igual: Tantos fallecidos y tantos heridos. Después, en algún caso, se hablará del muerto. Si son muchos a la vez, en su lugar de residencia puede que decreten varios días de luto, en pocos casos se ve a autoridades en el funeral. Pero de lo que no se habla, ni se vuelve a hablar, es de aquellos que, en el inicio de la noticia, decía que habían resultado heridos.
Cuando mataron a mi hija, en el momento de negación, yo decía no, mi hija no. Uno no se muere se queda en una silla de ruedas, pierde un brazo, o una pierna. ¿Por qué no se podía quedar mi hija en una silla de ruedas? aunque le gustara tanto bailar.
Sí, esos heridos en los siniestros de tráfico son los
privilegiados, ¡no han perdido la vida! Pero a cuántos le cambia la vida.
Normalmente, no son importantes, no son conocidos, nadie
hace una manifestación por la pierna que han perdido. Nadie se pregunta cómo
viven desde entonces. Les ven y les dan la enhorabuena porque se han salvado,
no saben los dolores que sufren, no se preguntan de qué viven ahora que ya no
pueden ejercer el trabajo que realizaban antes, nadie se preocupa de dónde han
tenido que sacar el dinero para buscar una nueva casa porque en la que vivían
no entre una silla de ruedas. Pocos saben que sus proyectos de bodas
desaparecen, o que se separan de sus parejas. Y los que son lesionados cerebrales,
dejan de ser médicos, ingenieros, abogados, para pasar a ser considerados
discapacitados a los que nos cuesta entender cuando hablan y pareciera que no
están bien de la cabeza.
Esos miles de lesionados son los afortunados en los
siniestros de tráfico.
Como Carlos, mi compañero en la película“Una mañana fría”. Carlos, al que no conocía hasta el estreno de esta película, fue atropellado al intentar socorrer a otra persona que había tenido un accidente.
Carlos perdió algo más que una pierna. Perdió su forma de vida, su economía, su estabilidad familiar, y supongo que, quizás, ni siquiera salió en la noticia.
Carlos, padre de un hijo precioso, estos días publicada en
su muro esta reflexión: Más exclusión: el
INSS ha suspendido cautelarmente las prestaciones especiales que gestionaban
las mutuas. Primera consecuencia: mi hijo se queda sin ayuda para estudios.
Confirmado esta misma mañana por la Trabajadora Social de la Fraternidad
MUPRESPA.
Entre otras ayudas que
yo tenía previsto pedir a medio plazo era la adaptación de mi baño, para
suprimir barreras, pero también me quedo sin eso, y sin ayuda psicológica,
tratamiento de rehabilitación…”Caprichos de amputados, vaya”
Y todo eso era debido a la recepción de esta carta:
No, ellos no son afortunados. Efectivamente, tuvieron la suerte de salir vivos, pero para esta sociedad, instituciones, mutuas, que son los que deben prestarle ayuda, sería mejor que estuvieran muertos, así no tendrían que ocuparse de ellos, no serían enfermos crónicos, una carga para la seguridad social o sus mutuas.
Pero, afortunadamente, ahora sí, Carlos es muy importante. Es padre, es amigo, compañero y ahora, una cara conocida que conciencia, desinteresadamente, sobre los siniestros viales y la falta de psicólogos para las personas amputadas, en la película “Una Mañana Fría” de Raquel Troyano.
Y es importante para mí. Carlos, si necesitas realizar esas
mejoras en el baño, yo te ayudo.
Querido Carlos, ojalá se arreglen todos los problemas. Te lo
mereces.
Un fuerte abrazo.
En 2018 se produjeron
1.072 “accidentes” mortales en vía interurbanas, con 1.180 muertos y 4. 515
heridos hospitalizados. Estas cifras son
provisionales. Datos DGT. Muertos a las 24 horas. Tres de enero de 2019.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta en un siniestro
vial producido por un conductor borracho.
Hace casi catorce años, esta madre sin hijos, quiso unir una imagen a esa frase que escribí en mi carta abierta a los jóvenes, y que pensé que mi hija habría pronunciado porque le encantaba conducir y vivir. Y en las servilletas de papel de una cafetería, comencé a esbozar una imagen con esa frase.
Y así surgió el logo de lo que después sería un blog. Un blog creado gracias a otra madre, cuando apenas nadie tenía un blog, y para que mis deseos irrefrenables de escribir no tuvieran que esperar a que el director de turno quisiera publicar una de mis muchas cartas, quejándome, reclamando, concienciado, llorando, por el alcohol que otro tomó y a mi hija mató.
Ese cochecito de la cabecera de este blog, se convirtió en una pegatina por la seguridad vial, pagadas con el dinero que dicen valía la vida de mi hija. Las he ido repartiendo casi de una en una, por correo, en mano, dejadas en el parabrisas de algún coche…
Y ese cochecito, ahora, está en el cartel de la película: Una Mañana Fría.
Sí, no pertenece a ninguna asociación, ni fundación, es solo el logo de un blog, el blog de una simple madre que escribe de seguridad vial, siempre unido al recuerdo de su hija, Helena, y que ya tiene catorce años.
Y estoy feliz de que Raquel Troyano haya llevado mi cochecito a su película, porque es también mi película. Porque desde el primer momento me implique en ella y ayudé en lo que pude. Y ahora ha comenzado a andar sola, con los mejores apoyos en su pre-estremo, y a partir del día doce de octubre con el mejor de los estrenos.
En ella hablamos de duelo, de vida y de muerte, de lo que
hemos sufrido y de lo que nos queda por vivir.
Este próximo sábado os esperamos en sala Azcona, Matadero de
Madrid, a las 4 de la tarde, una hora antes para recoger las entradas, a todos
los que estéis dispuestos a saber de las víctimas de tráfico, de cómo hemos
reaccionado ante el terrible dolor de la pérdida de un ser querido, cómo hemos aprendido a vivir, y las marcas
que nos han dejado esos siniestros.
No esperéis ver una película reivindicativa. Aquí ya no hay rabia, solo supervivencia, y mucho ejemplo de cómo seguir adelante. Y el lazo naranja de las víctimas.
Una mañana fría está basada en un accidente de tráfico real. La directora Raquel Troyano, muestra el caso de su madre que perdió a su hermano hace más de treinta años y como su mente se negó a admitirlo y cada verano volvía al lugar donde murió, buscándolo, esperando encontrarlo vivo. Y esa experiencia real, la mezcla con el testimonio de otras víctimas que han perdido a marido, padre, madre y hermanos o hija como en mi caso, con otros que consiguieron no perder la vida, pero se la partieron.
Todos nos hemos implicado y comprometido en ayudar a dar a conocer esta película para concienciar y para que sirva a otras víctimas a saber que lo que les sucede es algo que nos ha pasado a todos, pero se puede y se debe sobrevivir.
Recuerdo que cuando le hablé a una periodista de la película
me preguntó qué papel hacía yo, y le contesté: el que me ha tocado ser en esta
vida, la madre de Helena.
Título: “Una Mañana Fría
Género: Documental
País: España
Guión: Raquel Troyano
Dirección : Raquel Troyano
Producción: Audiovisuales Doce Calles
Dirección de Fotografía: Luis Centurión
Interprete: Rosi Troyano
Otros: Rosa García Redondo, Ana Sánchez, Ángela Troyano
Música: Alberto R. Vallehermoso
Voz en Off: Aurora González
Canción Original (Dedicada a las víctimas): “Tras la niebla”
Autora, Lewa HandPan, Arreglos, Aure Ortega.
Otras Víctimas: Flor Zapata, Carlos Diez, Noemí Antolín, Raquel Álvarez, Beatriz
Menéndez y Amelia Ruiz.
Estreno: 12 de Octubre en el 28º Festival de Madrid,
Plataforma Nuevos Realizadores. Sala Azcona , Matadero, Madrid.
Raquel Troyano, gracias, y te deseo “Mucha mierda”,no solo en el estreno
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
A todos nos impactó el relato que hizo hace unos días, el periodista Juan Diego Quesada, con su artículo «Una vida destrozada por un kamikaze»,en El País.
No estamos acostumbrados a este tipo de relatos, sino al frío titular de fallece una persona en un accidente de tráfico.Que no es fallece, sino que lo han matado. No hay nombres, por supuesto, menos aún el del causante, ni los detalles, ni la historia de la víctima.
También hay quien no quiere este tipo de artículos porque les llaman «morbo». Pero el caso es que cuanto más cosas y detalles sabemos de un siniestro, que no es accidente, como en este caso, más podemos entender el dolor que producen estas muertes, y se crea una empatía que quizás sirva para concienciar.
Ese artículo ha sido uno de los más compartidos, pero no sé si muchos se habrán dado cuenta de algunos detalles de su contenido:
Dice Juan Diego Casado en un párrafo: Por la tarde, los tíos de Víctor fueron al desguace en busca de sus pertenencias. Entre los restos de su coche destrozado, un Citroën C4, rescataron la pulsera de un reloj Apple Watch, pero no su esfera, una cartera y una mochila. Un empleado del desguace les llevó también una bolsa de plástico con una toalla de playa dentro. La miraron extrañados, hasta que cayeron en la cuenta de que por error les habían entregado las cosas de Cui, el kamikaze. El descuido les incomodó.
Este siniestro me hizo recordar el de mi hija: la misma edad, alegría, sueños, estudios… Pero sobre todo me llamó la atención ese párrafo del periodista.
La guardia civil mantuvo los dos teléfonos de Helena (uno de España, el otro de Holanda), conectados, y nos los entregó cuando acudimos a la casa cuartel. Debió ser porque como no nos localizaron cuando llamaron a casa y nos dejaron un mensaje en el contestador, debían esperar que en algún momento nosotros llamáramos al móvil de Helena.
Pero el resto de pertenencias de nuestra hija, nos dijeron que las podíamos recoger en el desguace. Casi lo mismo que en este caso: «un reloj, en este caso roto; una mochila con los álbunes de fotos que se había hecho en Holanda; un monedero, vacío, sin dinero.
No entendí que estas cosas nos la tuviera que entregar el personal del desguace. Pero en ese momento no estaba para pensar mucho.
Del amasijo de hierros recogimos el poncho que llevaba, que lo había hecho yo, estaba agujereado; los zapatos, unas merceditas que acababa de estrenar; y el autorradio.
Más tarde, siempre me extrañó que el monedero de mi hija no contuviera nada más que unas monedillas. No me creo que no llevara nada de dinero, máxime cuando mi madre me comentó que le había dado dinero para comprarse unos zapatos, y unas merceditas no cuestan tanto.
Pero volviendo a la historia de Víctor, también han publicado que a Víctor le robaron al auxiliarle. No es la primera vez que sucede esto. Las gafas de sol de mi hija no aparecieron, en otros siniestros de otras madres que conozco no aparecieron móviles de ultima gama o tablet.
Yo no estoy culpando a nadie. En un golpe tan tremendo es muy posible que salgan cosas del coche y se pierdan, pero me estoy preguntando ¿Por qué las cosas personales de una víctima no son recogidas por la Policía o la Guardia Civil? ¿Por qué las tiene que entregar el personal del desguace? ¿Esto sucede siempre? Hace catorce años yo pensé que me había pasado solo a mí porque no me pudieron localizar, pero veo que sigue pasando.
¿Qué menos se merece una víctima de tráfico que recojan sus cosas con las debidas garantías?
Estamos de acuerdo que siempre va a ver desaprensivos que se disfrazan de buenos samaritanos, pero si las cosas personales se quedan en el coche, y la grúa tarda en llegar y recogerlo, su interior siempre va a estar vendido. Y las víctimas, incluso las heridas, en esos momentos no están para recoger nada.
Alguien me puede explicar si existe un protocolo para recoger las pertenencias de una víctima de tráfico. Y si no existe, ¿no va siendo hora de que se haga?
Siento mucho el dolor de esa familia, especialmente el de esa madre, porque siempre me digo que hay algoaún peor que perder un hijo, y es perder dos, y esa madre, no sé si tendrá más hijos, pero ya hace tiempo que se convirtió en una madre sin hijos como yo.
Vuestro dolor es el mío.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por la acción de un conductor con alcohol.
Después de algún tiempo sin poder escribir en el blog, lo hago hoy con una noticia especial. Se trata del estreno de la película en la que he colaborado.
Yo de pequeña también le dije a mi madre eso de «mamá quiero ser artista», pero mi participación en la película «Una mañana fría» no es de artista, hago el papel que me ha tocado en esta vida: madre de una victima de tráfico.
Una mañana fría
«La historia de “Una mañana fría”, narrada en primera persona por la madre de la directora Rosi Troyano, parte de un accidente de tráfico ocurrido en Reinosa en el año 1986 donde hubo dos fallecidos y un herido, todos de Aranjuez. Uno de los fallecidos fue su hermano, hecho que llevará a esta ribereña durante años a buscarlo por el norte de España. El documental graba 33 años después, el camino de vuelta al lugar del accidente. Madre e hija iniciarán un viaje hacia los monstruos del pasado, un reencuentro entre generaciones, presente y pasado se unen para dialogar sobre el poder de la negación de la mente humana, el proceso de duelo interior tras un hecho traumático y el peso de la tradición. Una narración poética que nos acerca a nuestro subconsciente, lugar donde se alojan los miedos, lugar donde creamos nuestros propios fantasmas con los que nadie nos ha enseñado a convivir. La película se completa con los testimonios de mas víctimas y familiares de afectados por siniestros viales».
Esta es la historia de «Una mañana fría» y mi relación con dicha película es, que como en estos catorce años, una vez conocido que se iba a rodar esta película, a través de un compañero, esta chica tímida, que un día fui, la busqué, me puse en contacto y decidí ayudarla en lo que pudiera. Para nada pensé que iba a ser parte de la película, que mi cochecito, el logo de ¡Quiero Conducir, Quiero Vivir! saldría en su cartel y que yo misma aparecería.
Pero Raquél Troyano, la directora de la película, nos dio voz en la misma, y aquí estamos.
Creo que ya no puedo hacer más cosas para concienciar sobre los peligros de esos mal llamados accidentes de tráfico:
Dicen que el dolor ensucia, que nadie quiere escuchar tristezas, ni a nadie le gusta que le ensucien con el dolor de otro. Yo espero que la visión de la película no resulte dura para nadie y una vez más, ahora en cine, conciencie sobre la tercera causa de muerte a nivel mundial: los siniestros de tráfico. Todos los que intervenimos le hemos puesto valor, le hemos quitado morbo, hemos esbozado una sonrisa y hemos tratado de no asustar, sino acercar.
Os esperamos el día doce de octubre, en Madrid, en el28º Festival de Madrid, en la sala Azcona- Matadero, a las cuatro de la tarde. Las entradas se recogen en taquilla, una hora antes, hasta completar aforo.
Gracias, Raquel Troyano, por crear esta obra, ha sido un placer colaborar contigo. Gracias, Luis Centurión, por intentar, en mi caso, sacarme el mejor perfil. Y gracias al resto de compañeros, por compartir experiencias.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
(El lazo naranja de las víctimas de siniestros de tráfico)
En estos catorce años de escritura para concienciar sobre los siniestros de tráfico, tengo muchos post dedicados a siniestros sufridos por jóvenes, y curiosamente, se repite una cifra, tres fallecidos.
Y todos los días, todos los fines de semana, muere algún joven, pero lo que nos conmueve, lo que nos afecta, lo que nos remueve no es el hecho de que sean jóvenes, sino el número.
Las víctimas de tráfico siempre decimos que no pasa nada, no se toman medidas porque las muertes son un continuo goteo, de uno en uno. Pero si todas estas muertes, que llenarían un estadio de fútbol fueran todas a la vez, entonces se vería de otra forma.
Sara, Sofía y Bieito, tres jóvenes fallecido, y otros dos gravemente heridos, es el resultado, parece ser, de exceso de velocidad y quizás inexperiencia. A mí me gusta decir «exceso de juventud».
Cuando comencé a escribir, como mi primera carta abierta a los jóvenes, tenía claro que mi objetivo eran los jóvenes, ellos eran el futuro, y los principales sujetos de esta pandemia. A ellos debía dirigirme.
En muchos momentos he perdido esa esperanza, y a la vez he vuelto a recuperar ese objetivo, en momentos como este, porque me resisto a que sigan sucediendo estas tragedias como algo inevitable.
Creo que es misión de los adultos estar ahí recordándoles los peligros de la carretera.
Habrá que esperar para saber las causas del siniestro de los jóvenes de Redondela, pero el resultado siempre será el mismo: demasiada juventud para morir.
Cómo pienso en los padres de esos jóvenes y en la vida que les espera a partir de ahora. Y es tan absurdo y triste perder la vida en un siniestro de tráfico.
Vuestro dolor es también el mío.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.
«Lo llaman accidente para que los culpables se sientan mejor». Esta es una frase de la película «Una vida por delante», y es así. Solo los que hemos pasado por ello, sabemos cómo te parte la vida un accidente de tráfico. Cómo la palabra accidente le resta importancia a la muerte. Cómo los que matan con un coche, no tienen prisión preventivay cómo, en muchos casos, huyen del lugar, dan miles de excusas para justificar el hecho, como el que mató a mi hija, el borracho decía que había sido un golpe en cadena, cuando no había más coche que el de él.
Pero la gran mayoría de las muertes que producen los «accidentes de tráfico», no son accidentes, porque ir bebido, drogado, con exceso de velocidad, mirando el teléfono, no es un accidente, es una acción determinada, voluntaria, y sin justificación.
Los que producen esas muertes, y en el mejor de los casos, pagarán por ello con una pena ridícula, no tendrán un cumple sin velas que recordar, un aniversario, una pena que les destrozará por dentro y fuera y les amargará la vida para siempre.
Mañana es el cumpleaños de mi hija. Treinta y cinco años. Pero hoy ha sido el cumple de otro joven, Iván,que también murió atropellado por un indeseable con un historial para haber estado en la cárcel y no en la calle. Y hoy es el aniversario de la muerte de Carlos Parra, causada por Ortega Cano.
Y cada día, cada semana, cada mes, cada año, mueren otros y otros, y así hasta más de mil cada año, solo en España. Sin contar con los que se quedan con secuelas de por vida.
Pero no tiene importancia, solo para los que nos toca. Son muertes sin importancia: «Accidentes»
Mañana no podré besar a mi hija, ni abrazarla, ni ver como se ha convertido en toda una mujer. Cómo me podría haber hecho abuela.
Y yo me muero de dolor.
No me digas que mi hija murió en un accidente. A mi hija la mató un conductor borracho. Y a nosotros nos partió la vida.
Feliz cumple sin velas, querida hija.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
Hace catorce años era domingo. Acabábamos de llegar del pueblo. Lo primero, poner la lavadora. Al día siguiente, lunes, había que trabajar, y ese fin de semana fuera era un impedimento para las tareas domésticas que habían quedado aparcadas.
Ahora que lo pienso, ni siquiera sé que pasó con la lavadora. ¿La llegué a poner? Y si la puse ¿qué pasó después, siguió lavando, quién tendió esa ropa?
Yo nunca miraba los mensajes de teléfono. Prefería que los vierais papá o tú. Siempre se me olvidaba la clave. Eran sobre las seis y media de la tarde. Quizás las siete, y me extrañó que no estuvieras en casa esperándonos, por eso descolgué el teléfono…y escuché los mensajes.
Nunca más hemos vuelto a tener contestador.
«Le habla la guardia civil de tráfico, si son los familiares de Helena Castillo Zapata, pónganse en contacto con el siguiente número»
Era el 17 de abril. Ese año la semana santa fue en marzo. Nuestra última semana santa feliz, contigo, en un país extraño, diferente, pero en el que te gustaba y te sentías bien. Estudiando, aprendiendo, una experiencia de gran hermano, como decías tú.
Al año siguiente, las noticias de todas las televisiones habrían con tu esquela:
Esa semana santa había habido 106 víctimas de tráfico. Este año también es semana santa, y puede que más de uno encontrará en su contestador un mensaje como el que yo encontré.
Querida hija: Siempre he tenido interés en que no les pasara a otras madres lo que a mí me pasó. Me costó mucho que mi mensaje llegase, entonces las redes no estaban en las manos de todos y los siniestros viales eran «accidentes de tráfico». Y está costando que la gente cambie la forma de verlo. Pero ahora todo es más fácil. Enseguida aparece una petición change.org, una recogida de firmas virtual, y aparece una nueva ley. Yo no tuve esa suerte, pero no dejé que tu muerte fuera en vano.
Y durante un tiempo, esa lucha me ayudo a sobrevivir. Ahora, ya ni eso.
Y catorce años son pocos, cien años no sería suficientes para apaciguar este dolor.
Un dolor cada vez más interior, más profundo. Ahora ya no se nota nada. Ahora se nos ve felices, alegres, haciendo las cosas normales de nuestra edad. Y cómo no. ¿Qué vamos a hacer, seguir llorando delante de la gente? No, hija. Eso es ya solo nuestro.
Pero año tras año, no solo se acumulan arrugas, también penas, y recuerdos, que con la edad se olvida uno de lo que cenó pero se acuerda de lo que pasó hace catorce años, con todo lujo de detalles.
¡NO, MI HIJA, NO, MI HIJA, NO!
Pues fue que sí. Y aún nos parece un sueño. Sigo sin creerme que un día me arrebataron a mi hija, y que ya nunca te volveré a tener. Y cada día estoy más loca de dolor, pero ahora soy una loca cuerda. Ya casi no se me nota.
TE QUIERO. TE QUEREMOS.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por culpa de un conductor borracho.